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Desde la parte trasera del  auto escuchaba lo que mi padre me decía antes de que llegáramos a la institución que sería mi hogar durante varios meses.

Mis manos temblaban por los nervios, estaba tan nerviosa por llegar a una escuela donde no conocía a absolutamente nadie.

Mientras que nos acercamos cada vez más, se me formaba un enorme nudo en el estómago.

El simple echo de dejar atrás todo lo que conocía y llegar a un mundo completamente diferente me provocaba náuseas.

Tragué saliva cuando ví los enormes edificios blancos, sofisticados y caros.
La entrada de los autos era mucho más elegante de lo que pensé.

- Me quiero ir. - Murmuré lo bastante alto para que mis padres escucharán, mi madre soltó una risa nerviosa.

- ¡Mamá! Esto parece un orfanato.

- Hija...Sabes que tienes que quedarte Aquí, tendrás una educación excelente y tu padre y yo estaremos trabajando para asegurarte un buen futuro.

Suspiré y me deje hundir en el asiento.

Después de varias horas de papeleo y mostrarme la institución, por fin era hora de que mis padres se fueran y me presentarán a mi compañera de habitación.
Solo esperaba que ella fuera organizada y no le gustará hablar así nos llevaríamos muy bien.

Me despedí de mis padres sin ganas, estaba muy molesta por el echo de que me abandonarán en un lugar como éste, sólo por qué la prioridad es mi estudió, y ellos se tomaban esto bastante serio.

Roxane me llevo a una habitación en el quinto piso.

Abrió la puerta con cuidado, como si tuviera miedo de romper sus largas uñas. Entre asombrada ante un cuarto tan lujoso, solo para dos chicas.

Las camas eran lo suficientemente grandes para que una familia entera durmiera en ella, paredes blancas, dos armarios, dos mesas de noche, dos escritorios y un pequeño refrigerador.

- ¿Te gusta? - Preguntó  Roxane muy alegre.

- Si- Dije acercándome a la enorme ventana que daba una vista gloriosa  al patio trasero.
Ella asintió alegremente y se alejó en dirección a la puerta.

- Tu compañera vendrá pronto, mañana hablaremos sobre tus horarios.

Sonrió y finalmente cerró la puerta con ella.

Me senté en la cama y desempaque mis cosas, organize mis cosas y decore la parte de la habitación que me correspondía.

La puerta se abrió lentamente. Una chica pelirroja, con caderas anchas llevaba una enorme camiseta negra con el nombre de una banda de rock entro a la habitación y sonrió levemente.

Parecía un año mayor que yo, aunque esta era extremadamente guapa.

- Hola - me saludó mientras dejaba sus maletas en la cama que estaba desocupada - Soy Carrie.

Sonreí amigablemente. Su expresión era amigable parecía que nos llevaríamos bien.

- Yo soy Marceline. - Me presente y ella asintió.

Terminó de dejar sus cosas y se sentó en su cama, miró mi lado de la habitación y sonrió.

- Parece que te gusta leer. - Señaló la caja de libros que estaba en el suelo. - En realidad a mí también pero no pensaba traerlos.

- Solo traje mis favoritos.

Ella se rió y miro por encima la caja mientras se encogía de hombros.

- Genial, supongo.

Aparte la vista y mire la ventana que estaba juntó a mi cama.

El silencio ocupo toda la habitación, ambas estábamos sentadas en nuestras camas desempacando.

No podía evitar mirarla de vez en cuando, realmente me parecía extremadamente bella.

Diriji  mi mirada a ella que estaba desprevenida guardando su ropa, su rostro estaba rojo y sus pestañas eran hermosas, sus labios eran rojos carmesí. Sonreía levemente mostrando unos dientes perfectamente blancos.

Me sentía limitada al no poder acercarme más y tocar cada parte de su rostro. No podía dejar de pensar en lo perfecto de su rostro.

Y no solo eso me llamaba la atención sino también su cabello rojizo claro. Sus movimientos hacían que su cabello se moviera suavemente.

Parpadee un par de veces y aparte mi mirada, no te el calor que se desprendía de mis mejillas y mi pulsación acelerada.

Me levanté y me dirijo al baño, camino rápidamente y cierro la puerta con llave.

Me lavó la cara y respiro hondo un par de veces. Jamás mi corazón se había acelerado de está manera y mucho menos había observado a alguien por tanto tiempo.

Los nervios que sentía hace una hora había desaparecido por completo, ahora me sentía algo tranquila aunque el corazón me palpitara a mil.

Me mire al espejo, sonreí un poco al notar que estaba roja, talvez era por el calor que hacía en la habitación.

Salí del baño, Marceline estaba tendida en su cama.

Me acerqué a la ventana.
- ¿Te molestaría si la abro? - Pregunté y ella negó con la cabeza.

Abrí la ventana que deje entrar una brisa fresca y sentí como el calor de la habitación poco a poco desaparecía.

Me senté en el escritorio y me mesi en la silla durante unos minutos, ninguna de las dos hablaba aunque yo quisiera hacerle mil preguntas no sabria como empezar.

- ¿De dónde eres?  - Pregunté al fin con voz temblorosa. ¿Porque me tiembla la voz? Nunca me había pasado ésto.

- Canadá.

Sonreí, había ido a Canadá un par de veces por el cumple años de mi abuela.

- Canadá es un lugar muy bonito - Fue lo único que se me ocurrió decir. - Y...¿Cuántos años tienes?

Ella sonrió.

-No tenemos que llevarnos bien solo porque somos compañeras de habitación,¿sabes?

Un amor existencial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora