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¡Hola! Esta pequeña historia es una adaptación de un fic que leí en 2014 escrito por una amistad de otro fandom. La verdad es que yo lo amé desde la primera vez que lo leí, y volverlo una historia para Emiliaco se me hizo una grandiosa idea.

Hablé con y estuvo de acuerdo (claro, dándole los créditos que le corresponden). Le llamábamos por el apodo de Lu, fue la persona que más apoyo me dio cuando yo empecé a escribir y le tendré un gran cariño por siempre. Por Lu creo que he llegado hasta acá, a pesar de no hablar hace años.

Pero bien, no tenemos mucho contacto, así que les hablaré más de esa persona al final de la historia.

¡Espero lo disfruten!

~eli.

•••

Emilio.

Bien, hace poco tiempo que el grupo JETAD se separó, es un poco triste tener que dar vuelta a una página y comenzar desde cero sin esas personas. Ahora estoy en un vuelo rumbo a Monterrey junto a Joaquín, quién fue el único que se quedó a mi lado a pesar de todo. Queremos dedicarnos sólo a la música ahora... pero nadie dijo que sería fácil encontrar una oportunidad después de tantos rumores, discusiones, farándula, etcétera.

Solté un pesado suspiro, capturando la atención de mi querido acompañante.

—¿Todo bien? —preguntó él intentando que su mirada chocara con la mía.

—¿Ah? Sí... —lo miré para dedicarle una sonrisa y después regresé mi vista al frente— Sólo que... No sé cómo terminará esto.

—Es extraño.

—¿Qué es extraño?

—Recuerdo a ese chico que interpretaba a un niño demasiado valiente, aquel que siempre tenía una frase sobre el corazón... —empezó a chasquear sus dedos dándome a entender que quería recordar algo— Tú sabes... Esa frase que siempre usaba para estar seguro de lo que hacía. Algo de el corazón, decía que había que tocar con el corazón, porque...

—El corazón nunca se equivoca —completé y no pude evitar sonreír. Él también me sonrió y puso su mano sobre mi rodilla, yo la tomé y le di un ligero apretón para mostrarle mi agradecimiento.

—No te desanimes, ya verás que encontraremos una buena oportunidad.

—Confiaré —afirmé con una sonrisa y fue lo último que dijimos hasta llegar al aeropuerto internacional de Monterrey.

Salimos del aeropuerto en busca de un taxi para llegar al hotel en el que logramos separar una habitación. Al llegar, Joaquín dejó maleta en un lugar aleatorio para después tirarse en la cama con notorio cansancio.

—Bien, ¿y ahora qué haremos?

—No lo sé —me miró aún desde la comodidad de la cama—, tal vez buscar un departamento o algo.

—Bueno —asentí y me dispuse a buscar la portátil para ver buenas opciones de un nuevo lugar para vivir, hubiese empezado a buscar si no fuera porque mi celular comenzó a sonar debido a una llamada entrante. Sonreí al ver de quién se trataba y contesté.

—Otra vez —escuché bufar a Joaquín mientras se volteaba en la cama dándome la espalda.

Le resté importancia a su comportamiento y atendí mi llamada.

—¿Hola?

—Hola, Emi. ¿Ya llegaste a Monterrey? —realmente no podía evitar sonreír al escuchar la voz de mi dulce novia al otro lado de la línea.

Your dream, my dream ♫ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora