~ Rey y Reina ~

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Entre tantos preparativos, por hacer, los días prácticamente pasaron en un abrir y cerrar de ojos, Elizabeth yacía frente al espejo con aquel vestido blanco con tonalidades coral, no quería llevar un vestido completamente blanco como era la costumbre, el vestido blanco representaba que la novia llegaba pura y virgen, y ese no era su caso.

Todo estaba perfecto, la diadema de flores en su cabello que lo recogía por detrás, dejando caer unos mechones de lado, en la parte de delantera tenía una trenza de lado, y el velo era sostenido por la diadema, su ramo de cristales y topacios color coral, y el de rosas naturales que ella mismo corto de su jardín, quedó todo tan bello que estaba fascinada con todos los detalles.

Su vestido tenía una larga cola de casi 10 metros, no llevaba corsé debido a su embarazo, las mangas largas con pedrería y transparencias, el faldón en corte de sirena que se extendía al terminar sus glúteos.

Para ella era el vestido más hermoso de novia que había visto.

Estaba sola, esperando a que llegara la hora de salir.

En su mente estaban los días que pasó previos a su boda, los ensayos, la toma de medidas para los vestidos, la demostración para elegir el banquete y el pastel.

Había pasado por tanto y ahora todo culminaba en ese día tan esperado por ella y Meliodas.

Miro el reloj, las 6:30, se puso de pie al mismo tiempo que sonó la puerta de su habitación.

-¿Estas lista Elizabeth?-

Era la voz de su padre, la hora había llegado.

Ella camino a la puerta, abrió dejando pasar a su padre.

-Te ves realmente hermosa Elizabeth, como una diosa.-

Se sonrojo y agradeció a su padre.

-¿Nos vamos ya?-

Pregunto mientras le mostraba su brazo para que ella lo tomara.

Agarró sus dos ramos y salió junto a él.

Mientras caminaba escuchaba el sonido de sus zapatos de tacón sonar en cada paso.

Llegó al final del pasillo, continuaron caminando hasta llegar al principio de las escaleras.

Sus empleados la esperaban abajo todos con la cabeza inclinada.

La reina tendría por fin a su rey.

Bajo cada escalón con seguridad pero por dentro sentia muchos nervios.

Llegó hasta el salón principal y continuaron caminando.

Bajaron las escalinatas que los llevaban al jardín delantero, pero la boda sería en el jardín trasero que era el más grande.

Cuando estaban por avanzar más, Gelda llegó junto a las demás damas.

Todas miraban a la reina con mucha alegría y emoción, sobraban las palabras para decirle que lucía perfecta y bella.

Sus damas tomaron posición junto a los dos pequeños pajes.

La niña iba a la delantera con su canasta llena de pétalos de rosas blancas.

Detrás de ella el niño con el almohadon.

Seguido de Katherine, quien llevaba los anillos.

Diane con el lazo.

Elaine con una cajita de monedas de oro.

Y Gelda con el ramo de pedrerías.

Cada objeto tenía su significado, y era importante.

La marcha nupial comenzó a sonar, apretó con un poco de fuerza el brazo de su padre.

-Tranquila cariño, sé que no te lo eh dicho, pero me alegro que encontrarás un buen hombre para compartir el resto de tu vida, sé que él no es de la realeza pero ah demostrado que te ama sinceramente lucho junto a ti para recuperar el reino, sé que junto a él serás feliz.-

-Claro que si padre, junto a él seré muy feliz.-

Baltra sonrió tranquilo, le coloco el velo sobre su rostro y esperaron el momento para entrar.

Dio su primer paso segura de sí misma, pero conforme avanzaba esa seguridad iba disminuyendo, todas las miradas estaban sobre ella, estaba acostumbrada a eso, pero ese día era especial.

Logro ver a Meliodas de pie junto al altar, con su traje blanco impecable, sus cabellos rubios peinados, lucia muy elegante.

Un leve sonrojo apareció en ella.

A pesar de todo el tiempo que había pasado con el aún se sonrojaba de verlo así.

Llegaron por fin cerca de el, Baltra soltó la mano de su hija y se la entrego a Meliodas, el la tomó gustoso.

-Te entrego lo más valioso de mi vida, has feliz a mi hija por favor.-

Meliodas asintió.

Baltra se alejó de ellos y fue a su asiento.

La ceremonia fue emocionante y especial.

Ya que en ella hacían jurar a Meliodas proteger el reino junto a Elizabeth con una mano sobre la biblia.

Luego le imponían una capa roja con dorado, para luego colocarle la corona que lo nombraba Rey.

Al imponerle la corona, el se daba vuelta hacia todos y ellos hicieron reverencia.

Elizabeth lo veía orgullosa.

Siguiendo con la ceremonia, decían ante todos sus votos matrimoniales, imponían el lazo, los anillos, y colocaban las monedas de oro en las manos de los esposos.

La ceremonia concluía con el ya tradicional "Acepto".

Se dieron un tierno beso en los labios mientras los presentes aplaudían felices.

Después de la ceremonia la fiesta empezó.

Elizabeth dejo su ramo de rosas en el altar para reemplazarlo por el de pedrería.

Llegó junto a Meliodas a la pista para inaugurarla con su baile de recién casados.

-¿Estas listo?-

Pregunto con una dulce sonrisa.

-Para ser sincero estoy nervioso, pero creo que lo haré bien.-

Respondió sincero.

-Estuviste ensayando mucho cariño, lo harás bien seguramente.-

La dulce voz de su ya ahora esposa lo hacía sentir mucha tranquilidad.

Tomo la mano de ella y en la otra le colocaron por Elaine una bolsita de monedas, símbolo de que procuraría junto a Elizabeth el bien del reino.

El baile era sencillo, solo danzaban de lado mientras iban pasándose la cajita de monedas. Al terminar este, devolvieron la caja y bailaron el vals tradicional de los Reyes no era complicado en si, pero tenían que estar muy coordinados todo el tiempo.

Al término de este baile, los Reyes más importantes cercanos a Inglaterra se reunían en la pista para empezar un nuevo baile.

Hacían un círculo con sus parejas y las iban girando para que cada quien bailará con una diferente, de esta manera aceptaban ante todos a la nueva pareja de esposos.

Por fin terminaron los bailes, Elizabeth y Meliodas se dieron una pausa para ir por bocadillos, ella comenzaba a tener hambre.

Se sentaron en su gran mesa y tranquilos comieron de los bocadillos.


La velada continúo con mucha tranquilidad y armonía, todos disfrutaban de la fiesta y de los bocadillos, la prensa tomaba muchas fotos a los nuevos Reyes de Inglaterra, esperando que el reino continuara con su esplendor recién recuperado por Elizabeth.

Pero ahora con Meliodas a su lado no había nada que temer.

~ Leal a ti ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora