Relatos de pueblo

Humo

Sonaba la sirena del medio día  y el calor se sentía, les gustaba fumar en el parque, en todos los lados, todo el día, vagar un lado al otro, de un sentimiento al otro, de un éxtasis al otro.

Ese día todo era como de costumbre para ellos, despertar y fumar un poco, desayunar , bañarse e ir hacia el trabajo fumando otro poco, claro esta para trabajar relajados, salir, almorzar y por qué no, antes fumar  para sentir hambre, reunirse en el parque por que era la costumbre, fumar en el parque y reír para luego ir a estudiar. Y que de camino a la universidad no falte el fumar un poco, pero solo poco, para entender todo pero no aburrirse, salir y vagar caminando de un lado al otro parando por ratos para poder fumar, volver al parque, volver a la pista, volver a fumar, volver al bar.

Pedirse un café y dejarlo servido, por que hay que fumar antes del café para mojar los labios y  bajar el malestar de sed que deja el humo, entre charlas y risas la sensación de haber fumado va acabando y ya no hay felicidad, sienten los problemas cuando la mente se les despeja y saben que pronto los pensamientos con sus preocupaciones llegarán, ¿Quien tiene para fumar un poco? pregunta alguno de ellos y en todos queda el malestar, piensan en lo poco que han fumado en el día y quieren más.  

El rato se les pasa buscando quien tiene para fumar y les llega , siempre alguien aún el menos esperado los invita a fumar, un poco porque son varios y hay poca,  tiene más pero no la quiere dar, le es apreciada y sabe que más tarde va a fumar otro poco más. Ya satisfechos vuelven a  pedir otro café para aclarar la mente del humo reciente, se despiden sabiendo que al día siguiente volverán pero no porque quieran si no porque no hay más, llegan a sus casas y se acuestan en sus camas deseando fumar, aunque fuera solo un poquito para que les de sueño, para poder descansar. El tiempo les vuela y ellos vuelan en el humo de la felicidad que les deja el fumar de a poquitos, con la excusa que es un poquito no más