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Discutir con Manuel ya es algo común en la relación. Que me levante la mano, también. A él lo conocí, como ya conté antes, en una fiesta de una vieja amiga. Él estaba ahí, riendo junto a un par de muchachos. Y me enamoró. Y no es que me enamoro fácil, pero las miradas penetrantes logran eso, que mi corazon explote.

Manuel se animó a acercarse y me invitó a salir la noche del día siguiente. Y yo no me opuse. Total, ya había hecho el duelo que se merecia mi amor pasado. Esa misma noche, entre arbustos y las estrellas, nos besamos.
Y una semana después, caminabamos de la mano, denominándonos como novios

Todo era genial en la relación. Besos, caricias, noches de puro amor bajo las sábanas de alguna habitación, risas y carcajadas. Pero todo se nubló cuando, una tarde cualquiera, llegué tarde a mi casa luego de haber acordado una salida con un amigo el cual solo representaba eso: un amigo. Discutí con Manuel y me pegó. Ese fue el primer contacto brutal que tomé con él.
Y se acostumbró tanto a ello (y yo me acostumbré tanto a recibirlos) que los demás días fueron iguales, sufridos.

Hacía año y medio que su mano (o puño) impactaba contra mi cuerpo

Y ayer viernes, tuvimos otra discusión.
Querrán saber el por qué ¿no?
Simplemente porque el conté que éste fin de semana que se aproximaba no estaría presente ya que un viejo amigo reunía a todo el grupo en una quinta.
Entonces él comenzó a los gritos, largando conjeturas insólitas respecto a un engaño que jamás ocurrió. De unos cuernos que jamás aparecierom (ni sé si aparecerán algún día de éstos). Y un golpe más y otra parte de mi cuerpo lastimado. Y llorar, obvio.

El sábado a la mañana, Malena y Chiara llegaron temprano, antes de las ocho para desayunar juntas y esperar a que Gastón nos pase a buscar.
Nadie sabe todo lo que vivo día a día con Manuel. Sólo mi única hermana mayor. Y se que el no contar, logra preocupación en mis amigos. Y en todos lo que me rodean.

-Avanti, muchachas- Ruggero corre la puerta de la combi para que nosotras tres subamos dentro.

-¿Y ésta camioneta?- pregunto mientras agacho un poco la cabeza por si me la golpeo con el techo. Jamás la habia visto.

-¿Es tuya Gas? - Consulta Chiara al tirar el bolso sobre el asiento vacío. Malena está dejando besos en cada una de las mejillas de sus amigos.

-Yo pienso en todos- Gastón está en el volante. Pochoclo (Lucas) es su copiloto, mientras come galletitas dulces. Se ve que no desayunó - es especialmente para usarlo cuando quieran ir a la quinta- y sonrío mientras Jorge me hace un lugar para acomodarme entre él y Ana.

-¡Ese es mi amigo!- y Pochoclo, siempre tan efusivo, se estira un poco para abrazarlo y dejarle besos empalagosos en su cachete.

-¿Arrancamos?- mientras se limpia la mejilla. Nunca fue de demostrar mucho cariño y todos gritabos un SÍ repleto de efusividad.

-Para. ¿Y Agus y Valu? -pregungo. Acto seguido, todas las miradas caen sobre mí.

-Ya están allá, Caro -Gastón me sonríe por el espejo retrovisor y pone primera.

Los abuelos de Gastón tienen una casa en el Tigre. Siempre fueron una familia muy adinerada, pero jamás tomaron aires de grandeza por ello.
Gastón es hijo único y por eso siempre se lo ve rodeado de amicos. Con sus primos hay una diferencia de edad muy grande, por lo que son pocas cosas las que comparten. Más que reuniones familiares o alguna salida al parque, al cine o a un teatro. Por eso mantiene una relación tan linda con cada uno de los integranres de su familia. Por eso sus abuelos se van de viaje durante un mes y le prestan la casa quinta a único nieto.

En el viaje todo es calmo, tranquilo, sereno.

Gastón está compenetradísimo en la autopista mientras Pochoclo le ceba mates, llevando el termo color gris entre sus piernas. Son los únicos a los que se los escucha hablar fuerte, con la música de fondo. Jorge se cambió de lugar, yendo hacia donde Chiara dormitaba apoyada contra la ventanilla. Sólo la rodeó por la cintura y continuaron de tal forma. Michael escucha música, recostado tranquilo sobre el asiento, con los ojos cerrados y sucumbido en la melodía. Malena hace lo mismo, pero con dos asientos de diferencia, mientras toma un jugo de cajita. Katu ocupa el último asiento del fondo, leyendo una revista de moda. Seguro se tilda mirando fotos de ella como modelo. Y se critica, siempre. Para ella nunca sale bien.
Ana duerme acurrucada en sí misma. Como siempre, en todos los viajes. Todavía recuerdo el viaje de egresados a Bariloche en el cual durmió las veinticuatro horas.Las de ida y las de vuelta. Siempre está cansada. Ruggero lleva su cámara fotográfica en mano y revisa las fotos que hay dentro. Elimina las que no le gustan y sonríe con las que le agradan. Y última quedo yo, que llevo la cabeza apoyada contra la ventanilla y miro el paisaje tan argentino. Suspiro profundo y cierro los ojos.

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⏰ Última actualización: Jun 03, 2020 ⏰

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