México y Japón I

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— ¡JAPÓN! —el mexicano gritó a él, extendiéndole los brazos en forma cariñosa para darle un abrazo. Japón se echó para atrás, escudándose detrás de un poste; aun no comprendía del todo la cultura mexicana y su manía por besar y saludar con un abrazo. — ¡No te escondas de mí!

—México-san, le he dicho varias veces que así no se saluda en mi casa.

—Sí... supongo que lo has hecho. —se quejó México, bajando los brazos. —Como sea, quise venir a saludarte antes de que nos vayamos a la convención.

— ¿Convención?

—Ya sabes, últimamente el anime en mi país ha pegado bastante. —sonrió el mexicano, rebuscando en su mochila. —Así que quise venir a tu país para enriquecerme más en tu cultura. Quise visitar a Corea del Sur y bailar una coreografía con él, pero no parece que le agrade mucho.

—Es extraño, a Corea del Sur le agradan todos. Más China.

—El otra vez vi uno de sus K-dramas. Me hizo llorar. —sorbió un poco su nariz, simulando aflicción. —Así que conseguí los derechos para hacer una adaptación de esa novela. Será un éxito en mi país.

—México-san, ¿no cree que debería crear sus propias cosas? —preguntó Japón.

—Sí... mis mexicanitos odian lo que producen otros mexicanitos en México. —contestó él, cruzándose de brazos. —Pero es extraño, porque cuando lo crean en otro país, parecen estar orgullosos de su nación. Sería..., como lo dirían en el anime, ¿tsunderes? Sí, mis ciudadanos son tsunderes cuando se trata de mí.

—Se ve muy feliz a pesar de eso.

—Sí, bueno, no importa. —se encogió de hombros, restándole importancia. —Mira, tengo esta peluca. El gordinflón me la vendió por casi treinta dólares, ¿puedes creerlo? Es una estafa.

— ¿Qué personaje estará representado?

—Cualquiera está bien. ¿Quizás a Naruto? —preguntó emocionado. —O a Goku.

—Pero su peluca es de color azul. —comento Japón, extrañado.

— ¿Y?

—Vamos, México-san, lo ayudaré. —sonrió él, tomando el brazo de México para llevarlo hasta su casa.

—.—.—.—.—

—Por cierto, Japón. —llamó México, mientras el japonés miraba las ropas de cosplay que tenía para hacerle uno al mexicano. —En todo el rato que he estado aquí, no he visto a nadie corriendo con un pan en la boca, o tropezando con otras personas.

— ¿A qué se refiere?

—Bueno, eso pasa en tus animes.

Japón se aguantó una risilla, observando a su amigo; México aún no entendía que las cosas que suceden en los animes, la mayoría de veces no son reales.

—México-san, ¿acaso en su país las cosas que pasan en sus películas o novelas son reales? —preguntó intentando darle un ejemplo.

—Sí, la mayoría de veces sí. —comentó México, encogiéndose de hombros.

— ¿Eh?

—Lo que más producen mis medios de comunicación son cosas de narcos, violencia intrafamiliar y pobreza. —sonrió México, encogiéndose de hombros. —Si vas a la bella Sonora o Sinaloa, todo puede ocurrir. Ni se diga de Tlaxcala.

—Estoy preocupado por usted.

— ¿Ya acabaste? —se puso de pie de inmediato, yendo al espejo de cuerpo completo que tenía el japonés en su habitación. — ¿Qué se supone que soy?

—Pensé que sería bueno aprovechar los músculos que tiene. —comentó Japón, sacando la cámara para comenzar a hacer fotos. —Decidí vestirlo de Luffy, creo que le queda muy bien. —sonrió.

México se miró en el espejo, frunciendo la boca, aunque después sonrió; esas pintas le recordaban a los trabajos de albañilería que había hecho la semana pasada.

—Le enviaré una foto a Canadá. —dijo alegre.

—Lo ayudaré a posar.

Mientras tanto en Francia, Canadá almorzaba con el rubio quién servía a regañadientes la copa de al lado, donde estaba sentado Alemania. Quería pasar un buen rato con su lindo Canadá, ¿por qué había llegado Alemania a interrumpir? El teléfono comenzó a sonar, atrayendo la atención de ambos pues la melodía era demasiado alegre.

"México, México, quiero gritar fuerte, que bonita nación."

M-México le cambio el tono de nuevo. —se excusó, ruborizado. Parando el tono de inmediato. Francia frunció la boca, desde hace bastante que había notado que el latino se pegaba demasiado a Canadá. Aunque le sorprendió que este mismo, apagará tan rápido su teléfono como lo había prendido, sonrojándose todavía más.

— ¿Qué te envió? —preguntó Alemania; con ese rubor era imposible ignorarlo. Además últimamente Canadá no estaba siendo tan invisible como siempre.

¡N-Nada!

Francia tomó su celular antes de que el canadiense pudiera protestar, al encenderlo, encontró la foto de México posando en la casa de Japón. Con la que supuso, sería la mejor foto provocadora que encontraron, cortesía del japonés por supuesto; México era demasiado brusco para pensar algo así detalladamente.

—Le pediré al lindo Argentina que me mande una igual. —chilló Francia.

—México...—Alemania se llevó una mano a la cabeza, pensando en lo que el latino tenía por cerebro en la cabeza. 

México y los países LEAN LA ADVERTENCIA ALVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora