La Guía del Viajero del Tiempo

8. No te quedes indefinidamente en una época pasada

Los vecinos habían alertado a las autoridades al escuchar el primer disparo y la policía llegó a los pocos minutos, encontrando el cadáver de Gabriel en el salón de la casa de los de la Vega yaciendo en el suelo.

Aquellos minutos fueron suficientes para que Ana les explicara a todos los presentes la versión que les debían dar a la policía cuando les interrogaran.

Las tres mujeres testificaron a favor de Carlos. Contaron cómo estaban en su casa porque él les había pedido ayuda con su hermano, después de su ataque de enajenación, pero que, al verlas, Gabriel se había vuelto loco y las había acusado de venir del futuro. Había usado el revólver para amenazarlas y Carlos no había tenido más remedio que salir en su defensa

Esa era una versión que, por la mayor parte, era cierta, y no les costó mantenerla consistente entre los cuatro involucrados. Debido a los eventos que habían transpirado antes del incidente y que eran conocidos por múltiples personas, los investigadores aceptaron que los sucesos habían ocurrido tal cual los describieron los testigos, y le dejaron libre.

Días después de la tragedia, una vez pasada la conmoción inicial, Ana y Nieves tuvieron que volver al presente para lidiar con las consecuencias de la muerte de Gabriel. Dejaron atrás temporalmente sus personajes usando la excusa de que necesitaban un tiempo con sus familias.

—Ya me estoy temiendo todo el papeleo que me va a tocar hacer—les contó Ana, que ya estaba junto con su compañera en el callejón de detrás del hotel—. Tendré que presentar los hechos a mis superiores y probablemente al consejo internacional del tiempo. Volveremos en cuanto tomen una decisión.

—Entonces, ¿cómo va a ser? —preguntó Luisita, que había ido con ellas y con Amelia— ¿Desaparecéis y volvéis a aparecer al instante?

—No exactamente. La calibración de una máquina del tiempo tiene que ser muy precisa y normalmente es imposible calibrarla al segundo, a no ser que se trate de una fecha concreta ya estudiada. Normalmente damos un margen de seguridad de unas semanas, así que aproximadamente ese será el tiempo que tardemos en volver.

La inspectora desapareció junto con su compañera, y la vida en la plaza de los frutos fue volviendo paulatinamente a la normalidad.

Carlos, por su parte, heredó todo el dinero de Gabriel, y en él recayó la obligación de corregir lo que había hecho su hermano durante los últimos seis años.

Lo primero que hizo fue acordar la transacción de La Estrella de vuelta a Benigna Castro, la anterior propietaria, realizando la venta por un precio simbólico. También vendió la casa de los de la Vega para trasladarse de nuevo al pueblo donde habían vivido hasta que se mudaron de nuevo a Madrid.

Doña Ascensión por supuesto no vio bien nada de esto, pero Don Carlos no le dio más opción y se tuvo que volver a la casa familiar.

Estos gestos no hicieron más que añadir al misterio de la muerte de Gabriel de la Vega, las circunstancias de la cual eran objeto de chismorreos por todo el barrio. La familia Gómez, sin embargo, no encontró más que buenas palabras para Carlos después de que él mismo pagase la multa que habían recibido de uno de los inspectores que había comprado Gabriel. Eso fue, en sus palabras, su manera de reparar parte del daño que había causado su hermano.

En cuanto a Luisita y Amelia, la rutina volvió a sus vidas.

Amelia siguió trabajando en el hotel y actuando en el King's. De alguna forma, también se volvió una habitual en la casa de los Gómez, donde era invitada frecuentemente a cenar o a comer con ellos.

Luisita solía quedarse observando a su familia interactuar con novia, a la que siempre trataban con cariño como si fuese parte de ella. Era al presenciar esas escenas que la necesidad de contarle a su familia todo sobre su relación con Amelia se volvía más fuerte, pero aquel impulso era rápidamente cortado al acordarse que su novia tendría que marcharse en algún momento.