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La luz directa que posaba sobre mí hizo que abriera poco a poco mis ojos.

Después que mi mente reaccionara moví mi cuerpo al lado izquierdo de la cama, sentí como esté se volvió pesado y un dolor en mi estómago se hizo presente.

- ¡Aaaay!.- jadeé de dolor - ¡Papá no puedo moverme! - grité.

A los segundos escuché como se abrió la puerta - señorita, ¿está bien? -

¿Quién es esa señora?

Lo más lento que pude me fui escurriendo a la cabecera de la cama para luego intentar sentarme. A lo cual fue falle. 

- ¿Quién es usted? - de reojo pude ver su aspecto físico. Parecía alguien ya grande.- ¿En dónde está mi padre? - me lleve mis manos a mi estómago.

- ¿Su padre? - pregunto confundida. - No sé quién sea su-

- ¡Te dije claramente que nadie tiene que hablar con ella incluyéndote a ti!- levante mi mirada y la dirigí a la puerta. Ahí estaba él.

- ¿Qué haces aquí? - dije furiosa.

- ¿Disculpa? - respondió sentido. Empezó a caminar hacia mí.

- Romina, vete por favor - le ordenó a la señora que estaba en la habitación, ella solo acento con la cabeza y salió enseguida.

- Vete de mi casa, por favor - señale la puerta.

Apreté mis labios de lo molesta que me sentía.

- ¿Tu casa? - dijo sarcástico - Ve a tu alrededor - dijo moviendo su dedo en círculo.

Mis ojos rodearon de inmediato todo el cuarto.

¿En dónde estoy? Abrí como platos mis ojos.

Un peso extra se sintió en la cama - Esta es mi casa - miré al frente y él estaba a unos centímetros de mi rostro.

- Y esta es mi cama - colocó sus manos, una a cada lado de mi cuerpo

- Incluso la chica que está aquí será mi mujer -

Mis ojos se abrieron como platos, me quede sin palabras a lo que acababa de decir. Por más que lo intentará, las palabras no salían de mi boca. Poco se iba inclinando más a mí. Nuestras miradas se sincronizaron, pero los de él, poco a poco, fueron bajando hasta mis labios.

Los que empezaron a temblar del miedo.Aun así lo mire sus ojos y en un segundo él me miró fijamente nuevamente - ¿estás bien - pregunta con una risilla en la comizura de sus labios.

- Aléjate de mí - exclamé. Apreté mis ojos con fuerza, ya no pude contener mis lágrimas y una tras otra las dejé salir.

Unas manos se fueron por debajo de mis piernas y con fuerza me elevaron al aire.

Abrí mis ojos inmediatamente y lo miré a él confundida.

Él me mostraba un rostro con gesto serio - ¿Qué me ves?- pregunta sin bajar la mirada mientras seguía caminando - Puedes ponerte de pie - habló mientras su mirada era fija al frente.

No dije ninguna palabra, solo asenté con la cabeza eh intenté poner de pie.

Mis piernas estaban aguadas y mi cuerpo débil. Estuve de pie unos segundos para luego desplomarme al suelo.

- ¡Te pregunté que si podías! - dijo molesto, subí la mirada al frente, él me había tomado de mi cintura y mis manos tomaban de sus brazos.

Como si tuviera costumbre busque su rostro, su mirada había cambiado completamente.

Me perteneces Donde viven las historias. Descúbrelo ahora