Prólogo

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Era una noche tranquila, estrellada y calurosa. Allí en Gibraltar se encontraba mi única familia, ya que desde mi juventud he estado solo. Pero un día, cuando me pillaron,  me dieron la opción de ir a la cárcel o unirme a ellos; no lo dudé ni un solo segundo.

Las primeras semanas era todo muy extraño; Deadlock no era nada en comparación con Overwatch. La mayoría de los miembros arriesgarían la vida por los suyos, todos se preocupaban entre sí y siempre que se necesitaba algo, aportaban un granito de arena.

Poco a poco fui acostumbrándome y uniéndome a ellos, todo era perfecto, luchábamos juntos por mejorar el mundo, después de las peleas habían grandes cenas para celebrarlo... ; Un sueño para alguien como yo, quien ha estado sobreviviendo vendiendo ilegalmente armas y armamento.

''Bueno chicos, voy a dar un paseo y fumar un cigarro'' dije levantándome de la silla

''¿Ya? Acabamos de estar todos juntos después de mucho tiempo, podrías quedarte un rato más'' respondió Mercy desanimada, haciendo caras de pena para que me quedara.

Sin duda la quería demasiado. Mercy era nuestra protectora; una guardiana. Siempre está desde las distancias ayudándonos cuando más la necesitamos, aunque creo que está cansada de tener que lidiar con nuestras locuras en pelea.

''Lo sé, Mercy. Pero ya sabes, mi vicio es horrible'' le comenté guiñándole el ojo.

Inmediatamente salgo, enciendo mi cigarro, y me pongo a mirar el mar. 

«Todo es tan tranquilo... puedo oír las olas perfectamente, además, hace algo de frío», pienso mirando el mar, de veras, podría mirarlo día y noche.

''¿No querías ir un momento a la ciudad'' dice Genji mientras giro la cabeza, después de estar 15 minutos mirando al mar

''Sí, pero estoy esperando a que todos se duerman, no me gustaría angustiarles, yéndome sin avisar ''respondí a Genji con una simple sonrisa.

Él era en el que más confiaba sin duda, nos habíamos contado todo. De hecho, todos sus temores y miedos siempre me los comentaba, como si de cierta manera yo fuera el único en escucharle.

''Saben a lo que vas, no se preocuparán'' me respondió sentándose al lado mía, rozando codo con codo.

''Ya, lo sé. Pero aún así prefiero esperar, la última vez tardé más de dos horas y cuando volví vi a Ana preocupada, realmente parece mi madre''- dije medio riéndome; Ana era la más protectora de todos.

Entre risas y conversaciones, Genji se despidió dándome un abrazo y deseándome buenas noches. Aprovechando que todos se habían ido a dormir, cogí el coche y me dirigí a la ciudad; a mi bar favorito.

« ¿Qué me apetece hoy? ¿Whisky? »  Iba pensando distraído mientras estaba en la carretera.

Aparqué el coche lejos y fuí andando al bar. Cuando por fin llegué, pude verlo de cerca. Ese bar era genial; tenía luces neón y su logo era un sombrero. ¿Qué más podría pedir?

Lo que realmente me gusta de este bar es que apenas hay gente, además de que ponen mi estilo favorito: country y western. Nada mejor que disfrutar de mi whisky, con música de mi rollo y cegarme, intentando olvidar todas mis preocupaciones. Todo va bien, pidiendo de copa en copa.

« No veo nada » Limito a decir en mi mente al intentar salir después de estar una hora dentro del bar.

Veo borroso, apenas puedo caminar sin chocarme con algo. Además, siento una de mis peores pesadillas; todo el mundo me mira, pareciendo como contemplan a cual mono de feria estando en el circo, haciendo su espectáculo.

Camino hacia donde aparqué el coche, pero noto ruidos provenientes de un callejón, evidentemente, nunca estoy solo;  cojo mi peacekeeper, la cual siempre llevo escondida por lo que pueda pasar, me adentro como puedo en el callejón, costándome simplemente mantenerme en pie. 

Pero lo veo. Veo a un chico de mi edad más o menos, con lagrimas en la cara, sangre en los brazos y un cuchillo en su otra mano, casi en el suelo. Él parecía un poco más bajo que yo, tenía el pelo recogido por una tela amarilla, y tenía una vestimenta bastante extraña. Además, su olor da repelús; parece que no se ha duchado en años.

''¡Hey, chico!'' dije dándole golpes  ''¿estás herido?'' me limito a decirle, pero evidentemente no responde; parece haberse desmayado.

 Lo cojo como puedo, ya que yo solo y más en ese estado, me cuesta hacerlo. Lo llevo a mi coche ya que estaba a una sola calle, y me dirijo hacia la base, Gibraltar.

« Aguanta chaval, casi llegamos » pienso mirándolo, realmente estoy preocupado por él.





Alma en pena [McHanzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora