Capítulo 4

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Cuando Samantha volvió en sí, Karen estaba a su lado, sentada con su cabeza sobre sus piernas y una mano sobre su pecho, llamándola insistentemente. Había desesperación en su tono, y ahora que los nublados ojos de Samantha se enfocaban bien en ella, podía notar que estaba hablando por teléfono con alguien. Cuando finalmente notó que Samantha estaba despierta, se lo comunicó a la otra persona con la que hablaba con un suspiro cargado de alivio, colgándole instantes después. 

—Sam, gracias a Dios que estás bien. ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo?

Samantha no sabía qué responder. Es más, ni siquiera estaba segura de si podía articular palabra en esos momentos. Estaba confundida, pensamientos arremolinándose en su cabeza impidiéndole el poder discernir una idea de otra. Su garganta estaba bloqueada por un nudo que aún le dificultaba el poder respirar con normalidad. Y su pecho se sentía extraño, oprimido y vacío, carente de las emociones que usualmente sentía debido al vinculo que la unían con Michael. 

Michael...

Sus ojos se anegaron en lágrimas al pensar en él, al recordar lo que estaba haciendo, al recordar que la había engañado. Karen notó sus lágrimas, y sin dudarlo ni preguntarle nada, la envolvió entre sus brazos, no necesitando que Samantha se explicase. 

Esta no era una situación extraña para ellas; Samantha llorando o teniendo ataques de ansiedad debido a su Marca. Samantha había perdido la cuenta de todas las veces en las que se vio en una situación similar, incluso durante sus días en la secundaria. Michael siempre era el responsable de sus lágrimas, por lo que Karen ya no preguntaba qué había sucedido. Sólo le ofrecía un hombro en el cual llorar y oídos para escucharla desahogarse. Era lo único que podía hacer. 

Cuando el llanto de Samantha se calmó un poco, su amiga le sugirió que se sentaran en el sofá, porque aún seguían desparramadas en el incómodo suelo de la entrada. Samantha aún estaba débil, sus rodillas apenas soportando el peso de su cuerpo, por lo que necesitó de la ayuda de Karen para ponerse de pie y encaminarse hacia la sala. 

Con Samantha sentada sobre el sofá, prácticamente desparramada contra el respaldo, Karen se movió por el apartamento a hacer sabrá Dios qué. En esos momentos, Samantha no tenía interés alguno en seguir a su amiga con la mirada para saber qué estaba haciendo. Se sentía agotada, no sólo por el trajín del día sino también por todas las emociones con las cuales había sido acosada desde que se había despertado esa mañana. 

Movió la cabeza hacia un lado para ver la hora en su reloj de pulsera, notando que pronto sería media noche. Suspiró. 

Karen volvió a su lado a los pocos minutos, con una taza de té de manzanilla en las manos. Se sentó pesadamente a su lado, y después de evaluarla con la mirada durante unos minutos, se la ofreció. Su rostro estaba cargado de emociones que Samantha conocía de sobra, por lo que se resignó ante el hecho de que era probable que esa noche escucharía una vez mas el mismo sermón que Karen solía darle en ocasiones. 

Karen dejó salir un pesado suspiro, su postura relajándose visiblemente cuando Samantha se atrevió a tomar un pequeño sorbo de su bebida. 

—No sabes lo preocupada que estaba, Sam. Jon me llamó nervioso, diciéndome que te pusiste rara de pronto y saliste de la casa de Michael como alma que lleva el diablo. Y cuando vengo a ver cómo estabas, te encuentro inconsciente en la entrada. 

Hizo una pausa, y Samantha empezó a sentirse nerviosa, a pesar de saber cómo continuaría esa conversación. 

—¿Qué pasó? 

Samantha abrió la boca para explicarse, pero las palabras no quisieron salir. Sus ojos volvieron a anegarse de lágrimas, las cuales ella hizo intentos sobrehumanos para controlar e impedir que salieran. No quería llorar más, no por eso. Por lo menos no esa noche. 

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⏰ Last updated: Feb 04 ⏰

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