Beacon Hills nunca había sido un pueblo muy normal y por eso, solía ser el centro de lo sobrenatural; lo que ningún miembro de la manada de Scott esperaba, era que otra compuesta únicamente por alfas amenazaran tan pronto a sus habitantes.
El mundo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Muchas cosas pueden pasar en una sola noche"
El autobús, finalmente, se acabó estacionando frente al motel Glen Capri. Resignados y sin poder hacer demasiado, los alumnos no tuvieron otra que bajar del bus para la peor noches de sus vidas; un motel no era la gran cosa para dormir.
Isaac removió un poco a Elektra, qué se había quedado dormida sobre su hombro; sin embargo, una medio sonrisa se formó en su cara al mirar como la chica se despertaba al instante, sobresaltada y se ponía en guardia con rapidez. Claro que al ver solo a Isaac, bajo la guardia y bufó; habían llegado a su destino.
Con lo agustito que había dormido sobre el hombro de Isaac... Cosa que no admitiría en voz alta.
—Ya hemos llegado —había dicho Isaac.
—Oh, fantástico —le había devuelto con ironía, levantándose para salir por la puerta más cercana a ellos. Ambos no tardaron en reunirse con el resto del grupo, que les miraron a los dos como si hubieran adivinado su más temible secreto; aún así, Elektra observó el motel y dijo —: espero que éste no sea como esos de las películas.
—Los he visto peores —añadió Scott.
—¿Dónde los has visto peores? —cuestionó Stiles, estupefacto. El entrenador hizo resonar el silbato final; ese maldito sonido estaba empezando a sacar de quicio a Elektra.
—Escuchad, el encuentro ha sido aplazado hasta mañana. Este es el motel más cercano con más habitaciones libres y menos exigencias para aceptar a una panda de degenerados como vosotros —hizo resonar las distintas llaves de entre sus manos —. Vais a ir por parejas. Escoged bien —se la tendió y los alumnos no se lo pensaron dos veces antes de empezar ha hacer parejas e id cogiendo las llaves correspondientes. Quino se acercó a Elektra.
—¿Qué me dices, encanto? —preguntó sin discreción alguna Quino, una vez de frente a la chica; en aquellos momentos era en los que le pegaría un puñetazo a pesar de que fuera mucho más alto que ella —. ¿Pasas de estos dos —señaló a Boyd y Isaac con resentimiento —y compartimos habitación?
—Tampoco es que fuera a hacer un trío con ellos —contestó con gracia Elektra, cambiando su expresión, dejando incómodos a ambos chicos y provocando que el resto soltara una carcajada —. No pienso dormir contigo. Quítatelo de tu enferma mente trastornada.
—¡Y no voy a permitir ningún tipo de perversion sexual! ¡Qué estáis salidos! —el entrenador recalcó eso último mirando a Quino, quien desapareció de allí cuando Finstock le amenazó ocularmente —. ¡¿Entendido?! Vuestras sucias manos metidas en vuestros sucios bolsillos.
