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Unos sonidos se escuchaban lejanos, algo le acariciaba el rostro con sutileza, que lentamente le decía que no había prisa, que todo se resumía en un profundo sueño, uno en el que no existe ninguna tormenta, uno en el que no se podía sentir ningún dolor.

Merlin despertó, los ruidos eran de algo metálico, chocándose, con prisa, pasos recorriendo toda la habitación, sus ojos miraban un punto fijo, trato de acomodarse, no quería dejar el olor a humedad, el rayo de sol filtrándose por la ventana, estaba sintiéndose tranquilo, después de un largo tiempo.

El hechicero giro sin mucha gana su cuerpo, observo a un Arthur ansioso, acelerado, con un semblante concentrado. Se había vestido con su armadura, sus armas puestas en su lugar, el pelo sin ningún rastro de barro.

-Levántate, Merlin. No tenemos todo el día.- Exclamo empacando algunas de sus cosas en el bolso marrón.- Prepara los caballos, y recoge tus cosas, tenemos que partir, el camino a Camelot es largo, tenemos que llegar allí lo mas pronto posible.

Merlin, todavía observando al rubio, se pregunto acerca de la anterior noche, todo había sucedido tan repentinamente, Arthur lentamente se destruía, pero, como todos, debía ponerse algún interfaz en el rostro, la mente y el corazón. Era hora de regresar, de volver a reinar, y para ello, hacia falta unas cuantas sonrisas, unas cuantas historias falsas, reconstruir el resplandor a base de luz invisible.

El pelinegro se toco la nariz, le dolía un poco, y aun tenia un poco de sangre difuminada por su piel, sin embargo, Merlin no culpaba al rubio. Estaba confundido, realmente estaba sufriendo y necesitaba desahogarse, desesperadamente, todo sucedió muy rápido.

Arthur se acerco a Merlin, y suavemente, con ojos arrepentidos le ofreció un trapo húmedo.

-Perdóname, mi mente estaba nublada. Yo simplemente había perdido el control.- exclamo en un tono bajo, Merlin tomo el trapo y limpio su rostro.- Merlin, enserio no quería golpearte, pero merezco alguna explicación, debemos hablar y aclarar todo esto.- Termino, se le veía mas tranquilo, un poco mas feliz. Regresaría a su pueblo, era obvio que un poco de euforia se asomaría por sus azules ojos.

Merlin tan solo asentio, limitándose a bajar la mirada. Era cierto, tenia que desahogarse, explicar todo por estúpido y sin sentido que pareciera.

El hechicero recogió todas sus cosas, guardo el trapo lardoso en su bolsillo, se acomodo el pelo y las prendas. Dio un ultimo vistazo a la pequeña cabaña, y cerro la puerta. Esa débil estructura seria testigo de otras miles de historias, de personas solas, que admiran las estrellas,hogar de melancolías.

Acomodaron los bolsos en los caballos, y en silencio, cabalgaron hacia los caminos rodeados de bosques, hacia Camelot.

Horas después, el sol se escondía bajo las montañas, y el frió se hacia presente en su alrededor, las horas habían pasado en un completo mutismo. Los dos hombres habían estados sumisos ante sus pensamientos.

-Debemos montar un campamento.-Dijo Merlin en voz alta, observando a un Arthur que cabalgaba rápido.

-No podemos, tenemos que llegar a Camelot.- Respondió sin girar, aumentando la velocidad.

-No podemos hacer eso, los caballos están cansados, yo estoy cansado y hambriento y también debes de estarlo.- Exclamo en un intento de que el rey se detuviera.

-No lo estoy.- frunció su rostro, no quería descansar, no quería dormir, estaba desesperado.

-Arthur, para.- Dijo el pelinegro un poco molesto, cesando el paso de su caballo.

El rubio prosiguió por unos cuantos segundos, pero luego se detuvo el también. Giro su rostro, y observo a Merlin bajándose y tomando sus cosas.

Dreaming Of You (Merthur)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora