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Tomamos nuestras cosas y salimos de lo que ahora era nuestro hogar. Llegamos a un lugar llamado Café Iguana; un bar que muchos nos habían recomendado por ser muy conocido aquí en Monterrey, nos dijeron que muchas bandas solían presentarse ahí, ya sean o no conocidas. Entramos y comenzamos a divertirnos, había mucho gente, y unos que otros nos reconocían a Joaquín y a mí por el trabajo que hicimos anteriormente en las temporadas de la novela y nuestra serie, varios de ellos nos pedían fotos y no podíamos sentirnos mejor de saber que aún contábamos con el apoyo de muchos. Hablando por mí, y si Joaco me lo llegará a permitir, ambos nos la estábamos pasando cañón.

Al paso de unos minutos, mucha gente comenzó a subir a la tarima donde suelen ponerse las bandas o cantantes, así que se me ocurrió una idea para mejorar la noche.

—Joaco...

—¿Qué pasó?

—¿Subimos a cantar algo? —le pregunté con una sonrisa.

—No sé, como quieras —me miró—. ¿Crees que nos presten los instrumentos?

—Supongo que sí, parece que hoy están dando demasiadas libertades... Todos están subiendo al escenario y haciendo lo que se les da la gana... ¿O así será aquí?

—Da igual, se siente agradable el ambiente —dijo mientras miraba a su alrededor—. De todas maneras, ¿cuál iríamos a cantar?

—Bien, no sé... ¿Una de Morat?

Joaco soltó una pequeña risa.

—Sabía que dirías eso —me confesó con una sonrisa muy reluciente.

—Entonces... ¿Presiento?

—¡Hagámoslo!

Subimos al escenario cuando vimos que había menos gente y comenzó a hacer una de las cosas que más amamos, sinceramente me la estaba pasando genial, estaba seguro de que no podría ser mejor la noche.

Aunque hablé muy pronto.

Cuando bajamos, después de hacer nuestra pequeña presentación, nos encontramos con una cierta persona.

—Hola, chicos —nos sonrió el tipo extraño que acababa de llegar junto a nosotros.

—Hola —respondimos un poco dudosos.

—Veo que tienen mucho talento en esto —dijo apuntando al escenario ahora vacío—, tú eres Emilio, ¿no? El hijo del productor Osorio, reconocido por sus novelas tan icónicas.

—Eh, sí... Soy yo —sonreí de lado—. Sólo que yo he salido adelante gracias a lo que me gusta hacer, no por las cosas que todos dicen mi padre ha hecho por mí.

—¡No, pero claro que tienes razón! Y eso lo has demostrado hoy —afirmó con una gran sonrisa, nosotros seguíamos un poco incómodos y al parecer lo notó—. Cierto, ¿qué me pasa? ¿Y mis modales? —rio acercándose a nosotros con el brazo extendido, el cual aceptamos— Me llamo Leonardo de la O, pueden decirme Leo, manager y representante de diversas celebridades web, la verdad me gustaría ampliar mis horizontes y trabajar con ustedes... Ya saben, ayudarlos a triunfar.

La noticia nos tomó por sorpresa, nos miramos y Joaco me hizo una seña con la cabeza para alejarnos de Leonardo.

—Sólo danos un segundo a solas, no tardamos —rio y me tomó del brazo para poder hablar a solas, una vez alejados, me miró con una sonrisa—. ¿Acabas de escuchar lo que dijo ese tipo?

—¡Pero claro que lo escuché!

—¿Sabes lo que significa?

—¡Sí! Sí, lo sé...

Your dream, my dream ♫ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora