Capítulo 2

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X

Samantha estaba cansada. Y harta. Ese era su tercer año en la universidad pero cada día ella sentía como si fuese el primero. Los trabajos y prácticas no parecían parar, a pesar de que a su pensum ya no le quedaban tantas materias. Ella había pensado que para ese momento en su vida de estudiante podría seguir el ritmo universitario con más facilidad. Pero no. Todo era más tedioso, las horas de clases parecían más largas y sus compañeros de clase eran más presuntuosos e insufribles que los recién ingresados. 

Realmente no podía ver la hora en la que esa pesadilla acabara. 

Cerrando el libro con el que había estado trabajando y poniéndolo a un lado junto con su cuaderno y estuche de lápices, se recostó sobre la mesa queriendo descansar su espalda. El cuatrimestre prácticamente acababa de empezar y ya ella estaba abarrotada de tareas, todas ellas para entregar en la siguiente clase. Honestamente, se estaba volviendo loca. 

¿Cómo era posible que sólo 6 materias de 3 horas a la semana cada una fuesen tan dañinas para su salud física y mental, cuando en la escuela ella solía llevar mínimo 12 materias por cuatrimestre? Sin contar sus clases extracurriculares. No tenía el más mínimo sentido. 

Su teléfono empezó a sonar justo en ese momento, una de sus varias alarmas notificándole que era hora de empezar a prepararse para ir a trabajar. Sus manos se enredaron en su corto cabello oscuro, alborotándolo aún más de lo que lo había hecho durante las dos horas que llevaba allí sentada, un quejido saliendo por entre sus labios. ¿Qué parte de que estaba cansada el universo no podía comprender?

Después de apagar la molesta alarma, y dejando salir otro quejido, se dispuso a prepararse para el trabajo. Por más que su cuerpo le pidiese una siesta en esos momentos, ella no podía darse el lujo de holgazanear. Necesitaba ese trabajo, quizás más de lo que necesitaba terminar su carrera. 

Samantha se había mudado de casa de sus padres al momento de cumplir la mayoría de edad, pocos meses después de haber iniciado su primer cuatrimestre en la universidad. Se había mudado a un modesto apartamento no muy lejos de la zona universitaria, y trabajaba a tiempo completo tarde-noche en un Call Center a media hora de distancia en autobús. Sus días consistían en ir a la universidad en las mañanas y parte de la tarde, almorzar mientras estudiaba y salir a la carrera hacia el trabajo para poder llegar a tiempo a pesar de la hora pico. 

Durante la semana realmente no tenía mucho tiempo libre para socializar, porque las horas libres entre clases solía pasarlas en la biblioteca o en la cafetería, estudiando mientras desayunaba. Afortunadamente, tenía los fines de semana libres para hacer lo que quisiera, pero como siempre estaba cansada, pasaba la mayor parte del tiempo encerrada viendo series y películas. O compartiendo con Karen, la cual a veces creía que vivía con ella. 

Michael vivía no muy lejos de ella, a unos 20 minutos a pie. A pesar de que se habían distanciado un poco con los años, Samantha seguía considerándolo uno de sus mejores amigos. Y al igual que Karen, él solía visitarla con frecuencia, aunque fuese sólo por un rato. 

A Michael le iba mejor que a Samantha, eso era seguro. Su padre le había ayudado a conseguir una pasantía en una firma de abogados en sus últimos meses de secundaria; y ya para cuando se habían graduado, el joven había estado formalmente contratado como asistente. Ventajas de tener relaciones laborales, pensaba Samantha con frecuencia. Tenía un vehículo y un salario quizás un tanto excesivo para un simple estudiante universitario, y vivía en un apartamento más grande de lo necesario. 

Michael no era rico, pero vivía una vida cómoda y podía darse todos los lujos que quisiera para complementar su carácter un tanto altanero y presuntuoso (palabras de Karen, no suyas). 

SoulmatesWhere stories live. Discover now