2. Reese Donovan.

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Reese, la razón de todo esto. 

Reese era hermana de Mikael, y era un año menor que él, y ya que yo era dos años mayor que Mika, ella era tres años menor que yo. 

Cuando la conocí ella tenía diecisiete. Aunque a ella le gustara decir que en realidad tenía diecisiete y medio. Da igual, no eran dieciocho. 

Ya habían pasado unas semanas desde el comienzo de clases, y Mikael me invitó a su casa a estudiar. No pude negarme, él literalmente tenía diez libros para cada asignatura, y estaba feliz de compartirlos conmigo, yo estaba feliz de que él quisiera prestarme alguno cuando lo necesitara, porque no tenía la plata para comprarlos yo. 

Y sé que sigue pareciendo que me aprovechaba del nivel económico y social del chico, pero no era así. Él me ayudaba con algunos libros a veces, y la mayoría del tiempo yo lo ayudaba con las clases, y las tareas. 

Así que era más un trabajo un equipo que yo aprovechando su amabilidad. 

Como sea, a lo importante, Reese. 

Me acuerdo perfectamente cómo fue la primera vez que nos conocimos. 

Yo estaba en su casa, y me sentía como una intrusa. Todo era blanco e impecable, y después estaba yo con ropa desgastada y grande que ni siquiera me pertenecía, porque probablemente la había sacado del canasto de ropa limpia, donde se mezclaba la ropa de todos y yo agarraba cualquier cosa sin permiso. 

Así que sí, me sentía como una mancha de barro pegajoso y sucio, en una linda alfombra de terciopelo blanco. No sé si hacen alfombras de terciopelo, pero se entiende la metáfora. 

Recuerdo estar completamente embobada viendo la decoración de la casa, cuando Reese hizo acto de presencia, y entonces me quedé embobada con ella. 

Hasta saber que era menor, claro. 

Mika me amenazó con denunciarme si me acercaba más de la cuenta a su hermana. Y yo no quería perder la amistad de Mika por una menor de edad. 

Es gracioso acordarme el tipo de pensamientos que tenía en ese entonces, y cómo no tenía idea de que poco después no me iba a importar nada más de lo que me importaba ella. 

En ese primer encuentro no intercambiamos muchas palabras, ella era demasiado tímida, y yo estaba bastante intimidada por las amenazas de su hermano. 

Pasaron varios meses antes de que por fin entablar una conversación medianamente decente. 

Agosto llegó con su cumpleaños dieciocho, finalmente, y con el cumpleaños diecinueve de Mika. En realidad no era como que cumplieran el mismo día ni nada, sólo cumplían el mismo mes, y disfrutaban celebrar con una sola fiesta. 

Creo que era más que nada porque no les gustaba mucho participar en esas fiestas de etiqueta y se ahorraban tener que asistir a dos en un solo mes, pero ese no es el punto. 

Obviamente no estuve invitada a esa fiesta, sus padres no me conocían y por el bien de nuestra amistad era mejor así. 

El punto es que Mika me llamó después de su fiesta para salir por ahí, porque se habían aburrido muchísimo y era su cumpleaños. 

Y yo, como buena amiga que siempre fui, mandé a mis demás amigos a comprar alcohol y los invité a nuestro mísero piso. 

Esa noche fue una de las mejores de mi, hasta ese entonces, miserable vida. 

Fue cuando conocí a la verdadera Reese, la que no era tímida, ni perfecta. Pero era hermosa, divertida y simpática. 

Ella brillaba, sus ojos como jades centelleaban, sus pecas eran como estrellas que formaban constelaciones, y su risa era celestial. 

Debí advertir en ese entonces que ya estaba cayendo por ella, pero estaba demasiado ocupada observando como su pelo castaño se agitaba con la suave brisa que entraba por la ventana abierta. 

Demasiado absorta en observar lo etérea que se veía. 

Reese DonovanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora