Me perdí en la estación, corriendo aquel tren que siempre me hacía lo mismo, aquel que corria con velocidad cada que me acercaba.
Me perdí persiguiendolo, creyendo que esta vez sería, esta vez me iba a esperar para que pudiera correr con él.
Tonta, tonta, tonta ingenua; me perdí de todo lo mío, de aquellos sentimientos hermosos que una vez sentí.
Solo corría, corría detrás de él mientras lloraba como una niña pequeña que ve a sus padres alejarse cuando se van a trabajar.
Me perdí y ruego por encontrarme nuevamente, por encontrar el tren que me lleve a la felicidad, por encontrar aquello que me llene, que me haga sentir viva.
Sin embargo sigo aquí, sentada en el suelo cansada de correr y de llorar a aquel tren que sigue lastimandome cada vez que pasa, que sigue haciendome creer que esta vez si se quedará, que me lastima y soy tan imbécil que sigo sin darme cuenta.
Lloro en el suelo y veo como el cielo llorará conmigo, como las nubes se reunen para hacerme compañia y decirme que ya no llore mas, que mañana volverá y esperará por mi; pero sabemos que no será así, que a ese tren le encanta verme llorar, le encanta saber que soy débil por él.
Y cada noche junto fuerzas, me hago de hierro para mañana dejarle ir y demostrarle que soy mas fuerte que él, pero sigo sin poder si cada que pasa me mira con esa dulzura y me miente en la cara y yo caigo otra vez.
