Había pasado un día entero desde que mataron a los supuestos traidores. Los apilaron encima de varios troncos y los quemaron. No sabía si alguno practicaba una religión diferente. De todos modos, no le importó mucho, y no había tiempo para enterrarlos.
Ninguno de sus hombres murió, ni resultó herido. Era lógico, sus hombres no eran idiotas, no se dejarían matar por una banda de bandoleros.
Habían levantado un campamento en las afueras del bosque, ya que tardaron mucho en apilar los cadáveres y en sacarles todo lo que tenían. Eran muchas tiendas, las suficientes para albergar a casi cien mercenarios.
Aunque eran casi un centenar, sólo confiaba en ocho.
_ ya preparamos la tienda para la dama_ dijo Landel con una sonrisa.
_ bien, Landel _ respondió Tenett_. Que le lleven comida y bebida. Que vigilen la tienda, por si acaso.
_ enseguida _ dijo Landel, que estaba a punto de irse.
Landel era un hombre ya maduro, cuando se fundó la compañía, él ya tenía cincuenta; de eso ya habían pasado cinco años. Fue el primero que se unió. Era lo suficientemente musculoso para la edad, sus brazos aún podían quebrar cráneos. Su rostro, estaba surcado de algunas arrugas; su pelo y barba eran largos y grises como los días de invierno. Llevaba una armadura lamellar que había conseguido hace un par de años. Usaba por lo general, una espada o un hacha. Todos le tenían mucho respeto.
_ espera Landel.
_ ¿Sí? _ preguntó el anciano.
_ encárgate de que nadie le haga daño _ le dijo Tenett_. Después iré a hablar con ella.
Landel asintió y se retiró.
Tenett entró en su amplia tienda. Poseía sólo lo necesario. Una mesa rústica, un par de taburetes y una cómoda cama móvil. Tenía algunas alfombras de piel de lobo, oso y venado. No necesitaba mucho.
Tenett se quitó la armadura para poder descansar bien. Se puso un jubón negro, tomó un trapo blanco y salió.
Se dirigía al arroyo que pasaba cerca del campamento. En el camino saludaba a varios de sus hombres.
Las tiendas no eran todas iguales, pero sí eran bastante eficientes. Al lado de cada tienda había un carromato grande y dos caballos.
Los olores se mezclaban en el aire. Humo, sudor, excremento y lo mejor de todo, carne asada. No eran grandes cocineros, pero se las arreglaban.
En el camino se encontró con dos de sus mejores hombres.
_ ¿A dónde vas Tenett? _ preguntó Galen.
Galen era el que había disparado. Era uno de los mejores arqueros de la compañía. Era el menos musculoso de los ocho, pero lo compensaba con una vista magistral y agilidad de renombre. Su gambesón verde siempre estaba bien cuidado. Llevaba dos años con ellos.
_ iré a lavarme en el arroyo _ respondió Tenett.
_ te acompañaremos _ dijo la otra figura. Su voz era femenina. Fælin era su nombre.
Fælin era una de las pocas mujeres que tenían, además de ser la más antigua. Llegó después de Landel. Era una mujer joven y muy hermosa, con el pelo negro y el cuerpo atlético cubierto de una armadura que ella misma se forjó, sumada a una larga cota de malla. Manejaba la espada mejor que muchos hombres. Había crecido en el mismo pueblo de Tenett.
_ está bien _ dijo Tenett. No era malo hablar con alguien de vez en cuando.
Llegaron al arroyo, frío y poco profundo, en dónde se limpiaron el rostro y las manos.
Tenett se quedó un momento mirando su reflejo. Solía hacerlo a menudo. Lo tranquilizaba y lo ayudaba a pensar.
Su rostro era cuadrado y curtido por el sol. Sus cabellos largos y negros caían hasta sus hombros. Sus ojos celestes y su barba puntiaguda causaban cierto espanto. Mejor para él.
Los otros dos esperaron a que se levantara para poder hablar.
_ Tenett, ¿Cuál será nuestro próximo trabajo _ pregunta Fælin.
_ ¿Por qué tanto entusiasmo? _ Tenett se estaba secando el rostro y las manos _. No dudo de que aún quieras luchar, Fælin. Pero no deberías estar tan ansiosa.
