Esto es solo el comienzo.

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Después del incidente en la ducha, sucesos extraños comenzaron a suceder a mí alrededor.
Mi gato se comportaba de forma extraña, apenas comía y lo poco que conseguía comer acababa vomitandolo.

En cuanto a mí, notaba una presencia siempre acechandome, como si se tratara de mi sombra, notaba como si algo o alguien me siguiera allá dónde voy.
Tenía esa sensación incluso cuando dormía, si se podía decir que dormía, dado que realmente llevo una semana sin pegar ojo.
Mi entorno comienza a tomar un ambiente paranormal. Noto que los muñecos colocados en las distintas partes de mi humilde hogar me observan, también empieza a fallar la electricidad, y en ocasiones oigo voces.
No sé cuánto más voy a poder soportar esto, sólo se que es horrible.

2 de agosto a las 12:30 a.m.

Llevo dos días sin comer, y no por falta de comida, sino por falta de apetito.
Estoy empezando a pensar que me estoy volviendo completamente loca, que todo esto no es real y que es una simple paranoia.

Sea como sea hoy tengo que salir de casa. Me he propuesto ir al gimnasio, así que he preparado mi bolsa con lo estrictamente necesario y me he vestido con un top negro y unas mallas grises. Me he recogido el pelo en una coleta y he salido de casa rumbo al gimnasio.
El camino hacia allí no ha sido nada extraño, todo estaba igual que siempre, nada fuera de lo normal.
Hice mi rutina de ejercicios y acabé muy cansada, pero para mí sorpresa, todo fue estupendamente bien, no sucedió nada de lo que pudiera preocuparme.
Pero cuando fui al vestuario, todo cambió.

Entré al vestuario para ducharme ya que había sudado mucho, y me duché con total normalidad, pero al salir noté algo extraño, y ese algo era que no había absolutamente nadie a parte de mí misma en el vestuario.
No le di más importancia y fui a ponerme mi ropa.
Me quité la toalla y me senté en el banquillo, pero al sentarme noté algo extraño y húmedo en mis pies. Miré hacia abajo y un líquido rojo estaba goteando. Me armé de valor y levanté mi vista hacia el techo, dónde pude ver una horrible imagen.
La señora que me recibió nada más entrar al gimnasio ahora estaba pegada al techo con alguna extraña substancia, y sus órganos internos colgaban de su cuerpo.
Grité como nunca antes había gritado, y, allí, en una esquina del vestuario, pude divisar otra vez, aquella maldita figura que me atormentaba.
Caminé hacia ella y le pregunté, gritando:
- ¿¡QUIEN ERES!?, ¡RESPONDE!
Ella me miraba, indiferente.
De repente hizo un gesto para que mirara hacia atrás.
Lo hice y pude ver el cadáver de aquella recepcionista moviéndose lentamente hacia mí, y cuando estuvo lo bastante cerca me susurró:
- No deberías haberla mirado a los ojos...
Yo me asusté, miré a la figura pero ya no estaba. Me encontraba fatal, lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y romper en llanto, pero entonces, algo me tocó el hombro.
Abrí los ojos y era una señora, se la veía preocupada.
- ¿Hola?, ¿Estás bien?
Miré a mi alrededor, todo estaba lleno de señoras que hablaban entre ellas.
- Esto... Yo... Me tengo que ir. Adiós.
Y salí de allí.

Corrí a casa y comencé a llorar.
- ¿¡POR QUÉ!? ¿¡POR QUÉ A MÍ!?
Grité.
Esa noche solo me dediqué a llorar y desahogarme. Mientras una voz repetía en mi cabeza:
"Esto es sólo el comienzo".

No le mires a los ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora