Abstinencia, El Peor Mal (1)

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Era de noche en el continente de Magvel, el cielo estrellado soltaba una luz relajante y hermosa sobre cada ventana que la dejaba entrar a gusto hacia la habitación de su dueño.

Esa luz le proporcionaba un agradable y cómodo sueño a cualquier persona, menos al hombre que desde hace varias horas rodaba sobre su colchón resistiendo el tormento que cada día lo despedazaba más.

Ese hombre era Seth, el caballero argenteo, que guió junto al Rey Ephraim y la Princesa Eirika a un batallón de valientes personas determinadas a acabar con la guerra causada por Grado.

Le habían pasado muchas cosas desde aquella tarde en la que invadieron el castillo de Renais: Le habían dejado una cicatriz en su brazo, su rey había muerto junto con gran parte de sus colegas de armas, acompañó a la princesa por un viaje en extremo sangriento y la razón de su insomnio.. se había enamorado.

Trató de tener algo con la Hermana Natasha, pero era evidente lo que pasaba. Ella solo existía para el Príncipe Joshua, y Seth sabía que tarde o temprano sus verdaderas intenciones la lastimarian.

¿Pero hasta dónde podría llegar con su vida si este sentimiento lo sigue abrumando aún cuando pasaron varios meses desde la última vez que tuvo una conversación real con ella?

El agobio no lo dejaba pensar. En estos tiempos de paz él siente que está faltando a su labor de caballero aún cuando solo se trataba de permanecer parado frente al trono montando guardia.
Se siente torpe y distraído en cada una de las jornada de largas horas de trabajo. Siempre pensando en ese feliz rostro que solía ver a diario cuando el Rey Vari seguía con vida. En el único rostro que le guiaba y hacía flaquear su clara orden de protegerla cada vez que ella decidía poner la vida de simples personas por encima de la suya.

"Princesa, solo soy un súbdito más, pero últimamente hemos estado muy unidos. Un miembro de la familia real no debería estar tan cerca de sus súbditos"

Esas palabras nunca dejaban de resonarle en la cabeza. Una mísera excusa que utilizó para ponerse un alto a sí mismo sin pensar en que podría afectarle de tal forma a ambos. Puede que esté malinterpretandolo, pero juraría que desde ese día la la Princesa Eirika estuvo con peor ánimo de lo normal.

No es que no quería creer, sino que no podía creer que ella haya dejado ese comportamiento tan agradable y tierno solo por haberla rechazado. Definitivamente no podía ser así, había más cosas en cuestión.

Ella perdió a varios amigos durante la guerra y cargó con la muerte de personas que apenas se habían integrado al grupo. Seth no paraba de repetirle que no era su culpa, ellos corrieron su propio riesgo. Pero no hay caso en tratar esos problemas con un corazón tan puro como el de ella.

Esa era la única razón posible.

Los rayos del sol estaban llegando por el horizonte y la iluminación del cuarto empezó a cambiar lentamente de un azul oscuro a un rosa suave. Nuevamente pasó toda la noche pensando en eso.

A pesar de todo, al menos ahora los párpados le pesaban y ya no podía seguir moviéndose a causa del cansancio. Ha llegado su hora de dormir.

...

-S-Seth..

-Princesa Eirika... ¿Esto.. le molesta?.

-En absoluto.. Seth.. Sigue..

Seth estaba frotando sus pulgares por la suave piel del estómago desnudo de Eirika. Ambos estaban sobre una gran cama en una habitación lo suficientemente tranquila como para dejar escuchar sin problemas los jadeos de ambos.

FE: One - Shots SagradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora