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-El día llegaba a su fin-

-El sol se ocultaba en lo más lejano de la padrera, dejando ver sus últimos destellos de luz; bellos y radiantes, ser tragados por la tierra, dejando en completa oscuridad a los pokémon que se despidieron de ella-

-Y ahora, dándole el más amigable saludo a su hermana la Luna, la bella y blanca Luna, que no emitía una luz tan fuerte como el sol, pero eso era suficiente para dibujar sonrisas en sus pretendientes en la tierra-

-Era caso de Arcanine, quien sentado en un valle de hermosos tulipanes, contemplaba la Luna, mirándola fijamente mientras dejaba que ésta le diera el cálido beso de su calma y serenidad
, apareciendo luego sus hijas las estrellas, quienes dieron un elegante saludo a todos las parejas quienes ahora disfrutaban de su espectáculo nocturno de formas inigualables-

-Arcanine, solo podía deleitarse y aceptar el regalo que le daba la noche, uno que le gustaba resivir cada vez que venía a este campo, todos los días, a la misma hora-

-Este, soltó un ligero suspiro sin borrar esa sonrisa de su rostro, para luego agachar la cabeza y tomar con su hocico una baya Tamate, de entre muchas que tenía debajo de él, en su mayoría, Uvav-
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-Se quedó observando la Luna demasiado tiempo, tanto que ya no había nadie despierto a su alrededor, ningún alma perturbando la noche, solo el mayor silencio que podía haber; y aún así, el seguía ahí, dejando que la suave brisa nocturno soplara en su pelaje, cerrando los ojos mientras tragaba el último bocado de una baya-

-Asi que, sin nada más que hacer se puso en pie y recogió todas la bayas Uvav que había recolectado y las guardo en la gran y esponjosa melena de su cuello; dándose media vuelta y empezar a caminar, sin rumbo aparente, hacia lo profundo del bosque-

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-Arcanine caminaba de lo más tranquilo por el bosque, mientras acompañaba su viaje con una bella, melodia-

Arcanine: -tarareando-

-Lenta y bella-

-así siguió, hasta llegar a una cueva, ubicada junto a dos arboles que dejaban caer sus enredaderas en la entrada-

-Arcanine sólo continuó con su paso, dejando que las lianas acariciaran su cuerpo al entrar, mostrando este una pequeña sonrisa, al parecer nostálgica-

-se adentro hasta llegar a una pila de pieles de Mareep regados en el suelo, que a su lado yacía una pequeña y vieja cesta de hojas, decorada con flores, ya marchitas-

-se sentó sobre las pieles y lentamente empezó a guardar una por una las bayas Uvav que habia recolectado, hasta llenar el cesto por completo-

-luego de dejar las bayas, paso a acostarse en las pieles, dejándose caer y reposando su cabeza sobre sus patas delanteras como típico canino, pero hay una cosa que me pregunto.....porqué necesitaría una cama tan grande?-

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Gracias a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora