Un Humano

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Yesung despertó sintiéndose diferente, no se dio cuenta de inmediato de que era lo que sentía, porque hacía mucho que no se sentía de esa manera si es que alguna vez en su vida se sintió así y tal vez ese era el motivo por el cual no podía definir cómo se sentía. 


Se sentó en su cama y estiró los brazos al aire, respiro profundo, su habitación estaba iluminada por los rayos del sol que entraban por su ventana, la cortina estaba totalmente abierta dejando entrar al luminoso sol, la noche anterior se dejó caer sobre su cama, abatido, por nada y por todo, no tuvo ánimo ni siquiera para cerrar las cortinas, de todos modos estaba en un quinto piso y nadie podía espiarlo a través de ella aunque de cualquier modo ¿Quién querría espiarlo? Era algo ridículo, no había nada que espiar en su aburrida existencia.


Ese pensamiento pesimista no lo deprimió, solo sonrió por nada y se levantó. Se sentía diferente, ese peso que siempre parecía sentir no estaba, se sentía animado y feliz, sí feliz, y no sabía porque, nada había pasado en la noche, solo se acostó como de costumbre, solo como siempre.


Y sin embargo ahora, está mañana, sentía que el sol brillaba más, sentía el aire más ligero y esa soledad que lo abrumaba siempre, no estaba, se sentía liviano, como si flotara.


Se vistió para ir al trabajo, animado, tenía muchas cosas para hacer antes que abriera el restaurante, además era el tercer viernes del mes, el día en que el bar de un conocido dejaba cantar a aspirantes a ídolos, cuando se fue a la cama había decidido no ir más, que era una pérdida de tiempo, pero ahora por la mañana sentía todo lo contrario.


Sentía que este iba a ser un día especial, parecía haber vuelto a sus tiempos de juventud cuando todavía era capaz de tener esperanzas en su futuro. Se sintió esperanzado en que algo bueno esperaba por él y solo tenía que ser paciente y esperar a que llegara o mejor aún salir a encontrarlo y con ese sentimiento se fue al trabajo.


—Ey, colega que animado estás.
— ¡Ah!
—Has tarareado todo el día y has lavado los platos más rápido que nunca, algo bueno te debe haber pasado.


Yesung lo pensó un poco, nada diferente le había sucedido, solo se acostó a dormir y despertó de esta manera, sin embargo su compañero de trabajo tenía razón, se sentía bien y cuando se sentía bien le gustaba tararear.


—No ha pasado nada.
—Si no me quieres contar está bien, no somos tan cercanos de todos modos.
—Es verdad, nada me ha pasado.
—Seguro, siempre eres tan lúgubre y hoy estás resplandeciente por nada según tú.


A Yesung le molestó tal declaración de su compañero, ¿Lúgubre? Tal vez a veces lo era, pero no tenía porque lanzarcelo a la cara de esa manera, se dio la vuelta y siguió lavando los platos, no iba a dejar que un imbécil arruinará su buen humor, como él mismo dijo no eran tan cercanos así que no iba a dejar que sus comentarios le afectarán. Tenía mejores cosas en que pensar, cómo en qué cantaría en el bar esa noche. Al terminar el trabajo se iría a su departamento y ensayaría algunas canciones.


El bar estaba a máxima capacidad como todos los viernes de novatos, la verdad era que era una tradición del público ir y burlarse de los novatos, sobre todo si los notaban nerviosos y Yesung se sentía muy nervioso.


Había cantado antes en el bar y los resultados habían sido dispares, algunas noches había salido todo bien, pero las otras, la mayoría en realidad no le había ido tan bien, no porque cantará mal, si no por los nervios, los nervios hacen que tu garganta se cierre y cueste cantar.


Yesung vio a la gente en el bar divirtiéndose y esperando que empezara la noche se novatos, a él le parecían depredadores esperando por su carne, los otros chicos que esperaban salir se veían verdes, como a punto de vomitar sus entrañas arriba del escenario, esperaba no verse igual, eran todos muy jóvenes, más jóvenes que él, tal vez tenían razón cuando le dijeron que ya no tenía edad para esto, para ser un ídolo.


Algunos chico bajaron llorando del escenario, lo que no ayudó a sus nervios, al parecer  no era una buena noche después de todo para venir a cantar, la gente estaba muy animada, pero en el sentido de querer despedazar a los aspirantes, mucho alcohol tal vez, malos cantantes tal vez.


Como fuera, era su turno, cerró los ojos, respiró profundo y salió al escenario aferrado al micrófono que sostenía en una mano como un salvavidas, algunos silbaron, otros gritaron, algunos abuchearon, todo eso antes de que pudiera siquiera saludar al público.


Las manos le sudaban y quería salir corriendo, definitivamente no era una buena noche para estar allí, miró a la gente de pronto en silencio y expectantes. Su garganta estaba seca y entonces ocurrió, se ahogó con la primera frase y todos empezaron a abuchear, se iba a convertir en carne molida y se lo comerían, más abucheos llenaron el lugar y trató de cantar de nuevo, pero había tanto ruido que no podía hacer que lo escucharan.


Cuando ya había dado todo por perdido y solo quedaba darse la vuelta e irse con la cola entre las piernas y tal vez llorando, en el fondo del bar en un oscuro rincón, un chico se levantó y con un silbido increíblemente agudo hizo callar a todos, ahora todo era silencio, el chico que silbo tenía toda la atención y aunque se veía un poco incómodo dijo:


—Podrían cerrar la boca un momento, quiero escucharlo cantar.


El chico miró a Yesung y lo alentó a continuar con una mano, el chico era delgado y más bajo que Yesung, con cara de bebé y sin embargo pudo hacer callar a todos. A Yesung le pareció extraordinario.


El chico se sentó, en su mesa había otro chico con él este parecía ser más alto, no podía estar seguro porque estaba oscuro, pero pese a la oscuridad pudo ver la sonrisa del chico, era un poco inquietante aunque bella.


Un Ángel, Un Demonio, Un HumanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora