Sin Primavera
Era un día caluroso de Primavera, el Sol brillaba y todo en la tierra de los mortales era normal. La gente seguía su tediosa rutina, solo que con más alegría porque Primavera había llegado.
En el majestuoso horizonte, en la lejana tierra llamada Cielo las nubes flotaban sobre la tierra de los mortales como cualquier otro día, era el turno de Primavera, era una Princesa hermosa, por donde pasaba los botones de las flores se abrían, los pajaritos cantaban, los animalitos disfrutaban la calidez de la hermosa princesa, hasta en la tierra después de haber pasado el largo Invierno los mortales se alegraban.
Primavera era muy afortunada, pues tenía una gran familia: sus padres el Rey Sol y la Reina Luna. Era la única mujer y la hermana más joven de cuatro hermanos: Verano, Otoño e Invierno. El pueblo que habitaba el reino de Primavera eran las estrellas y las nubes, eran nobles y querían mucho a la familia real.
Primavera era una joven muy alegre, derrochaba paz y energía. Todos los días llevaba un hermoso vestido muy colorido; su cabello era largo, de color castaño y lo adornaba con una linda orquídea color rosado, en una sola palabra se describía: belleza. Verano era el hermano más divertido y rebelde, hasta impredecible y voluble de los cuatro, relajado y a veces muy poco responsable. Otoño uno de los más complicados, rencoroso, demasiado misterioso, siempre estaba absorto en su propio mundo. Otoño era el más reservado de todos, en algunas ocasiones parecía tener cierta maldad en sus ojos. Les presento a Invierno: el más maduro de los cuatro, con una gran presencia y algunas escazas canas blancas en su cabello oscuro denotaban sabiduría y experiencia; humilde y de un gran corazón. Un príncipe demasiado bondadoso, uno de los más queridos por el pueblo. Con autoridad pero debo decir que obviamente menos que la de su padre. Siempre quiere hacerse cargo de las situaciones.
Los años en el reino se contaban igual que en la tierra y estaban divididos en 4 diferentes turnos que cubrían los príncipes y la princesa.
Primavera siempre estaba trabajando, le gustaba lo que hacía y lo hacía con una hermosa sonrisa en el rostro, lo que hacía sentir bien a todos. Pero cierta tarde, cuando se disponía a terminar su trabajo, un pensamiento asaltó su mente… quedó desconcertada cuando se dio cuenta de que toda su vida desde que era una niña hacía lo mismo año con año. Después el miedo la invadió cuando se preguntó a sí misma si eso era lo que iba a hacer siempre por el resto de su inmortalidad y no obtuvo respuesta. Llegó a la conclusión de que nunca había hecho algo que ella quisiera, algo por y para ella. Nunca había imaginado su vida haciendo otra cosa, más que lo que era su deber, hacer acto de presencia desde el equinoccio el día 21 de marzo hasta el 21 de junio. Se enojó tanto que el calor subió en la tierra de los mortales, y se volvió insoportable. Fue a ver a su padre, estaba bastante enojada, así que no pensó lo que decía y fue muy grosera con él. Surgió en la princesa una parte que nadie había conocido jamás, ni ella misma. Al día siguiente amaneció y el Sol no salía, Primavera estaba sumamente arrepentida y avergonzada por su comportamiento con el Rey Sol. Estaba deprimida y el sol no salió.
Los mortales estaban preocupados por la ausencia del sol, no sabían que ocurría. Pasaron varios días así y Primavera no salía de sus aposentos, nadie sabía que le pasaba.
Verano era el hermano con el que mejor se llevaba, así que a él sentía la necesidad de hacer sentir mejor a su pequeña hermana. Cierto día Verano la invitó a comer un helado de vainilla, su favorito, para subirle el ánimo. Verano y Primavera pasaron una tarde estupenda, ella al fin sonrió de nuevo entre bromas y risas con su hermano. Esa tarde en la heladería conoció a una gran nube, era corpulenta y atractiva, pero a la vez amable y tierna, su nombre: Cirro. En el momento en el que Primavera vio a Cirro, la felicidad volvió a apoderarse de ella, sentía que su vida tenía sentido de nuevo, pues tenía un objetivo y había encontrado una motivación. Sólo que no entendía bien por qué, toda su vida siempre estaba entre las grandes paredes del castillo o lejos de su reino, lo único que conocía era el amor de familia. Pero lo que sentía por Cirro era diferente a ese amor de sus padres y hermanos. Simplemente no lo podía comprender. Mientras tanto en la tierra todos pensaban que Sol se había olvidado de ellos, pero esa misma tarde de repente apareció un hermoso atardecer en el horizonte. Desde esa tarde Primavera aparentaba ser la misma de antes y todos en el reino se alegraron de que la princesa volviera a hacer su trabajo con una sonrisa en el rostro. Pero eso no duraría mucho. La princesa estaba pasando por un mar embravecido de ideas y sentimientos que sólo la confundían más. Pero tenía algo muy claro: le aterraba la idea de hacer siempre lo mismo.
Pasaban los días, Primavera se había vuelto impredecible, pues estaba muy confundida y había descubierto nuevas sensaciones. El día que se sentía enojada por su misión el calor era insoportable en la tierra. Y cuando se sentía arrepentida y deprimida, Sol ni siquiera se asomaba. Se acercaba el 21 de junio y su trabajo terminaría y le emocionaba la idea.
En cuanto terminó su trabajo salió a dar un paseo, tratando de relajarse y poder pensar mejor las cosas pero se encontró con Cirro, ese sentimiento extraño que nunca antes había sentido se hizo presente de inmediato... Se sintió feliz pero estaba totalmente confundida, pues no había sentido eso antes y no sabía si era bueno ni qué era lo que tenía que hacer. Entonces no dudo ni un segundo y saludó a Cirro. El día avanzó demasiado rápido para ellos entre pláticas y risas. Al principio Primavera estaba muy tímida y Cirro igual, pero las cosas avanzaron de manera muy natural. Primavera se sentía muy feliz al estar con Cirro, se sentía en armonía y completa, con él nada le faltaba o al menos eso sentía ella. Después Primavera siempre buscaba la oportunidad para salir a dar un paseo al pueblo, buscaba a Cirro y pasaban largas horas charlando. En el castillo todos estaban preocupados porque la princesa salía continuamente del castillo y tardaba mucho en regresar. Verano se sentía feliz porque su hermana se sintiera bien con Cirro, él era el único que sabía a dónde iba Primavera y lo que ocurría entre Cirro y ella. La última vez que salió, al regresar el Rey Sol la regañó, le dijo que tuviera cuidado con las personas con las que se relacionaba y ella furiosa le dijo que estaba bastante grande y que podía cuidarse sola. Enojada y frustrada fue a su habitación, ya no aguantaba más. Necesitaba conocer lugares y gente nueva, hacer amigos, llenar el vacío que sentía adentro. Los días siguientes siguió en su cuarto deprimida y cansada de que su vida fuera siempre igual. Necesitaba ver a Cirro con él sí se sentía libre. Para entonces escapar del castillo ya era más complicado, Sol y Luna preocupados ordenaron que hubiera más vigilancia y que no la dejaran salir del castillo. Intentó varias veces salir y no lo logró. Su depresión iba en aumento junto con más y diversos sentimientos, que eran producto de todas las cosas que Otoño le metía en la cabeza. Verano por fin se decidió a ayudarla, después de que ella le rogó que la ayudara a ver a Cirro. ÉL sabía que lo que hacía estaba mal, pero quería ver a su hermana feliz. Salieron del castillo pero no pudo encontrar a Cirro por ningún lado, regresó al castillo hecha pedazos y su madre se dio cuenta de que estaba llorando así que fue a hablar con ella. Primavera se resistía a escucharla, sentía demasiado rencor hacia Luna. Mientras Primavera ignoraba a su madre, ella trataba de hacerle ver que necesitaba a su familia más de lo que ella creía.
Cierta noche escucho unos golpecitos en el gran vitral de su habitación, se levantó y temerosa se acercó, se asomó y para su sorpresa era Cirro. Se alegró. Él le dijo que pensaba todo el tiempo en ella y que la quería demasiado. Ella contestó en reciprocidad pero le dijo que no podía seguir ahí, que debía irse y así fue. Primavera rompió en llanto, al pensar que jamás sería libre. Un día logró volver a hablar con él y acordaron un plan en el cual escaparían y en efecto juntos serían felices donde fuera. Así fue, acordaron que sería el 26 de febrero el día en que huirían: Primavera de su destino y Cirro con ella por amor. Días antes la princesa su ánimo había cambiado y estaba realmente feliz. Invierno que era muy inteligente tenía la ligera sospecha de lo que ocurría, pero a la vez no creía que su hermana fuera capaz de huir de la familia que tanto la quería. Llegó el 26 de febrero la princesa desapareció repentinamente. Cuando se percataron de que ya no estaba en el castillo comenzaron a buscarla pero ella ya estaba demasiado lejos. Sus padres comenzaron a buscarla pero de Primavera no había ni rastro. Pasaban los días y seguían en su búsqueda. Sus hermanos estaban afligidos, tristes y preocupados por el bienestar de su hermana. Invierno la extrañaba pero sabía que su hermana era grande, que debía tomar sus propias decisiones y responsabilizarse de ellas. Terminó Invierno pero Primavera no estaba. Ese año se volvió un caos total porque nadie sabía que hacer sin Primavera. Invierno se alargó, trabajó muy duro y los mortales estaban cansados de él. Ese año Primavera no volvió. Nunca llegó y fue el primer año sin Primavera. Al Otoño siguiente, se presentó un plebeyo al castillo. Verano se asombró al reconocer a Cirro y albergó la esperanza de que trajera de vuelta a Primavera, pero al ver la triste y desesperada expresión de su rostro solo sintió como se desmoronaba su mundo. Cirro hizo saber a la familia real la terrible pérdida de Primavera, que primero comenzó a perder su luz hasta que se extinguió. Sol, sólo demostró tristeza y rencor hacia sí mismo por no haberle dicho a Primavera que ni ella, ni ninguno de sus hermanos, podían alejarse por más de 3 días del castillo pues era eso lo que les daba luz propia. No existen palabras para describir el arrepentimiento de Sol y de Luna por haberle ocultado aquello a Primavera.
ESTÁS LEYENDO
Sin Primavera
RomansaPrimavera descubre que su vida es muy aburrida pero un día su vida da un giro completamente que afecta a todos.