Beacon Hills nunca había sido un pueblo muy normal y por eso, solía ser el centro de lo sobrenatural; lo que ningún miembro de la manada de Scott esperaba, era que otra compuesta únicamente por alfas amenazaran tan pronto a sus habitantes.
El mundo...
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"Desastrosa tormenta"
Era un completo desastre.
El tiempo que se había desarrollado en tan solo una noche podría ser cosa de magia. La tormenta eléctrica que azotaba con fiereza Beacon Hills, era demasiado alarmante como para haber dado esa misma mañana lluvias leves.
La ciudad estaba siendo evacuada y en el hospital, no era más que otro de los sitios en los que más alarmante era la situación; Melissa daba órdenes a las enfermeras de por allí, con una lista entre sus manos. Era realmente abrumador tener que encargarse de que la gente saliera correctamente del hospital.
Las ramas rebeldes de los árboles se colaban incluso por las ventanas, rompiendo los cristales, y casi dañando a los pacientes que se hallaban cerca. Tenían ciertos problemas.
—¿Han sacado a tus pacientes? —preguntó Melissa hacia el doctor frente a sus narices, a quien le acababan de comunicar que su familia se encontraba en peligro por la alerta en la zona donde vivía, pues la tormenta era tan desgarradora y violenta que incluso había logrado llegar hasta varios estados.
—Ah... a todos excepto a Cora Hale —contestó. Melissa le miró con detenimiento, cogió la plantilla entre las manos del hombre y asintió. Le hizo una señal de que se podía ir y puso rumbo a la habitación de la mencionada.
Mientras tanto, en la planta superior, Cora permanencia igual; inconsciente en ese momento. Aunque parecía que su consciencia iba y venía. Peter sostenía un paño sobre su frente, con pos de aliviar su calor, preocupado por su sobrina puesto que nadie llegaba a trasladarla a una ambulancia, como ya habían hecho con la mayoría de los demás pacientes.
—¡Eh! ¡¿Alguien quiere decirme cuándo van a sacar a mi sobrina de aquí?! —inquirió hacia el pasillo, Peter, mirando como los médicos iban y venían con demasiadas cosas entre sus manos, o en la cabeza como para atender al hombre lobo.
—Lo sentimos, pero no estaba... —sin embargo, Melissa paró en seco cuando se dio cuenta de la presencia de Peter Hale. Y es que, la última que ambos se habían visto cara a cara, había sido cuando éste había intentado matarlos a todos. Así que, digamos que para Melissa fue algo impactante al verlo allí, cuando se suponía que debía de estar bajo tierra. Él, siendo consciente de la madre de Scott había parado en seco por eso, se echó un poco hacia atrás con aquella mirada tan suya —. Se supone que estás muerto.
—Me lo dicen mucho... —no pudo evitar usar la ironía. Pero entonces, en ese momento, Cora se levantó bruscamente, colocándose sentada sobre la camilla; sus pulsaciones iban a mil y el aparato que las medía pitaba como loco. Sin más, echó su cabeza a un lado y vomitó sangre negra con otra sustancia alarmante: muérdago.
