Carta XIII: LA MUERTE

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( aún soñando) De repente, la tierra debajo de mis pies comenzó a moverse, como si algo luchara para salir, como si necesitara respirar, manos, cubiertas de tierra y sangre  comenzaron a salir donde antes había girasoles, me agarraban de los tobillos, como aferrándose a mí, comencé a andar hacia atrás y cuando me dí cuenta, caí en un agujero. Una tumba cavada por alguien, desde dentro veía como mi hermano y Noah me echaban tierra encima, intentaba salir, pero manos agarraban mis muñecas y tobillos, gritaba y la tierra me entraba en la boca, ellos se reían, y la risa resonaba en todo el campo.
Todo se detuvo cuando el timbre de la casa sonó, me levanté entre sudor y lágrimas, quizás porque era la primera vez que cometía un asesinato, después de cometer más, pensé, desaparecerían los malos sueños. Bajé las escaleras después de volver a ponerme el vestido negro que había llevado el día anterior, aún tenía el agujero que había hecho mi hermano. Abrí la puerta, se trataba del Señor Happanson, el abogado de mi padre, pensé que seguramente venía a hablar sobre la herencia, y así era, lo invité a entrar y nos sentamos en la mesa del comedor, me empezó a explicar la situación… mi padre había dejado todas las tierras y la casa a mi hermano Jay, a mí, me había dejado el tocador de mi madre y una miserable suma de dinero que no era ni el 5% de lo que había dejado a su hermana, a quien él veía una vez al año en mi cumpleaños. En ese momento, y a pesar de que ya estaba muerto, deseé que le ocurriera lo peor, deseé que nunca se reuniera con Jay, ni siquiera en el más allá, o que existiera de verdad el infierno y estuviera allí por el resto de la eternidad, deseé haberlo matado yo con mis manos, porque acababa de comprobar que eso era lo único que merecía de mí.
El abogado, que me vió algo pálida después de leerlo todo, me insistió en que siempre podía llegar a un acuerdo con mi hermano, claro está, que él no sabía que este estaba enterrado junto al mismo camino por él mismo había cruzado con su nuevo Henry J azul aqua hacía media hora. Le comenté que mi hermano no estaba en casa y que sería conveniente que volviera la próxima semana, para firmar la herencia y acabar con todo, vi como se iba con su coche nuevo por el camino de tierra, levantando polvo, siempre dirigía mi mirada a ese lugar, donde ambos yacían.

Cuando el abogado se marchó, el corazón me latía aún más fuerte que cuando estaba enterrando a mi hermano, no me sorprendía que el miserable de mi padre no me hubiera dejado nada más como herencia, si me sorprendió sentir celos de mi hermano, incluso muerto, en estos instantes, era más rico que yo, ese bastardo, que ni siquiera era hijo legítimo de mi padre, siempre había sido el favorito de todos, no sólo de mi padre, y aunque estaba muerto, seguía jodiéndome desde el hoyo, pero  si necesitaba a mi hermano para obtener algo de mi padre, debía revelar que estaba muerto, la cuestión es cómo y dónde, quizás las cosas se estaban torciendo un poco después de todo.

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