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—Pienso que le faltó un poco de acción, demasiado romance ¿Vos que decís? —pregunto aferrándome con mi mano derecha a la del rubio. Mi otro brazo esta ocupado en sostener el balde de pochoclos sobrantes.

—Re si, igual casi no pude escuchar el final por la parejita de adelante, que andaban dandose besos —se ríe mordiendo su labio inferior.

—Sí, dios. Que asco el amor. —afírmo cuando salimos del cine. Paulo simplemente asiente con su cabeza. —¿Te pasa algo? —le pregunto mirándolo fijamente, sin dejarlo avanzar.

—Pff, no ¿Por qué? —le resta importancia el ojiazul, tomando mi hombro para empujarme a un lado.

—No sé, casi toda la película te la pasaste con el celular, mensajeando con no sé quién. —me encojo de hombros y vuelvo a sujetar su mano.

Dí por acabado el tema, Paulo casi nunca expresa lo que siente. Es a veces muy cínico, pero, lo conozco, y sé cuando se inhibe de algo. Por algo somos mejores amigos.

Salimos del shopping dados de la mano, como siempre. Suelen confundirse diciendo que somos novios, pero, nunca pensamos en ser algo más, es decir, sería muy loco que Paulo y yo seamos algo más.

—¿Esta noche haces algo? -le pregunto mientras caminamos a mi casa —Podés quedarte a comer conmigo, Lucre, y mi mamá. Va a hacer pizza —le propongo mientras me ajusto la colita del pelo.

—No puedo, Mile. —titubea —Tengo una cena familiar, vienen de Buenos Aires a visitarnos y no puedo decir que no —se encoje de hombros el rubio, tuerzo mi boca y asiento.

—No es nada. Lo pasamos para otro día —sonrío apenas llegamos a la puerta de mi casa. —Chau, Londra —chillo y éste levanta una ceja, odia que lo llame por su apellido.

—Chau, Milanesa —bromea y me despide con un abrazo corto, esos que tanto me gustan. Aprovecho para oler su perfume, me re puede.

Me río, dejo un beso en su mejilla, y acto seguido entro en mi casa.

—Buenas noches bebé ¿Como estuvo la peli? ¿La pasaron lindo? —encuesta mi mamá dejando un beso en mi frente, tiro mi mochila en el sofá.

—La película no estuvo muy buena. —arrugo la nariz — Además, no sé. Paulo estaba algo distinto, sé cuando le pasa algo —me encojo de hombros.

—Capaz no tuvo un buen día, mi vida. Son adolescentes casi adultos, pueden tener días así —dice la progenitora mientras dobla la ropa limpia y la coloca en una pila altísima —Tomá, lleva tu ropa a tu cuarto y ordená, mientras hago la pizza —me ordena la mayor tendiendome la pila de ropa que es mas alta que mi cabeza.

Lanzo un bufido y subo las escaleras con pesadez, tratando de no tropezarme con ningún escalón.

—¡Mile! —grita mi hermana menor, Lucre, que bajaba las escaleras con rapidez dispuesta a abrazarme.

El impacto con su pequeño cuerpo hizo que la montaña de ropa que llevaba en mis brazos vuele y se disperce por los escalones. Evité maldecir en voz alta.

—Lucre, tené cuidado, no se juega en la escalera —suelto un poco más relajada, juntando las prendas que estaban tendidas por la escalera caracol.

—Yo te ayudo —chilla la menor, juntando con agilidad mis remeras, jeans y medias.

—Gracias. Andá a lavarte las manos, ya vamos a comer —sonrío y ella afirma con la cabeza. Acaricio su pelo rubio y sigo mi camino hacia al cuarto.

Una vez que ordené y organicé mis prendas por color, me tiré sobre la cama. Un mensaje llegó a mi celular, lo saqué de mi bolsillo trasero y encendí la pantalla.

Querido Amigo ➳ Paulo Londra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora