No le mientas a un mentiroso

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Amargura y frustración era lo que invadía su pecho mientras tomaba el ascensor con dirección a la terraza.

La batalla que por tanto tiempo había esperado con nerviosismo, había culminado en derrota. De nada había servido toda su preparación, sus cálculos o incluso la confianza que sus hermanos le había otorgado... Todo se fue a la basura junto con sus posibilidades de vencer.

No podía imaginar algo más humillante que perder la consciencia frente a sus enemigos, sólo para despertar con la noticia de su derrota y la mirada abatida de sus hermanos.

Después de lo que pasó no le importo que Jiro le dijera que no estaba en condiciones para salir o que el escozor en su cuerpo se mezclara con el sudor y el malestar muscular, haciéndole sentir del asco. Necesitaba irse y alejarse de Ichi-nii y Jiro, explotaría si se quedaba cerca de ellos y ahora mismo eso no era lo que necesitaban como división y mucho menos como familia.

Tomo el ascensor y fue a parar directamente a la terraza del hotel donde se hospedaban, no se le ocurría un mejor lugar para estar solo y poder calmar el disgusto que recorría su cuerpo. Pero se equivocó, ese no era el mejor lugar posible para pasar una noche en solitario; al contrario de lo que pensaba, él no era ni mucho menos la primera persona que había puesto sus ojos e aquel lugar, ahí ya había alguien.

Sentado al borde de la barandilla, con su cabello húmedo al viento y una aura de  serenidad a su alrededor, Yumeno Gentaro miraba en dirección al cielo,  perdiendo su vista en el horizonte.

Cualquiera que lo viera pensaría que semejante escena sería el marco perfecto de una fotografía y seguramente cualquier otro día, Saburo se habría dado un momento para intentar entender como alguien podía verse tan etéreo con un parche en la mejilla y el rostro magullado; pero ese día en específico, el resentimiento por encontrar su único lugar de refugio invadido por un extraño, era lo bastante fuerte como para dejar cualquier emoción o pensamiento como algo secundario.

Podía simplemente retirarse y fingir que nunca había estado en aquél lugar, el castaño aún no se percataba de su presencia... pero la amargura en su pecho le pedía que no se quedara callado, le pedía que abriera su boca y defendiera aquel lugar que durante su viaje en ascensor consideró todo suyo.

-Yumeno Gentaro... - escupió ese nombre antes de ser consciente de que lo había hecho y en un segundo la mirada verde del contrario se posó sobre su cuerpo, estudiándolo en un complemento silencio. Ahora que le miraba con atención le era más fácil percibir las heridas que se lucían en aquella blanca piel; sin duda el castaño se había dado un baño, pero eso no era suficiente para ocultar las heridas y moretones.

No vio la batalla, pero había escuchado los resultados.

-Oh, pero si es el tercer mosquetero, debo decir que es un inesperado honor gozar de tu compañía esta noche - habló finalmente Gentaro, tomando una posición más cómoda en la barandilla y sonriendo con tranquilidad.

-No esperaba que hubiera alguien más aquí, ¿No deberías estar con tu división? - Preguntó Saburo ignorando completamente la palabrería bonita del contrario y acomodándose torpemente contra una de las cisternas de agua.

- No somos siameses, necesito tomar mi distancia o podría contagiarme la estupidez de Dice y el olor a fresas de Ramuda. ¿Qué hay de ti?, dicen que en estos tiempos lo más importante para las familias es estar unidas -

El menor chasqueo la lengua, apretando un poco la mandíbula - Podría decir lo mismo. No obligatoriamente debo de esta siempre junto a mis hermanos, además, quería tomar un respiro-

-Ya veo, supongo que estás en la edad en que quieres tu espacio - respondió Gentaro com una sonrisa que podría pasar como "Sin malicia" para cualquiera que observará la charla a la distancia.

-TEA-TIME- (Hypnosis Mic.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora