✦┊Pʀᴏ́ʟᴏɢᴏ┊✦

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━ Viernes 13 de Octubre

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Viernes 13 de Octubre.

Las calles de Nápoles eran cubiertas por el frío aire de Otoño. Apesar de que aún faltaba mucho para las ventiscas heladas, era como si el invierno se hubiese desplazado esta noche para armar escándalo. Hoy, una fecha muy importante.

Hace varias semanas capos por toda Italia recibieron una invitación, un evento entre grandes. Recibía el nombre de "La alianza"..., Claro que sólo era un nombre para el evento, ningún Capo pensaría en formar alianza con otro, sería más que estúpido el siquiera pensarlo. Nunca debes confiar en nadie más que no sean tú y tus hombres.

En las banquetas se podían divisar a las damas de compañía caminar risueñas y muy lindas, haciendo lucir sus vestidos de noche escotados y abiertos como se debía. Una ráfaga de aire pasó alzando con rapidez las faldas de estas dando un espectáculo fugaz antes de cubrirse nuevamente con las mismas.

— Me fascina el atrevimiento de algunas al no usar ropa interior, hace el trabajo más sencillo —Pasó su lengua por sus labios, excitado ante las sucias fantasías que llenaban su cabeza con el pasar de las damas tras la ventanilla.

— Recuerda, Melone; no te metas con cualquier puta. Cada mujer que veas acompaña a un hombre, te menean el culo en los huevos para ver si caes y así es más fácil que te vuelen los sesos, ¿Captas? —Desde la esquina delantera alertaba el rubio al de cabellos lilas, quien no apartaba la vista del espejo saboreando a cada mujer sobre la banqueta— Va para todos igual.

La limosina se detuvo frente al gran salón iluminado por luces rojas saliendo detrás de altas columnas de mármol y frondosos arbustos recién cortados. Los nueve hombres descendieron sin prisa del auto, siendo rodeados por mujeres al instante para sugerir sus servicios de acompañante.

— No me molestes, Puta —Escupió Prociutto airado, alejándose de la mujer que estaba apunto de reclamarle hasta llegar a su jefe—. Ni siquiera entrado y ya quiero largarme de aquí.

— Te entiendo, pero ya estamos aquí, vamos —Risotto avanzó directo a la puerta, ignorando por completo a las mujeres que lo meneaban del brazo tratando de captar su atención.

— Su invitación, señor —Tomó la invitación de su bolsillo para entregarla al hombre que manejaba la entrada—. ¿Risotto Nero? —Su vista fue hacía el nombrado, este asintió en señal de afirmación—, ¿Lo acompañan todos sus hombres?

— Sí.

El evento era tranquilo, cabe decir que lo que lo mantenía vivo eran las mujeres que estaban con Capos y subordinados, siempre sacándolos a bailar, a besarse en las esquinas, a presumirlas frente a sus conocidos.

La mayoría de la Squadra se había dispersado por todo el lugar, exceptuando a Risotto y Prociutto, quienes miraban todo el movimiento desde su mesa.

— Supongo que el jefe no va estar acá —Era inútil el tan solo mencionarlo, pero Risotto mantenía una chispa de duda siempre.

— Sabes perfectamente que no —Dice su compañero, sosegando la obviedad de sus palabras—. Sigo sin entender porqué te interesa tanto su presencia.

— Sólo tengo curiosidad.

• • •

Mantuvo el agarre en sus caderas, afirmando la presión de su pelvis sobre su abdomen, ocultándola entre su cuerpo mientras daba besos castos por todo su cuello. Su pecho desnudo subía y bajaba agitado, exhausto porque sus pulmones pedían aire, dejando a su vez salir gemidos suaves que se ahogaban contra su oído.

Podía llegar a matarla de asfixia por otro de sus besos, esos donde no solo su lengua se movía. Ella se alzó sobre la punta de sus pies, enredando sus brazos sobre el cuello del más alto impulsandose para volver besarlo de forma salvaje, moviéndose torpe sobre la pelvis de este en exigencia de tener algo más que solo sus bocas unidas.

Risotto se tomó un tiempo en sentir aquel beso, como las curvas de la mujer se unían perfectamente a su cuerpo. Los tirantes de su vestido cayeron en medio del ajetreo, dejando paso libre a sus pechos desnudos que no tardó en aprovechar. Posó sus labios sobre la areola de uno, usando su mano libre para masajear y pellizcar el otro. Chupaba y lamía con fuerza, mordiendo una que otra vez con tal de hacerla callar sus altaneros gemidos.

Cuando sus labios se posaron sobre la otra areola, llevó ambas manos a las nalgas de esta, alzándola en un solo movimiento sin dejar de apoyarla contra la pared. Bajó despacio su cuerpo para sentir bien la presión de su miembro duro sobre la humedad cavidad de la fémina, marcando un vaivén suave y firme por sobre su entrada.

La mujer sobre sus brazos ardía ante la lujuria, sus gemidos se volvían ahogados a partir del momento donde el albino se abrió paso hacia su clítoris, masajeandolo por turnos con su índice y pulgar, acariciando incitante los labios de su sexo ahora más que húmedo.

La observó bien; sus ojos cerrados, sus labios temblando casi llegando al éxtasis, con mechones oscuros cayendo suavemente frente a su rostro el cual, ardía como nunca. Su presencia azabache no lucía como debía aquel vestido ceruleo pegado a su figura, pero era mucho mejor al dejar mostrar tales atributos como los de ella. Fue en ese instante que su vista se centró en su cuello, rápido una idea fugaz surcó su cabeza y mordió parte de su esterno y cervical con tal fuerza que el sabor metálico llegó a su lengua; era exquisito.

Lamía aquella zona con fervor, disfrutando del degustar el líquido carmesí sobre su lengua y las marcas de sus dientes levantando su piel. Dejó besos a su paso en señal de disculpa, pero fue detenido por un par de manos sosteniendo su rostro con suavidad.

— Hazlo —Musitó ella, despacio y claro sobre la oreja de Risotto.

• • •

— Lo siento, belle donne —Se disculpó Melone, besando el cuello y dorso de ambas damas frente a él—. Debo de irme y mi jefe no me deja traerlas.

— Pero bambino piccolo —Una de ellas lo detuvo por el brazo, dedicándole una mirada de tristeza—, queremos seguir contigo.

— En serio, no se puede... — respondió con aires de resignación —Pero fue muy excitante lo que pasó en los baños -musitó con una sonrisa pícara.

— ¡Fretta, stronzo! —Gritaba Prociutto desde la puerta, apartando a varias mujeres que rodeaban a Pesci — ¡Togliti puttana¡ —Empujó a una de ellas tomando a Pesci por el brazo para salir del lugar.

— Bueno, ¡Addio bellezze! —Dicho esto, corrió hacia la entrada, esquivando los brazos de varias damas — "Tal como el paraíso, un paraíso demasiado caro" —Pensó este.

— ¿¡Dónde mierda está Risotto!? —El rubio buscaba con la mirada al albino, topandose con el saliendo por uno de los pasillos traseros del lugar — ¡Vámonos ya! —Gritó nuevamente, pero con la irritación y estrés saliendo de su garganta.

Esperó paciente en la puerta a su jefe, dejándole entrar primero para azotar la puerta a su gusto, sólo que no creyó mirar en esos momentos aquella marca rojiza debajo de su mandíbula apenas notable si es que le prestaba atención.

— Este imbecil —Murmuró con rabia, entrando seguido de Risotto y aprovechando con más ganas de azotar la puerta.


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Hola, como terminaron de leer en este prólogo, va a ver mucha tensión de todo tipo mientras se va desarrollando la historia.

Espero y le den una oportunidad a este proyecto mío que ansío continuar, gracias por leer ✨💕.

Ꮐʜᴏsᴛɪɴɢ ;ℛɪsᴏᴛᴛᴏ NᴇʀᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora