Encuentro inesperado y doloroso

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Aún contemplo los ojos atormentados de mi primo, su mirada de angustia y terror hacia eso, aquella abominación causada por años de sufrimiento e impotencia, que no tuvo compasión al cercenarle la garganta como un animal salvaje. También recuerdo los bellos atardeceres, aquellos momentos junto a mi madre cuando aún seguía con vida, mientras oía su suave voz. Todo eso quedó en el pasado y ahora veo cada caída del sol como un martirio. Con la oscuridad llega la muerte, una muerte cubierta de maldición.

Las únicas palabras que recuerdo de mi madre fueron:
  -Crea tu propio mundo, Víctor –dijo una vez mientras hacía la comida. Era jovial y hermosa, sus ojos intensos al verla cada mañana alegraban mi existencia como un pequeño sol dentro de casa. Todavía observo aquella nostalgia con la que veía la luna, me contaba historias románticas de aquel astro inerte. Su mirada aquellas noches era hermosa, mi alma de seis años se impresionaba con los cuentos de una bella princesa que pago el precio de su amor convirtiéndose en la luna; pero admiraba más aún sus ojos mientras estábamos sentados en el patio, a veces pensaba que ella era aquella princesa de la que tanto hablaba.

Aquellos recuerdos que la luna me transmitía aumentaban la violencia de mi alma, al recordar como aquella fatídica noche se manchó su sangre. Llegaba mi padre en estado de ebriedad, los ojos de aquel hombre echaban chispas, creo un limbo de sentimientos entre la muerte y su amor, sus manos no tuvieron reparo en cortarle el cuello mientras él lloraba. Imaginar las lágrimas de un demonio que se creía inocente; lloraba por la mujer a la que había asesinado, a la que le prometió amor eterno, y le pedía a gritos que no lo abandonase; maldito cerdo bastardo, creer que volverá aquella mujer que se entregó a su amor sin pensarlo, y cometer ese atroz acto que convirtió mi inocencia en oscuridad.

Yo contemplaba escondido aquella macabra escena, los ojos hermosos de mi madre, un par de estrellas apagándose para convertirse en los agujeros negros de mi existencia, ese vacío existencial que guardé junto al rencor de mi alma. En esa ocasión algo había cambiado dentro de mí, era siniestro y acechaba mi aún inocente corazón; y los sueños de infancia fueron carcomiéndose por la oscuridad, y eso lo reprimí toda mi vida.

Me quedé callado ante la corte, mi padre se libró de la sentencia y mi madre no fue vengada; Verónica fue su nombre y sería el sello de mi maldición; a mi padre lo olvidé por completo, aunque mi rencor no olvido su pecado.

Viví con la familia de Verónica unos años, hasta que él ganó mi custodia, su mente retorcida no había olvidado a la mujer que amaba; y se alegró al recuperarme, o más bien recuperar su único recuerdo hacia ella. La vida ya triste que tenía se convirtió en amarga, al tener que escuchar todos los días a ese bastardo decirme buenos días, intentar alegrarme con regalos tontos y comprar el vínculo entre nosotros, sin saber que estaba manchado con la sangre de mi madre. Lo escuchaba llorar noches enteras por Verónica, preguntando porqué lo había abandonado si él la amaba; mi alma repudiaba a ese hombre, y esa fue la razón para aumentar mi maldad.

Una noche mientras escuchaba los alaridos de perro de mi padre, mi corazón me hizo levantarme de mi alcoba y golpear la pared sin cesar, pero perforé el sitio del golpe; mis ojos quería evitar aquel espectáculo al ver mi mano completamente ensangrentada, cuando me saqué la polera vi como mis músculos y venas se hacían notorias en mi piel, todo adornado por unas garras de cinco centímetros que reemplazaban mis uñas. mi cerebro no resistió ver ese grotesco cuadro y caí desmayado en el piso de mi habitación. En la mañana desperté en mi cama, aunque solo con la camiseta, miré mi brazo, se encontraba normal.

-Tal vez fue solo una pesadilla -dije, mientras me preparaba para ir al colegio, cuando observe el agujero en la pared -¿Acaso no fue solo un sueño?

Aquella imagen cambiaría mi forma de vida en ese momento, lo único que pude hacer es esconderlo con un póster que tenía guardado, intentando olvidarlo y concentrarme en mi rutina normal, pero aunque lo evitara llegaba a mi cabeza de momento a otro.

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