capitulo 4

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Tu eres mi Ángel

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-Albert creo que deberíamos irnos. Apenado rompí todo tipo de contacto con ella.

-Entonces vayámonos, tenemos un largo camino. Dije abriéndole la puerta del auto.

El camino fue algo normal Karina se la pasó dormida siempre hacia pequeños descansos para verla dormir, ella es muy linda lastima que tenga malos hábitos. No quise despertarla simplemente recorrí el bosque yo solo y tome algunas fotos hermosas para nuestra galería.

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No saben lo bien que se siente estar aquí, el hermoso sonido de los animales y de los árboles, el olor a humedad, el hermoso atardecer, no se pero la naturaleza siempre me trae paz, Dios nos ha regalado una hermosa obra de arte que lastimosamente ...

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No saben lo bien que se siente estar aquí, el hermoso sonido de los animales y de los árboles, el olor a humedad, el hermoso atardecer, no se pero la naturaleza siempre me trae paz, Dios nos ha regalado una hermosa obra de arte que lastimosamente no hemos sabido apreciar.

Después de tomar las fotos decidí ir para armar la carpa pero me impresioné por que ya estaba armada le tomé una foto por que se veía muy lindo, y vi a Karina sentada en un tronco frente a la fogata, fumando un cigarrillo.

-¿No crees, que estas en un lugar hermoso para fumar? Ella simplemente alzó la mirada y me dio una sonrisa fingida - No tenias porque hacer todo esto tu sola

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-¿No crees, que estas en un lugar hermoso para fumar? Ella simplemente alzó la mirada y me dio una sonrisa fingida - No tenias porque hacer todo esto tu sola. Hable tratando de ser gentil.

-Tu haz hecho mucho por mí. Lanzo el cigarrillo y a los pocos minutos se estremeció y empezó a temblar pero no se si es por el frío o es por el  efecto de la droga, fui, y busqué una cobija, me acerqué a ella y le abracé; cubriéndonos con la cobija.

-Karina puedo preguntarte algo. Le dije mirándola para tratar de entablar algo de confianza entre nosotros.

-Si. Respondió ella después de unos cuantos minutos.

-¿Que tipo de trabajo tienes? Creo que fue mala idea preguntarle eso, apenas solté la pregunta ella se incomodo mucho se despegó de mi y empezó a colocarse muy nerviosa - No tienes que responder si no quieres. Le dije para tratar de calmarla.

-Albert, puedo confiar en ti. Dijo con la voz quebrada.

-Si. Le respondí colocando toda mi atención en ella.

-Yo... vendo mi cuerpo. Un escalofrío me atacó y miles de pensamientos vinieron a mi, ¿como es que una chica tan linda puede hacer eso?

-¿Y por qué lo haces?  Le pregunté

-Mi abuela me obliga. Pero que clase de abuela es esa.

-No entiendo. Dije un poco confundido.

-Mis padres murieron cuando tenia doce años de edad y mi abuela se hizo cargo de mi, pero llego un momento de mucha dificultad y ella.. ella.

-Esta bien no tienes que contar todo eso que te daña. Tuve que interrumpirla me partió el Alma escuchar esa historia de ella.

-¿Por eso te drogas? Pregunte después de unos cuantos minutos.

-Si. Respondió ella buscando algo en sus bolsillos.

-Hay otras cosas que te pueden ayudar.  En ese momento recordé las práctica de mi madre siempre funcionan.

-¿Donde está? Dijo ella buscando algo muy desesperada - ¡Maldición, lo olvide, como fui tan ¡estúpida! Gritaba Karina muy desesperada.

-cálmate, esa no es la solución a tus problemas, tienes que aprender a controlarte. La estremecí con mis manos puestas en sus hombros.

-No, no, no  lo entiendes, necesito, lo necesito. Empezó a llorar, creo que tiene ataques de pánico, no se muchos de los comportamientos de esas  personas pero debo solucionarlo lo más rápido posible.

-Karina Dios te ayudará a salir de todo ese pasado horrible. La abrase pero ella me rechazó.

-Jajaja ¿Dios? ¡No lo creo, donde estaba el cuando mi tío abusó de mi ¡ahhhh! ¡dondeeee! Me gritó con mucho dolor.

-Karina el no tiene la culpa de todas las cosas malas que nos suceden. Le grité, ya estaba perdiendo la paciencia.

-Entonces, quién tiene la culpa. Y fue hay cuando se quebrantó y empezó a llorar descontroladamente.

Me acerqué a ella y la abracé - No se de quien es la culpa pero cuando oramos a Dios y le contamos todas las cosas que nos están matando, el manda a un Ángel para ayudarte. Le dije con mi corazón entristecido, no saben lo que duele verla así.

-Yo siempre lo hago antes de que un bastardo de esos entre a mi habitación. ¡Dios dame fuerza! Dije mentalmente - eso significa que tu eres mi Ángel. Me miró y su rostro se iluminó.

-Si, esa es mi misión. Dije sentándome en el tronco de un árbol cortado, ella hizo lo mismo la abrace y la envolví en la cobija, no pude resistirme y le di un beso en la frente.

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Hola mis queridos  lectores espero que estén muy bien. Este capítulo es algo triste pero es una realidad de muchas mujeres 🙁 pero Dios nunca nos deja morir.

Chicos no olviden votar y comentar.

Si no han leído Bajo la luna pues, ¡que esperan!

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