Era un caluroso día en el Clan de la Sombra, Zarpa Fugaz levantó la cabeza de su lecho, parpadeando furiosamente ante la luz del sol que entraba por las ramas del arbusto que protegía la guarida de los aprendices. Se quedó muy quieta mientras escuchaba unas voces distantes.
- No sé que se cree Estrella de Fuego hoy en día - bufó un gato - ¿Habéis encontrado más miembros del Clan de la Sangre?
- No, Estrella Negra - respondió otro -, hemos registrado toda la frontera y renovamos las marcas olorosas.
- Excelente, gracias Robledo - gruñó el primer gato y Zarpa Fugaz oyó el ruido de unos pasos.
Zarpa Serbal se removió en su lecho y se desperezó, sus ojos ámbar se clavaron en Zarpa Fugaz.
- Será mejor que te apresures - maulló en un tono poco agradable. Se levantó y salió de la guarida.
Sin embargo, Zarpa Fugaz se quedó justo como estaba, agitó la punta negra de sus largas orejas y se puso más cómoda en su lecho. No le apetecía salir al claro principal.
Unas cuantas lunas atrás, un terrible y poderoso grupo de gatos, el Clan de la Sangre, había atacado a los cuatro clanes, dejando un rastro de destrucción y muerte a su paso. Varios gatos del Clan de la Sombra decidieron no arriesgar el pellejo y se unieron a los sanguinarios gatos... el clan pasó por un gran momento de debilidad. Sin embargo, durante una ardua batalla, el líder del Clan del Trueno mató a el líder del Clan de la Sangre y obligó a los guerreros de este a huir.
Zarpa Fugaz lanzó un largo suspiro y se lamió una cicatriz del costado; una vieja herida que se hizo el día de la batalla contra Azote y sus guerreros. Zarpa Cedrina y Zarpa Trigueña ya se habían ido y comprendió que a su mentor no le haría mucha gracia que llegara tarde a su entrenamiento.
Se levantó de mala gana y empezó a acicalarse lo mejor que pudo, hasta que su pelaje rojizo quedó lustroso y brillante. Sacó la cabeza entre las ramas del arbusto y se deslizó fuera de la guarida de los aprendices. El claro del campamento, rodeado por los carrizos, brillaba con la luz del sol. La aprendiza rojiza sintió una punzada de culpa cuando vio a su mentor, Paso de Haya, sentado al otro lado del campamento con los ojos ámbar entornados.
- Hola Paso de Haya - maulló Zarpa Fugaz temerosamente al llegar a su lado.
- Has llegado tarde de nuevo - gruñó el gato marrón rojizo secamente.
- Lo lamento.
- Como sea, hoy vamos a cazar cerca del arroyo - maulló poniéndose en pie.
La aprendiza se levantó de un salto con los ojos brillando de emoción y salió disparada a la entrada del campamento.
- ¡Zarpa Fugaz! ¡detente! - espetó el gato intentando seguirle el paso a la ágil gata.
Los dos corrieron por el grisáceo territorio del Clan de la Sombra, con una hierba fértil y oscura bajo sus patas, mientras pasaban junto carrizos y pinares. Entre las rocas crecía el musgo y algunos helechos de color marrón, y el suelo forestal estaba ahora cubierto por las espinas caídas de los pinos y grandes matas de claveles de todos los colores. La estación de la hoja nueva parecía hacerle bien al territorio del clan, y Zarpa Fugaz se sintió contenta al aspirar los nuevos aromas y de escuchar los susurros de las presas. Se detuvo al oír a una potencial captura, se agazapó y caminó lentamente intentando que sus zarpas hicieran el menor ruido posible, luego, saltó entre las fondas y aterrizó sobre su objetivo: un enorme sapo color del fango.
- Buena captura - maulló Paso de Haya con una inesperada nota de orgullo en su voz.
Ambos gatos se sentaron a devorar la presa y arrastraron los restos hacia un arbusto.
De pronto escucharon un agudo maullido y una sombra gris cayó justo encima de Zarpa Fugaz, tirándola de costado, la aprendiza rodó a un lado e intentó deshacerse de su atacante con una fuerte patada, pero el gato la inmovilizó en el suelo con una zarpa.
- Nunca me vencerás, bola de pelo - maulló una voz a su oído.
- ¡Zarpa Cedrina! - ronroneó la gata al reconocerlo y se lo quitó de encima aferrándose a su cuello.
Los dos aprendices rodaron por el suelo simulando una batalla. Zarpa Fugaz saltó hacia una rama retorcida y se preparó para abalanzarse sobre su amigo, pero las frondas detrás de ella se agitaron y una gata rojiza salió entre las ramas con una expresión para nada prometedora.
Bermeja, la nueva lugarteniente del clan, se volvió hacia su aprendiz.
- Zarpa Cedrina ¿se podría saber que estás haciendo? - bufó.
El gato gris agitó las orejas y enterró las garras en la tierra.
- Yo vi a Zarpa Fugaz... y solo...
- Estaban conmigo - lo interrumpió Paso de Haya -, acabamos de cazar un sapo y Zarpa Cedrina estaba mirando nuestras técnicas.
Zarpa Cedrina y Zarpa Fugaz se miraron sorprendidos, eso no era del todo cierto, pero a Bermeja pareció bastarle esa explicación, porque dejó de fulminar a su aprendiz con la mirada.
- Cómo sea, vayámonos - gruñó la lugarteniente y se dispuso a marcharse.
- ¡Bermeja! - chilló Zarpa Fugaz - ¡Espera! ¿No podríamos entrenar todos juntos?
- ¡Si, si! - asintió Zarpa Cedrina retozando entre las raíces.
Bermeja pareció irritada.
- Clan Estelar... está bien - maulló y se volvió hacia Paso de Haya - ¿Y tú estás de acuerdo?
- Por supuesto, es una gran manera para reforzar sus habilidades.
La guerrera sacudió la punta de la cola y les indicó que se pusieran en marcha. La lugarteniente las dirigió hacia el Sendero Atronador, y Zarpa Fugaz comprendió irritada que se proponía a revisar las fronteras otra vez, en busca de proscritos.
- ¿No te has cansado ya de esto? - le preguntó a Zarpa Cedrina. El gato gris se quedó pensando unos segundos.
- Si puedo evitar que el Clan de la Sangre ataque de nuevo, valdrá la pena. Mataron a muchos de los nuestros y otros cobardes huyeron.
La gata le dio la razón con un maullido vago, sabía que a su amigo le había dolido la huida de muchos de sus compañeros.
Al rato, Zarpa Fugaz percibió el fétido olor del Sendero Atronador, arrugó la nariz y se preguntó como se suponía que iban a oler algo a través del horrible hedor. Bermeja se detuvo frente a un enorme seto que separaba el territorio del Clan de la Sombra del Sendero Atronador.
- Zarpa Cedrina, tú irás con Paso de Haya. Zarpa Fugaz, ven conmigo - maulló rozando la cola por las ramas del seto.
Zarpa Fugaz fue junto a Bermeja, deteniéndose cada tanto para dejar marcas olorosas. La hierba era más verde y blanda allí, formando un colchón herboso por el que las gatas podían deslizarse. Pegó la nariz al suelo y aspiró profundamente para oler algo que no fuera los monstruos del Sendero Atronador. Levantó la cabeza sacudiendo la punta de la cola con decepción. De pronto reparó en un agujero en el seto, asomó la cabeza por allí se sorprendió al ver pasar un monstruo frente a sus narices, tosió por la columna de humo que dejó tras de sí. Se dispuso a largarse... pero a través del humo, al otro lado de la frontera, desde donde se encontraban las Tierras Altas, le pareció ver un pequeño gato caminando. El desconocido giró la cabeza, se detuvo y la miró tensando las patas.
- Eh... ¿Bermeja?
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Los Gatos Guerreros: Un Nuevo Comienzo
Fiksi PenggemarDespués de ser expulsados del bosque por los cuatro clanes, el Clan de la Sangre pasa tiempos difíciles y debe ser liderado por Mancha; pero al parecer, una antigua profecía anuncia un nuevo comienzo para todo el clan. ¿Podrán los gatos del Clan de...