Halagando a la imaginación

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La alcanzó a reconocer. Sí, allá en la calle de enfrente al asilo. Iba por ahí, de caminata con su pareja de muerte. Arrugadas sus caras mas no sus espíritus.

Vestido de tirantes, pantalón gris reflejando su ser, sombrero de copa pequeña y mocasines, con corbatín y su infaltable seriedad aunque eso era lo único que tenía de serio, su gesto.

De casualidad total se vieron por última vez.

La vislumbró antes de que llegara al frente cogida de manos con su pareja.

Randy agradeció entonces sobremanera que la edad les retrase el paso a los ancianos, pues así lograría verla detenidamente, agradeció que se encontraba sentado pues así no se cansaría y tenía comodidad para observar, y a medias que sus seres no trascendieran al final de sus días como uno solo. También agradeció, soltando unas lágrimas, todos los años y meses que gozaron, valieron la pena.

Cruzaron miradas. Momento surreal, ¡maravilloso! Se sorprendió igual ella el haberse encontrado. Insegura y con dudas de mostrar su bella sonrisa, casi le pasó desapercibida.

Levantó su sombrero, en saludo cordial, sonrió en sollozos. Su alma limpia y vieja aguantó otro quebranto. El gesto fue correspondido por ella, Katherín.

Es sabido que todas los objetos tocados, todos los animales vistos, todas las personas conocidas y todas las situaciones experimentadas crean lugares en la memoria de cada individuo pero esa noche en la habitación del asilo, especialmente en su cabeza, los recuerdos encendieron lugares especiales para cada quien y, para ella, había uno demasiado especial.

Memoria golpeada incipientemente por un Alzheimer, que no era capaz de recordar conversaciones de meses atrás recordó con euforia cómo ella le lleno de inconmensurable alegría algunos meses en su vida.

Mr Voluble al AireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora