El futuro de la Cosecha

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Antes de ponerse en marcha, el chico observó todo lo que había a su alrededor. Además del panel de control, había el suficiente espacio para que pudiera prepararse en caso de tener que ayudar desde fuera. Además de eso, tras él varios estantes con armas decoraban la pared interior del lugar. El resto eran botones y palancas cuyo uso debía saberse al dedillo. Sin embargo, en ese preciso momento no estaba seguro de saber para qué servían todos y cada uno de ellos. ¿Y si se equivocaba? ¿Y si acababa llevando a la derrota a su unidad por culpa de su inexperiencia? Al fin y al cabo era un ser humano...

Novato, vas a tener que aprender a mantener tus pensamientos a raya o nos enteraremos hasta de tus ganas de... ―Charlie se detuvo antes de terminar.

No le hizo falta decir nada más para que él entendiera lo que quería decir.

¡Lo siento! Intentaré que no vuelva a pasar ―se disculpó él.

No sabía si sería capaz de conseguirlo, pero al menos no había mentido.

Tranquilo, novato, ―oyó en su mente a Daisy―, todas hemos pasado por esto. Solo tienes que acostumbrarte a concentrarte y no dejar sueltos tus pensamientos.

¡En marcha!

Y con la voz de Charlie animándolos a moverse, las tres empezaron a mover a los robots con los botones adecuados. A Nolan le costó un poco más. Despacio, fue pulsando los botones y accionando las palancas adecuadas para que, minutos después, Gary comenzara a caminar junto a sus compañeros. Los buddy tenían la capacidad de comunicarse entre ellos, además de poder hablar y escuchar a los cosechadores. A pesar de su entrenamiento, Nolan aún no se podía creer que aquello fuera posible. Ni siquiera habiendo nacido en la era del máximo esplendor de la tecnología, los robots y la inteligencia artificial.

Nos reuniremos con la primera unidad y la decimoséptima en las afueras. La primera ya nos está esperando ―anunció Charlie.

Nolan tragó saliva. Sus nervios aún no habían desaparecido y temía no estar a la altura. Se sentía mucho más novato que al principio e intentó que sus pensamientos negativos no invadieran la mente de sus compañeras. Lo último que quería era que se compadecieran de él e intentaran animarle. Tenía que hacer las cosas por sí mismo e intentar dar lo mejor para poder sentirse orgulloso de sí mismo.

Cuando llegaron a las afueras, al lugar de encuentro, había ocho robots más formando un círculo. Al ver llegar a la quinta unidad, deshicieron la formación y les dieron la bienvenida. Los robots hablaron en lugar de los cosechadores, salvo los líderes, que mantuvieron el contacto mediante sus chips para discutir la estrategia de combate. Era importante llegar a un buen acuerdo para que todo saliera como siempre había salido. En caso contrario, los alienígenas podrían ganar y hacerse con el control de la Tierra. Los buddys de los líderes de cada unidad chocaron los puños por turnos y después se colocaron en posición, indicando al resto cómo colocarse. En breve llegarían los Viles y tenían que estar preparados. Comunicaron al resto de cosechadores la estrategia a seguir y, cuando llegó el momento, mantuvieron sus posiciones.

Nolan mantuvo en alerta todos sus sentidos. No podía permitirse el lujo de distraerse. A lo lejos vio una mancha acercarse a su posición. Las tres unidades formaban una barrera robótica con la que no podrían pasar. «Espera al momento oportuno... ―se dijo―. Espera...» Nolan sintió un cosquilleo en su estómago y no supo determinar si sería ansiedad, sus ya conocidos nervios o la adrenalina acumulada para explotar en el instante indicado. Sus manos se pusieron en posición para activar el escudo que impediría que los Viles se colaran a través de los huecos.

―Vamos, Gary, sé que no vas a fallarme... ―le dijo a su compañero.

El robot se comunicó con él a través del microchip asociado indicándole que así sería.

Que empiece la CosechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora