Los Miedos de Un Escritor

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No tenia idea de donde estaba, ni de que día u hora era, podía haber pasado un minuto o tal vez siete de ellos, pudo haber pasado un día o dos.

Se había perdido en las letras que tan concentrado estuvo en todo momento. El resultado le gustó, era agradable, para nada asombroso y eso le molesto; ser siempre su peor critico.

Durante hora y horas (tal vez solo segundos) releyó sus historias, corrigiendo el mismo libro una y otra vez, salia de casa junto a él y en el asiento del autobús lo releía y volvía a corregir.

También duro mil años con su amor-odio a si mismo, muriendo en casa solo y abandonado y el libro sin terminar en brazos.

Por eso ahora, con quince años, miro la hoja en blanco y lo pensó muy bien -Es mejor no intentarlo.
Y se rindió...

Historias de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora