Triste realidad

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A pasado un mes desde que la vi, no hablamos desde el inicio de las vacaciones, no sé si eso sea malo, a lo largo de nuestra relación habían semanas en las que ni me preguntaba por ella, solo me concentraba en mi mundo, tareas, trabajos y amigos; lo único que me importaba era lo que tenía al frente, no buscaba nada, ni a ella, aun después de prometerle ir a recogerla después de clases, sabía que ella me perdonaría, entendería si le dijera alguna estúpida excusa de trabajo o familia, pues ella era muy condescendiente conmigo, claro si no lograba convencerla tenía que hacer algún mérito, y como merito me refiero a enviarle algún mensaje que diga que tal tu día; odiaba eso, odio los mensajes de texto, me parecen muy monótonos, solo dicen como les fue en el día y termina la conversación, no me parecen importantes en la vida, máximo para trabajo o tareas.

Hoy será un día agotador, tengo que ir a una estúpida charla en la universidad, todo por Sergio, mi compañero de clases, el me matriculó solo para no estar aburrido durante las tres horas de encierro a la que su padre lo obligó a asistir, y yo que quería permanecer todo el día en la cama, como el resto de mis vacaciones universitarias.

Me alisto, una ducha rápida que me quite el sueño y la pereza de levantarme; me pongo unos gins azul oscuro, un polo guinda y mi polera negra con mis zapatillas del mismo color, revuelvo mi cabello castaño y veo mi reflejo, me veo bien, o simplemente no tan mal, agarro mi mochila y me aseguro que no haya nadie en casa, salgo rápidamente, tratando que mi perro no salga detrás mío, y voy caminando a la odiosa universidad, mataré a Sergio cuando lo vea.

Al ingresar no lo veo en ninguna parte, de seguro el maldito llegará tarde como siempre, anoto mi asistencia he ingreso al fórum, un aula lo suficientemente grande como para entrar unas trecientas personas mínimo, me siento en los lugares más alejados del estrado donde espero poder dormir plácidamente, pero fue en esos momentos cuando la veo, estaba cambiada, o eso yo creía, se veía mas radiante de lo habitual, su cabello caía en pequeñas ondas por su espalda, sonreía mostrando los hoyuelos que tanto me gustaban, usaba una gorra de lana de color café, con unos nuevos lentes a mi parecer, usaba menos maquillaje, la veía hermosa, renovada, y distinta.

-Tierra llamando a Jared- una mano moviéndose en mi cara hizo que centrara mi visita en Sergio- Tómale una foto que duran más- se burló de mí.

-Por qué siempre tan tarde?, estoy esperando hace media hora.

- ¿Pues sabes como soy, además siempre estas charlas comienzan algo tarde idiota, pero cambiando de tema, quien es esa hermosura? la conoces? - Puede que parezca raro, pero a ninguno de mis compañeros de clase les hablé de Miranda, no me importaba negar tener enamorada pues ella no se enteraría.

-Es una antigua compañera de clases, inicie con ella el ingreso a la universidad.

-Hermano preséntamela y te juro que te ayudare con tus tareas-está loco.

-Muy gracioso, no te confiaría mis deberes ni, aunque esté muriendo, eres pésimo en sus calificaciones.

-Vamos hermano, no seas aguafiestas.- solo me reí y voltee a verla, mi sonrisa cambio radicalmente cuando la vi sentada a lado de Gonzalo, un compañero de clases suyo, el siempre estuvo tras de ella pero no le tomé importancia pues ella está coladita por mí, pero el imbécil está pasando su brazo por sus hombros y apoyando su cabeza con la suya, y ella no se inmuta, lo deja tocarla, la sangre me hierve de celos y me paro rápidamente de mi asiento, causando que a Sergio le sorprendiera mi reacción, justo en esos momentos una señorita dice por el altavoz que tomemos asiento y presentando al expositor, no me quedo de otra que solo sentarme y esperar a que esta mierda termine.

Después de dos largas horas era tiempo de retirarse, por suerte Miranda retiro el brazo del imbécil y empezó a anotar todo lo que el orador decía. los perdí entre la gente, no podía verlos, me alejé de Sergio para buscarla, y nada, pero encontré a Gonzalo, estaba parado a lado de los baños, apoyado en la pared con sus manos en sus bolsillos. me le acerque fingiendo una sonrisa y disimulando empatía.

El inicio de un finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora