La soledad es una sensación, no, más bien un sentimiento. Como muchos otros, pero más complejo, más enraizado en nuestro subconsciente y no nos permite vislumbrar nuestra propia soledad. Nuestra cordura es precedida por la insaciable locura. Te consume, te mata por dentro, te arrastra al fango, se te mete por dentro, calando tus huesos y dejándote inmóvil. No físicamente, sino psicológicamente. Ya no te sientes, ya no sientes tus extremidades, ves tu vida como una simple película, una grabación a tiempo real. Eres un mero espectador envuelto en un mundo de sombras y destellos, pequeños destellos de cordura, pequeños pero que te dan esperanza. Esa esperanza, oh tan alentadora, oh tan bella, oh tan aclamada... es la peor. Solo te recuerda más en la situación de mierda que vives. La propia palabra es una antítesis de lo que realmente es. Solo te genera más desesperación. Cuanta mayor sea tu esperanza, cuanto más alta se halle, casi rozando el cielo, casi rozando las nubes, surcando los aires, libre... mayor será la hostia en el fango, más profundo, oscuro, pestilente y desesperante que antes.
No hay escapatoria, bueno, sí, la muerte es nuestra única salida. Nuestro verdugo será nuestro mesías, nuestro salvador, en el caso de las hembras, nuestro principito azul, salvo que este en vez de tener corona en la cabeza, espada en una mano, escudo en la otra y armadura reluciente, poseerá una larga túnica negra, sin dejarnos ver su rostro y una larga y ensangrentada guadaña, la cual relucirá como si hubiera sido recién forjada. Forjada en el averno, en el mismísimo infierno, atrapando las almas en su brillo y resplandor metálico.
El suicidio, la muerte silenciosa, la muerte de aquellos que están hartos de vivir, estasiados de la vida y llorando por su mísera existencia no era una opción para ella. Ella no podía, tenia miedo del "¿qué habrá al otro lado?". Nunca el dicho "mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer" se hizo tan presente en un ser, tan personificado. Tenía miedo, era irracional, pero, ¿cuando no lo es el miedo? El miedo es aquello que sentimos cuando estamos en peligro. ¿Acaso ella estaba en peligro? No, no lo estaba, pero ella sentía que sí, sentía que el mundo se derrumbaba a su alrededor, que las vidas de aquellos a los que amaba se escurrían entre sus fríos y temblorosos dedos, que su cordura y locura colisionaban, que la balanza de su ser se rompía, desparramando la esperanza y la desesperación por doquier, más sumergidas en el fango...
Pero como se suele decir, tras la tormenta le precede la calma. Como un castillo de naipes, al derrumbarse provocaba un gran estruendo, pero una vez ya en el suelo se silenciaba, se calmaba, como si solo hubiera silencio. Ese silencio ensordecedor, esa soledad ardiente y helada a la vez calaba los huesos de Sam. Toda su vida sintió miedo, hasta aquel momento. En ese momento sintió plenitud y calma, como si finalmente su alma y cuerpo se hubieran fusionado.
Ya no sabia donde empezaba la locura y donde terminaba la locura, era un callejón sin salida, la pescadilla que se muerde la cola... a pesar de todo esto, ya no sentía nada, por una vez no sintió nada.
No sintio nada cuando se llevaron a su padre, no sintió nada cuando fueron raptados/asesinados sus amigos, no sintió nada cuando mataron a su madre... únicamente conmovió su ahora vacío corazón una cosa: el rapto de su hermano. Recuerda el dolor, la impotencia... Todos aquellos sentimientos volvían a resurgir con fuerza, estrujando brutalmente su corazón con cada latido. Ella consiguió huir y ocultarse. El, por el contrario, no. Ella consiguió huir pero de aquella manera: en su huida se cayó de alguna forma hacia abajo, impactando de forma brutal y sanguinolenta su pierna contra el suelo. El resultado fue la pierna derecha rota. Le dolía como mil demonios pero su hermano se había sacrificado para salvarla. No podía rendirse, debía resistir el dolor y la agonía e huir lo más rápido posible. No supo lo que le paso a su hermano pero lo más probable es que lo mataran por conseguir que huyera su querida hermana joven y bella.
Sí, efectivamente era muy bella: una larga cabellera rubio oscuro coronaba su cabeza. Dos zafiros brillaban en su cara, haciendo que su mirada fuera misteriosa y sensual. Una figura bella en forma de reloj, con buenos atributos femeninos por allí y por allá... su belleza fue su perdición. Llamaba demasiado la atención de aquellos seres, en especial, sus ojos. La primera vez que vio uno de aquellos seres este la miró descaradamente de arriba a abajo. Por entonces ella tenia 14 años, pero la edad no parecía importarle. A pesar de su juventud ya estaba muy desarrollada, provocando esto el interés perverso de muchos ellos hacia ella. A ellos les parecía hermosa; para sus compañeros de clase era rara y diferente (ya que la gran mayoría eran morenos con ojos oscuros y apagados). Ella era como un faro, una estela en mitad del cielo oscuro, la oveja clara entre las oscuras; ella era diferente.
Su rareza no solo era física sino también psicológica: su mente era extraña hasta para ella; vivía en las nubes, dormía sobre ellas y se aislaba del mundo real en ellas. Ser una soñadora despierta no es fácil. Muchos te toman como una ignorante, pasota e incluso loca. En cierto modo estaba loca, pero era una locura singular. Solo se manifestaba con sus mas allegados e, incluso con ellos no era del todo sincera. Únicamente era sincera con ella misma, con su yo interno, como lo llamaba ella: muchas veces tenia discusiones con ella misma, mucho mas profundas que con cualquier otra persona. La sinceridad que mostraba a su propio yo era asombrosa. Era la única vez que se sentía ella misma, libre al fin.
Ahora estaba siempre sola y eso hizo que su locura se acentuara y ensombreciera: las conversaciones profundas pasaron a ser reproches, la confidencialidad pasó a ser culpabilidad y la sinceridad paso a ser desprecio por si misma.
Sus horas estaban contadas; llevaba como unos cuatro días con la pierna en ese estado. No podia moverse por el dolor agónico que sentía. Lo peor es que no podia gritar, solo llorar, llorar en silencio. Estaba acostumbrada a hacerlo pero nunca su llanto fue más agónico como entonces.
Aquel día llegaron: aquellos seres llegaron a su barrio a inspeccionar las casas por si hubiera gente dentro. Eran tres, vestidos de militar con trajes negros y armados hasta los dientes. Todos estaban muy musculosos y eran altos pero uno resaltaba sobre los otros dos: un muchacho joven de cabello azulado con ojos Ámbar de pantera. Eran ojos de depredador pero el no los utilizaba, no, más bien no quería usarlos. Los otros hacían bromas pesadas o negras sobre humanos, putas y demás. El chico de cabellos azules se mantenía al margen. No tenia nada que hacer con ellos.
El también fue siempre raro. En su especie, los suyos suelen desarrollar deseos carnales y voraces a una edad temprana pero en su caso nunca surgieron. No sentía la lujuria y el deseo de otros, no sentía nada de eso. Sentía un vacío apabullante en su interior que le desgarraba por dentro. Fue el chico raro entre las vestías; el depredador con los dientes mas afilados que no los enseñaba. Era mas fuerte y astuto que el resto, e incluso más inteligente. Todos le tomaban por un raro y eso fue su mejor ventaja que mejor supo utilizar: con su rareza e independencia (ya que casi no hablaba con nadie más salvo unos pocos camaradas) logró desarrollar un plan para escapar y vivir su propia vida lejos de sus congéneres. No le gustaba su destino, mas bien lo repudiaba. Por ello se propuso a cambiarlo, ha decidir por si mismo su camino en la vida, a pesar de que fuera difícil.
Su plan consistía en que, una vez que llegaran a las casas el entrara a una sola y los otros a otra. Esperaría a que estuvieran dentro y saldría por la puerta de atrás de la casa. Detrás de aquellas casas se extendía un gran y vasto bosque. Sería su oportunidad de esconderse y huir. Llevaba pocas cosas pero, para decir verdad no necesitaba más.
Llegaron al barrio solitario. Seguramente en su día estuvo lleno de vida y color. Ahora era un triste recuerdo en tonos grises: las fachadas de las casas estaban apagados, las aceras invadidas por las hiervas sin control y todo rastro de la humanidad fue reemplazado por silencio. Ese silencio finalizó cuando esos dos chicos comenzaron a reír. No los aguantaba.
En la primera casa se metieron ellos. Así puso en marcha su plan. Para decir verdad no insistieron tanto en el por que quería ir a la casa el solo ya que ellos preferían estar solos los dos y no con el chico raro de gran altura y ojos felinos. Se adentro en la casa. Tuvo que romper la cerradura, cosa que ya le mosqueo pero no dio mas importancia. Cuando entro pudo observar el deterioro de la estancia: muebles carcomidos por El Paso del tiempo, los suelos rotos, luces apagadas o fundidas, las paredes descascarilladas... le daba asco. Su propia especie le daba asco. Nadie merecía que su vida, casa, familia y amigos fuera destruida, sepultada y mancillada. No se sentía cómodo en la casa. Sentía que era un intruso. "Lo siento"; murmuro antes de entrar y cerrar la puerta tras el. Lo siento por todo, por mis actos, por mi especie, por mi destino, por mi pasado... era asqueroso pero necesitaba ver si había algo útil en la casa para su huida. La sala de bajo tenia poca cosa. Se dirigió inmediatamente a la planta de arriba. Las escaleras daban a un pasillo y justo al terminar la escalera, a la izquierda había una habitación. Estaba cerrada pero eso no le impidió entrar para buscar algo de utilidad.
Sus corazones se pararon, los de ambos. Ninguno de los dos esperaba al otro. Sin embargo, la sorpresa del muchacho fue eso, sorpresa; la de Sam fue terror. Se miraron fijamente a los ojos los dos. Ella nunca había conocido a nadie con ese color amanecer y el nunca había conocido a nadie con ojos de mar embravecido. Se perdió en los ojos de la chica por un segundo. Eran tan profundos, eran tan bellos, eran tan, tan... tristes. Eso encogió su estómago. Ella no respirab bien, le estaba dando un ataque de pánico. Sabia ya cual era su futuro y lo pero es que no c¡podia huir ni defenderse. Trato de moverse desde el suelo (ya que estaba bajo su escritorio) pero no pudo por el dolor en la pierna. Ahogo un gemido de dolor. El entonces vio la gravedad de sus heridas; no sabia como si quiera podia estar consciente con esa pierna, como no se había desmayado. El desconocía el calvario que sufrió durante aquellos eternos días y noches, sola. Tenia que irse el rápido pero simplemente no pudo. A pesar de ser un depredador su corazón se conmovió con la pobre humana indefensa, aterrada y llorando. Su estomago volvió a dar otro vuelco. No podia dejarla allí ya que, si lo hacia, ellos la encontrarían y raptarian. Su destino seria la prostitucion y violacion. No podía dejarla allí, sencillamente algo en su interior se lo impedía.
Dio un paso hacia delante, haciendo que la chica se asustara mas y moviera en el sitio. Volvió a gemir de dolor.
-Hey, no, no pasa nada, ¿lo ves?- dijo, soltando su bolsa que llevaba al hombro y dejaba el cuchillo y la pistola que llevaba en los pantalones cargo oscuros-. No voy a hacerte daño, te lo juro- miro a su pierna-, solo quiero ver tu fractura. Tiene una pinta muy fea.
Sus palabras no la serenaron en absoluto. Estaba nerviosa, histérica incluso. Solo pensaba en huir y no escuchaba lo que decía el muchacho peliazulado. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella se agachó y la miro a los ojos. Ella se alejo nuevamente hacia atrás, dándose contra la pared y aullando de dolor.
-Por favor, cálmate, de verdad.
Extendió su mano pero, cuando fue a rozarla ella le dio un puñetazo en la mano. Era peleona y eso le hizo de alguna forma gracia. Se resistió y al final el tuvo que cogerla de sus dos brazos con su mano y con la otra su barbilla.
-¡Para! ¡Para, por favor, te vas a hacer mas da-...!
No consiguió terminar la frase. Ella empezó a llorar desconsoladamente. Sus ojos estaban aun mas tristes. Con su mirada acuática suplicaba clemencia. Ahora no le dio un vuelco el estomago, sino el corazón. Por instinto la acarició la barbilla. Su mano subió hasta sus mejillas, las cuales acaricio, llevándose varias lágrimas cálidas consigo. Ella le miro ahora fijamente. Estaba confusa, no entendía que hacia, por que no estaba ahora matándola, raptandola o violandola. Solo estaba, estaba... consolándola. Finalmente cedió y con ello el la soltó de las manos. No apartó la mano de su cara. Se sentía muy cálida y suave. La levanto la barbilla y la miro.
-No voy a hacerte daño. Tan solo quiero ayudarte- miro su pierna dolorida-, debe doler mucho, ¿no?
Ella asintió. Dolía horrores. La muchacha bajo la mirada y asintió tenuemente. El lo tomo como un sí y, sin decir nada toco su pierna. Ella volvió a gemir de dolor y se revolvió en el lugar. El la pidió perdón por ello. Ahora pudo ver que estaba su hueso partido en dos. Era una fractura muy fea pero podia hacer algo.
La miro seriamente:
-Te puedo arreglar la pierna pero va a doler y cuando digo doler es un dolor insoportable. No lo estoy haciendo a posta el dolor asi que, por favor, déjame ayudarte.
Ella volvió a alzar la mirada y le miró a los ojos. Su mirada era sincera. Tal vez era bondadoso en verdad, tal vez en el la maldad no era tan oscura e intensa, tal vez era diferente...
Volvió a asentir. El entonces actuó. Cogió su gemelo derecho con ambas manos, preparado para mover el hueso y poder soldarlo asi mejor. A ella le dolió pero se aguanto. El volvió a mirarla fijamente.
-Voy a empezar, ¿vale?
La miro con una mirada serena y sincera, muy apuesta a lo que eran realmente sus ojos. Ella volvió a asentir.
En el momento en el que lo hizo con un rápido movimiento consiguió recolocar ambas partes del hueso.
Ella lloro, gimió, babeo y finalmente se desmayo por el dolor.
El, por el contrario, cuando movió el hueso sintió su corazón estrujarse en su pecho y delante de el comisionaros fuegos artificiales y luces. Por delante de su vista pasaron muchas imágenes, a cámara rápida pero las vio nítidamente. Era el, con ella. En algunas estaban andando juntos, en otras hablando, pero una se le quedo grabada en la cabeza: los dos besándose. Estaba en shock.
Él, flipando; ella, desmayada. Ambos desconocían que, aunque quisieran elegir su destino era el destino mismo quieres les había llevado hasta allí, el que les había conducido a eso, el que les había ayudado a encontrarse.
Así daba comienzo una historia no cualquiera, sino su historia...Continuará...
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Liberty
AdventureAntes mi vida era sencilla; una familia, unos pocos amigos, una rutina que se repetía inexorablemente, una vida... Todo aquello cambió. Nadie supo ni cómo ni por qué, pero pasó. La humanidad perdió sus derechos, como de un día para otro todos fue...