_ no lo digo por mí, Tenett _ espetó la mujer _. Sólo repito lo que dicen los hombres.
_ ¿Y qué dicen?
_ dicen que los últimos trabajos no son dignos de una compañía mercenaria _ responde Fælin.
_ es cierto, lo he escuchado _ comentó Galen.
Tenett arqueó una delgada y oscura ceja.
_ ¿Así que no son dignos? _ dijo Tenett con fastidio _. La próxima vez trataré de que los trabajos sean los más peligrosos. Después no quiero que se quejen cuando la mitad sea devorada por gusanos en el fondo de la tierra.
Siguieron a Tenett hacia el campamento.
_ Tenett, sabes que yo solo repito lo que dicen _ se apresuró a decir Fælin_. Sé que haces todo lo posible para que esta compañía mejore. Tú eres el líder. Sabes también, que yo te seguiré a dónde vayas.
_ ya empezamos _ rió Galen.
Fælin se ruborizó y le dió un puntapié a su compañero, que gimió de dolor durante unos instantes.
Tenett no les prestaba atención. Sus pies se encaminaron hacia su tienda; pero dobló hasta la tienda que estaba a la izquierda.
_ díganle a los demás_ ordenó Tenett, mientras caminaba_. Que esta noche comeremos en mi tienda. Comentaremos todo lo que podamos hacer.
_ está bien, Tenett_ dijo Galen con voz ahogada.
Rápidamente se fueron y Tenett se dirigió a la tienda, custodiada por dos de sus hombres.
Los soldados saludaron a su líder. Tenett, sólo inclinó la cabeza y entró.
En el interior estaba la temerosa silueta de una joven. Estaba acurrucada en una especie de cama, con la ropa rasgada y sucia. Era bella, Tenett lo reconocía. Tenía el cabello rubio, enmarañado y sucio. Cuando lo vio entrar se asustó mucho, y se tapó el cuerpo con una sábana.
Tenett tomó un taburete cercano y se sentó. La escrutó unos segundos.
_ no debes temerme, niña _ dijo Tenett, que luego pensó que no tenían tanta diferencia de edad_. En teoría estás a salvo.
Eso no la tranquilizó. Se escondió más en sus sábanas.
_ veo que hace frío _ Tenett observó las precarias sábanas _. Haré que te traigan algo mejor. Mis hombres son buenos matando, no tanto en cortesía.
La muchacha lo miraba con miedo.
_ ¿Cómo te llamás? _ preguntó el mercenario. La muchacha tampoco respondió.
_ ¡Te hice una pregunta! _ gruñó Tenett, bastante irritado _. ¿Cómo te llamás?
_ D, Diniel _ tartamudeó la chica, escondiéndose tras sus sábanas.
_ bien Diniel _ dijo Tenett_. Cuando yo pregunto algo, se me contesta. ¿Queda claro?
Diniel asintió temblorosamente.
_ puedes dejar de esconderte en las sábanas _ bufó Tenett _. No me interesa lo que se esconde detrás.
De hecho sí que le interesaba. Pero no sé atrevería ni a tocarla. No correría ese riesgo. Podría aplacar sus deseos en otros lugares.
_ ordenaré que traigan todo lo necesario para que te bañes y te vistas _ dijo Tenett _. No puedes presentarte ante tu padre, vestida así.
_ gracias _ dijo Diniel, aún temblorosa.
_ no me agradezcas todavía _ recomendó Tenett_. Reza para que tu padre nos pague. Si no lo hace, tú lo pagarás.
Diniel se puso blanca como un cadáver.
_ no intentes hacer locuras, niña _ dijo Tenett _. Porque aunque estés bajo mi protección, me puedo enojar.
Dicho esto, el mercenario se levantó y salió al exterior.
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Caminos de Piedra Roja
Actionla historia de una compañía mercenaria, que por imprevistos del destino se verá envuelta en una guerra terrible. Su líder hace todo lo posible por mantener a sus hombres a salvo ¿Podrá protegerlos de una promesa que el mismo hizo? ¿Podrá salvarlos...