Que empiece la Cosecha

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Nolan empezó a caminar despacio hacia Gary, al que ya conocía debido a su ceremonia de Unión celebrada el año anterior, y al llegar hasta él tocó su pierna izquierda de metal. Sus tres compañeras permanecieron quietas mirándole. Él siguió a lo suyo y rodeó al robot con cierta ceremonia en busca del panel de mandos, sin recordar que este se encontraba en una zona a la que no se podía acceder fácilmente.

―Si buscas el panel de mandos, necesitas una grúa ―comentó Astrid con una sonrisa.

Le recordaba mucho a su primera vez como cosechadora, por eso le provocaba un poco de ternura ver sus reacciones de novato. Como Daisy, también lo había sido, pero de eso ya habían pasado años. Había adquirido cierta experiencia con el tiempo y, aunque seguía sintiéndose ligada a su buddy, su reacción al ver al gigante de metal ya no era tan emotiva como la del novato.

Charlie fue a buscar una de las grúas que tenían disponible y la activó para que Nolan pudiera hacer uso de ella. Él seguía embobado con su compañero, así que la mujer se acercó a él y colocó una mano en su hombro. Fue entonces cuando el chico rompió el contacto visual con su propio reflejo y la miró a los ojos. Tenía unas cuantas arrugas alrededor de ellos y las cejas pobladas y claras. Su mirada cristalina permanecía sobre él y eso le intimidó un poco.

―Te he preparado una grúa para que puedas activar a tu compañero sin problemas.

Golpeó suavemente su hombro derecho antes de irse hacia la zona donde se encontraban las grúas. Nolan la observó mientras se marchaba, antes de seguirla para poder manejar la grúa. Al llegar y subirse a la plataforma, se miró las manos con atención. No era cosa suya, estaban temblando y si seguía así sería imposible manejar a Gary de forma eficiente. Las frotó con cierta intensidad y consiguió que el temblor disminuyera el tiempo suficiente para que la grúa se acercara a Gary y él pudiera activarlo como correspondía. Al abrir el panel tras colocar su mano sobre la superficie, recordó todo lo que había aprendido antes, durante y después de la Unión. Acercó su dedo derecho a una especie de lector de huella y lo colocó allí durante un rato. A continuación sintió un pinchazo, lo que le indicó que ya podía retirarlo. Tras la recogida de sangre esperó unos segundos y el sistema le permitió configurar los parámetros básicos para que Gary pudiera actuar por sí mismo con la ayuda de Nolan.

Mientras tanto, sus compañeras también hacían lo mismo con sus compañeros de batalla. Astrid se encontraba en una grúa cerca de Nolan y su buddy, al igual que Charlie, que tenía al suyo al lado de Gary. Ella y Daisy hablaban animadas y deseándose suerte. Astrid, por su parte, estaba concentrada y solo de vez en cuando hablaba en voz baja.

―¿Cómo vais, chicos? ―preguntó Charlie, esbozando una sonrisa.

―A mí solo me queda activar algunas cosas... ―respondió Nolan algo pensativo.

Estaba intentando no olvida cosas importantes, pues una vez que cerrara el panel no podría volver a abrirlo hasta que todo pasara. Salvo que una avería importante lo requiriera.

―Yo ya he terminado ―dijo Astrid, cerrando su panel con ímpetu.

Daisy también cerró su panel, a la par que Charlie, y ya solo quedaba que hiciera lo mismo Nolan. Las tres centraron su atención en el chico, que bajo la atenta mirada de sus compañeras lo cerró de forma torpe. Tras varios intentos, al final consiguió que quedara sellado. No oyó risas ni comentarios graciosos después de eso, al contrario que mientras entrenaba para convertirse en lo que ya era. Qué distintas eran las cosas cuando entrabas en una unidad... ¿O tal vez se debía a que la quinta era especial?

Los cuatro retiraron las grúas y se bajaron una vez que los llevaron a la zona que tenían habilitada para ellas. Después volvieron con sus robots y, al notar la cercanía de los humanos, una plataforma circular descendió y aterrizó en el suelo. Nolan se colocó sobre la suya y sin que le diera mucho tiempo a estabilizarse, la plataforma ascendió hasta que se encontró en el interior del robot. Toda la unidad llevaba implantado en el cerebro un chip con el que podían comunicarse entre sí y solo la líder y la segunda al mando tenían la posibilidad de comunicarse con otras unidades. Astrid, en este caso, solo podía hacerlo en caso de que algo le pasara a Charlie.

Compañeras, novato, ahora estáis a mi cargo y bajo mis órdenes ―oyó Nolan en su cabeza, como si un pensamiento ajeno hubiera invadido su mente―. Si algo os sucede que escape a vuestro control o estáis en problemas, apretad el botón amarillo y cualquiera de nosotros acudirá al rescate ¿entendido?

¡Sí! ―exclamaron los tres.

Entonces... Que empiece la cosecha ―pronunció de manera solemne la líder.

Que empiece la CosechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora