Infinita y perpetuamente

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Nadie es inocente, pero tampoco nadie es culpable. Somos únicamente la encarnación de lo que hacemos, de lo que pensamos, de lo que creemos. Nuestro pasado es sombra y nuestro futuro depende de nuestro presente. Alguien alguna vez dijo que ningún hombre elige el mal por hacer el mal, solo confunde la felicidad con el bien que buscamos, que deseamos. Y no hay nada más traicionero que el deseo, porque es infinito, porque es perpetuo. ¿Será que es el mal que amamos? ¿Será que nos seduce hasta hacernos descender?  Y si bien el descenso es fácil, salir de ese supuesto infierno no lo es, pero aún así creo que te amo como se aman ciertas cosas oscuras. Te amo como el deseo, infinita y perpetuamente, sin importar si está bien o está mal.

Poesía ContemporáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora