Desde ese momento salíamos a almorzar juntos al menos dos días cada semana. Él era súper amable conmigo en todo y a veces me obsequiaba pequeños chocolates luego de almorzar.
Poco a poco se fue ganando mi confianza y empecé a contarle aspectos más relevantes sobre mi vida.-Entonces no tienes novio.
-No jaja, nunca he tenido.
-Me sorprendes, Lisa.
-¿Por qué?
-Es raro que una chica linda como tú no haya tenido jamás un novio.
Me sonrojé un poco
-La verdad soy muy complicada en ese aspecto.
-¿A qué te refieres?
-Nunca los dejo llegar tan lejos. La verdad, no me enamoro fácil.
-Ya veo.
-Oye...
-Dime
-¿Por qué nunca me escribes?
-No veo la necesidad de hacerlo.
-¿No te agrado?
-No es eso.
-¿Entonces?
...
-Mira la hora, llegaremos tarde si no entramos ya.
Esa fue una buena táctica para evitar que las cosas se tornaran incómodas.
En la noche, recibí un mensaje de él:
-¿Hola, cómo vas?
No quería responderle, así que dejé pasar unas horas hasta que finalmente me armé de valor. Después de todo no tenía nada de malo que lo hiciera.
-Hola, bien y tú?
-Hasta que tuve que tomar la iniciatuva de hablarte
-Jaja, disculpa
-¿Llegaste bien a casa?
-Si, claro. Y tú?
-De maravilla. ¿Te puedo preguntar algo?
-Sí, dime
-¿Por qué eres así conmigo?
-No te entiendo
-Sí, no te dejas hacer propuestas indecentes
-¿Propuestas?
-Si, ¿A qué estás dispuesta?
-Mira, la verdad no sé a qué te refieras.
-¿Qué estás dispuesta a dar?
-Nada, supongo...Ahí acabó esa pequeña conversación que a decir verdad me hizo sentir más rara de lo habitual. No podría estar pretendiendome alguien comprometido. Él se veía un hombre bastante serio. Esas y miles de teorías me proponía para evitar volverme loca, no tendría que dejarme engañar por alguien así. Tal vez, sólo estaba bromeando conmigo pero, era muy consciente de que existía una pequeña posibilidad de que me estaba hablando muy en serio.
Y si era así... ¿De qué se trataba?, ¿Qué quería conmigo?
La rutina de salir a almozar con él no cambió para nada. Sin embargo, cuidaba un poco más mis palabras y estaba súper pendiente a cualquier cosa fuera de lugar que pudiera decirme.
Así pasaron dos semanas en las que todo anduvo normal, hasta que...
Iniciaba la semana de nuevo y por las fuertes lluvias que comenzaron, el tráfico era un caos. Y sí, llegué tarde.
Todo el mundo en la recepción se quedó viendome porque tenía agua hasta en mis zapatos. Me sonrojé demasiado pero, traté de disimular un poco al acomodarme en mi escritorio.
-¿Qué te pasó?. Me dijo Camilo, luego de acercarse a mi.
-Se me hizo un poco tarde.
-La verdad sí, son las 9:00 a.m. Dijo mientras jugueteaba con unas hojas.
Me quedé callada y sólo seguí intentando secar mis zapatos.
-Te tengo noticias.
-¿Si?
-Tendrás que trabajar a mi lado unas semanas.
Sentí como si me arrojaran un balde con agua y cubos de hielo encima.
-¿Por qué?
-Tendrás que cubrir a una compañera en mi área de trabajo.
-¿Qué le pasó?
-Le dieron licencia de maternidad
-¿En serio?
-Sí, ayer en la noche dio a luz.
-Umm
-Sí, mañana empezamos.
-De acuerdo.
Esa noche volvió a escribirme:
-Espero estés bien.
Decidí no responderle nada y tan pronto como pude me fui a dormir.
Era miércoles de nuevo, entré al hospital y me dirigí al área de trabajo de Camilo, tal como lo habíamos acordado. Cuando llegué vi a mi jefe, al parecer estaba esperandome.
-Melissa, buenos días.
-Buenos días, Don Carlos. ¿Cómo está?
-Muy bien, ¿y usted qué tal?
-Bien, si señor.
-Melissita, necesito que cubras a Rosa unos tres meses. Aquí tús responsabilidades, son similares a las que ya venías manejando sólo que tienes que recibir y entregar facturas para el área de urgencias. Tienes que ayudarle a Camilo con la base de datos que contiene información de los pacientes. Cualquier cosa estaré pendiente.
-Bueno, sí señor. Muchas gracias
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Diario de una Amante
RomanceFue directo conmigo desde un comienzo, la del error fui yo al caer en sus garras y al enamorarme de un hombre que sólo buscaba mi piel, pues su corazón hacía mucho tiempo le pertenecía a otra mujer.