Capítulo 3: El problema

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Pasaron días desde que Miguel se unió al grupo. Le tomó mucho esfuerzo poder aprender todos los pasos. Incluso, se quedaba después de culminar los ensayos para mejorar. Cuando faltaban ya cinco días, Miguel pudo dominar el baile. Sus movimientos ya estaban sincronizados con el grupo. El baile ya estaba terminado. En los días restantes, se decidió realizar ensayos en la plaza principal donde se dará inicio a la celebración.

Durante el penúltimo día antes de la inauguración del evento, surgió un inconveniente. En el grupo existieron dos ángeles que manifestaron sentir nerviosismo cuando se empezó los ensayos en la plaza. Miguel le fue notificado de esto cuando llegó. 

- ¿Quiénes sienten nervios? - preguntó Miguel mirando a todos los ángeles.

- Son Uriel y Zadkiel. -respondió Gabriel.

- ¿Qué cosa les da nervios? -preguntó Miguel.

-No les gusta el público. Mejor dicho, cuando los miran un montón de gente.

-Así que tenemos problemas. ¿Qué harás, Gabriel?

-Justamente te iba a pedir un favor. A partir de mi observación, Uriel y Zadkiel son reservados. No les gusta mucho el ambiente con multitud. Y como tu posees casi la misma personalidad, pensé que podrías ayudarlos a reducir sus nervios ya que tu sobrellevas situaciones parecidas.

-Básicamente, a enseñarles como yo lo hago.

-Sí, ¿podrías?

-No sé si dará efecto, pero haré todo lo posible para ayudarlos.

-Gracias, Miguel. Tenemos solo días. Daré la orden de ya no más practicar. Quiero que todos se relajen antes de la inauguración. En ese tiempo, solo dedícate a ellos. Avísame cualquier cosa. 

Una vez culminado el último ensayo, Miguel se dirigió a Uriel y Zadkiel. Él muy poco conocía acerca de Zadkiel. A parte de los ensayos, no conocía nada más respecto a ella. Tenía una altura media con un cabello largo y negro, sujetado, y un tono de piel blanca. Sus ojos eran verdes. Su mirada reflejaba el silencio de la preocupación. Al momento de que Miguel, Zadkiel le habló:

-Has venido por el tema de nuestros nervios, ¿no?

-Sí, Gabriel me contó lo sucedido y me pidió que los ayudara. -respondió Miguel.

-No te molestes en hacerlo. Yo puedo arreglarlo. Con el tiempo que nos dio Gabriel, practicaré en público. -afirmó Zadkiel con seguridad.

- ¿En serio? -preguntó Miguel con un tono de curiosidad.

-Zadkiel, mejor que Miguel nos ayude. Lo conozco bien y él podrá con nuestros nervios-añadió Uriel.

-Miren y vean como lo soluciono rápido-dijo Zadkiel ignorando lo que dijo Uriel. 

Zadkiel se dirigió a la plaza y se puso al centro. En ese momento, había muchos ángeles que estaban trabajando para el evento. Miguel y Uriel se pusieron en las gradas para ver. En ese momento cuando Zadkiel estaba a punto de moverse, Miguel gritó:

-Hermanas y hermanos, háganos un favor y miren a Zadkiel en la plaza.

Los ángeles dejaron por un momento sus quehaceres y obedecieron lo dicho por Miguel. Zadkiel se detuvo y se puso tensa por las miradas. Los ángeles esperaban a que sucediera algo, pero pasaron minutos y no pasó nada. Desanimados volvieron a su trabajo. Zadkiel recobró su movimiento una vez que nadie la miraba. Después, se dirigió hacia Miguel y le recriminó.

- ¿Por qué le dijiste a todos que me miren?

-Pensé que de esa forma te ayudaría con los nervios-respondió Miguel.

La primera guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora