¿Quién eres?

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Era sábado por la mañana, tenía muchas cosas que hacer, pero me daba mucha pereza hacerlas.

En un momento dado, siento un hambre atroz, y bajo a la cocina para atracar la nevera, pero, cuando la abro, veo que no hay nada a parte de un brick de leche medio vacío, tres huevos y una cebolla pocha.
"Que raro" pienso, "Hace dos días que hice la compra, y no recuerdo haber comido tanto".

Pasé de largo el extraño suceso y me vestí para ir al supermercado. Me puse una camiseta de tirantes azul, unos tejanos cortos negros y unas bambas Adidas de color blanco.
Cepillé mi pelo con cuidado y lo recogí en una coleta, me lavé los dientes y me dispuse a salir de casa.

El supermercado quedaba un tanto lejos de mi vivienda, por lo cual cogí el coche.

Me metí dentro, me puse el cinturón de seguridad y intenté arrancar, pero por alguna razón el vehículo no arrancaba. Comprobé el marcador de la gasolina, y indicaba que el bidón estaba lleno. La bateria del coche también estaba del todo cargada.

La situación ya empezaba a enfadarme, por lo que decidí bajarme del coche y comprobar el bidón de gasolina por mí misma.
Abrí la pequeña compuerta y cogí un palo de tamaño mediano del suelo para introducirlo en el bidón y comprobar su estado.
Para mí sorpresa, el bidón estaba completamente vacío, pero entonces, ¿Por qué el marcador indicaba que estaba completamente lleno?
Dejé de pensar en ello y me dispuse a ir caminando al supermercado, pero algo llamó mi atención cuando pasé por delante del coche.
En el asiento del conductor, dónde anteriormente estaba yo sentada, había una mujer igual a mí, con la misma ropa, la misma piel, todo era exactamente igual.
La mujer me miró y sonrió, parpadee un par de veces y ya no estaba. Lo primero que pensé fue que había sido todo producto de mi imaginación.

Fui al supermercado, y compré todo lo necesario para una semana.

Llegué a casa y me recibió mi pequeño gato, todavía era un bebé, no tenía ni nombre, era un gato de pelaje negro corto y ojos verdes, una hermosura.

Guardé toda la compra en sus respectivos sitios, y cómo seguía con hambre, me hice un bocadillo de queso.

Era verano y el sol pegaba fuerte, y mi apartamento no tenía aire acondicionado, solo un pequeño ventilador.
Cómo en ese momento no tenía nada que hacer, me levanté y me fui a dar una ducha con agua fría.
Me metí en la ducha y comencé a lavar mi pelo, pero de repente, sentí una mano en mi espalda. Muy asustada giré mi cabeza para ver qué era aquello que me estaba acariciando la espalda. Y vi a la misma mujer que vi en el interior de mi coche.
Empecé a llorar muy asustada, la miré a los ojos y le pregunté:
- ¿Quién eres?
A lo que ella solo sonrió y desapareció de repente.

No le mires a los ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora