Mi querida amiga Emma
Emma me estaba esperando en el aeropuerto. Me quedé sorprendida al verla, había cambiado
mucho. Solté mi carrito con las maletas y caminé hacia ella con los ojos llorosos.
— ¡Aby que alegría verte!— me abrazó con tanta fuerza que casi me hizo daño—. ¡Déjame que
te mire, estás guapísima!
Me había puesto un pantalón negro y ancho de esos con cintura alta, una blusa blanca sin
mangas, una chaqueta de lana fina, mis fabulosos zapatos de tacón y mí querido bolso Louis
Vuiton. Emma me hacía girar para verme desde todas las perspectivas.
—Tú también estás estupenda—. Ella hizo un gesto de incredulidad.
—Yo tengo pinta de mamá, con unos kilos de más y mi ropa dice” tengo dos niños que me
consumen todo el tiempo”—. Su sonrisa demostraba que no le importaba en absoluto su
imagen, su familia era lo primero.
Llevaba el pelo muy corto y de su color natural, un castaño oscuro y brillante. Unos pantalones
grises de algodón, camisa blanca de manga larga y unos zapatos planos. Su aspecto no era
descuidado, pero si el de la típica mujer casada que tiene tantas cosas que hacer, que cuando
sale de casa se pone lo más cómodo y práctico. Pero nada de esto le restaba belleza, porque
Emma era muy bonita tanto por dentro como por fuera.
—Emma, siempre serás preciosa.
Su sonrisa le iluminó la cara y me abrazó de nuevo, ésta vez con más suavidad.
—Bueno Aby, vayámonos a casa.
Con su ayuda llevamos las maletas al coche, las cargamos y nos encaminamos hacia el
apartamento en el que vivía con su marido y sus dos hijos.
—Ya te he conseguido un nidito donde vivir— me dijo mientras conducía—. No es muy grande
pero creo que te va a encantar. Tiene una habitación, baño, salón y cocina. Y lo mejor de todo,
una maravillosa y gran terraza con estupendas vistas.
—Que bien, Emma eres un amor.
—Lo mejor de todo es la seguridad.
— ¿Cómo?
—En ese edificio casi todos los que viven son policías. Está cerca de la comisaría y el dueño
puso precios especiales para polis, te podrás imaginar que con el sueldo que tenemos, muchos
de los muchachos decidieron cambiarse allí. Ahorras en transporte y en alquiler. ¡Vamos unchollo!
—Eres la mejor, además de encontrarme un apartamento has conseguido que ahorre dinero.