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Bajó del auto, se despidió de sus tíos, fue a su cabaña y tiró sus pertenecías al suelo, sin ganas y con un humor de perros

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Bajó del auto, se despidió de sus tíos, fue a su cabaña y tiró sus pertenecías al suelo, sin ganas y con un humor de perros. No pensaba quedarse encerrado con sus futuros compañeros de habitación, él no iba a estar cerca de esos niños bobos que disfrutaban irse de campamento para estar rodeados de mosquitos y bichos de todo tipo, incluyéndolos.

Pero su estómago rugía. En ese momento se arrepentía de haber intentado esa estúpida huelga de hambre antes de salir de casa.

La puerta de su cabaña se abrió dejando ver a un chico castaño con pantalones cortos, cargando dos maletas. Minho lo miró de arriba abajo, provocando una reacción un tanto brusca por parte del recién llegado.

-Soy Seungmin, tu nuevo compañero de cabaña, supongo -dijo en un tono seco.

-Dios, mátame ahora -rogó Minho para sí mismo, tirándose en la cama.

-Qué cálida bienvenida.

El día estaba bastante soleado y, al salir, Minho se cubrió los ojos. Odiaba cada segundo que había pasado, y eso que había llegado hace tan solo una hora.

Se dirigió al comedor, esquivando a cada perdedor que se le cruzaba. Ni siquiera estaban buenos. Pensaba que tal vez se encontraría con chicos calientes que harían de su estadía no tan deprimente, pero si miraba a su alrededor parecía que se encontraba en medio de una convención de nerds o esas olimpiadas para cerebritos de matemática. Seguramente ese tal Seungmin también era uno de ellos.

Le llamó la atención un chico rubio con las mejillas bastante infladas que no le quitaba la mirada de encima. Estaba bastante lejos, por eso siguió su camino sin mirar atrás. Se sentó en la única mesa vacía y comió un sándwich con demasiado pan. ¿Los cocineros querían engordar a aquellos niños o qué? Como si ya no lucieran lo suficientemente sedentarios.

Observando más allá, se dio cuenta que algunos le estaban clavando la mirada. Pues claro, era un chico encantador, hablando de su físico. Su personalidad podía ser una mierda en las mañanas o durante todo el día, pero había que admitir que Minho era hermoso, él lo sabía, y no perdía el tiempo en sacar provecho de cada situación que se le presentara. Sin embargo, rodó los ojos al notar como dos nerds no lo dejaban de mirar. Él ya estaba más que acostumbrado a esas reacciones, pero Lee Minho no iba a caer tan bajo. Aquellos dos no les llegaban ni a los talones hablando de superioridad en todo sentido de la palabra.

Sin haberlo esperado, el juego cambió cuando se dio cuenta que el chico rubio de antes estaba sentado ahora en el comedor, a unas cuantas mesas de la suya. No pudo quitar su vista de él cuando comenzó a lamer la cuchara de plástico que tenía para levantar su yogurt mientras le daba una mirada bastante seductora.

Al final de cuentas el campamento no resultaría tan aburrido.


Al final de cuentas el campamento no resultaría tan aburrido

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Camp || Minsung - SeungjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora