Bundy

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Flagstaff, 1975

Tomo aire una vez más mientras veo el libreto. Mi personaje es uno de los principales, no puedo echarlo a perder.

—¡No, no lo hagas!—exclamo—¡Detente!

Lo digo con mucho sentimiento. Volteo a ver a Daphne, mi amiga, esperando su aprobación. Ella no luce muy convencida.

—¿Podrías ser un poquito menos exagerada?—dice—. Ve con calma. Estamos en un grupo de teatro amateur, no nos presentaremos en Broadway.

—Por algo se empieza, tenemos que dar lo mejor de nosotras mismas si queremos ser grandes actrices en el futuro.

Daphne sonríe levemente, bebemos de nuestros jugos y seguimos leyendo el guión. Fue buena idea venir aquí entre semana, pues no hay una sola alma y podemos estudiar y ensayar sin que nadie nos moleste. El Oak Creek Canyon Park está apacible, nos sentamos justo frente a un pequeño lago cristalino. Desde aquí parece que los árboles y montañas son infinitos, tal como el cielo.

Suspiro con una sonrisa, siempre he sido muy romántica. Yo misma escribí el guión que vamos a presentar. No me apena decir que fue gracias a eso que obtuve uno de los papeles principales. No soy la mejor actriz del mundo, pero me fascina actuar y siempre trabajo mejor bajo presión. Ahora que tengo un rol tan importante voy a esforzarme aún más. Lo haré excelente, aunque Daphne piense lo contrario.

Veo a mi amiga de soslayo: tiene unos abundantes rizos pelirrojos que nunca se recoge aunque esté muriéndose de calor. El sol le da reflejos rubios e ilumina su piel. Sin duda es la más bonita de las dos. Cada que un chico se me acerca en la escuela es para preguntarme cosas de ella, y eso no me molesta mucho. Yo no seré tan guapa, pero tengo mucho talento para escribir. Supongo que Dios no podía darme belleza y talento, no sería muy justo.

Daphne nota que la miro y sonríe levemente. Pasamos los siguientes quince minutos comiendo sándwiches y repasando nuestras líneas; yo me río todo el tiempo, eso la divierte y al mismo tiempo la frustra. He seguido todos sus consejos, pero aún así se me dificulta ponerme seria en ciertas escenas. Ella dice que he mejorado un poco: antes soltaba sonoras carcajadas y mis "llantos" eran demasiado falsos.

Terminamos cotilleando sobre quienes son los chicos más apuestos del grupo: ambas coincidimos en que Rob Lowe destaca por su voz sexy y su cuerpo atlético. A él le di el rol principal masculino para que me notara. Alabó lo bueno que era mi guión, con eso me basta. No puedo aspirar a más, pues hay rumores de que tiene una novia mayor y de tetas grandes. Ni siquiera Daphne puede competir con eso. Es hermosa, pero plana.

—Oye—dice Daphne—. ¿Cómo lograste que tus padres te prestaran el auto?

—Se fueron a Las Vegas para celebrar su aniversario, ahí se casaron. Voy a estar sola por una semana. Tía Julia me visita por las mañanas, pero nada más.

—¿En serio te dejaron sola?

—En unos meses tendré dieciocho años, ya casi soy una adulta.

—¿Y si tu tía va a buscarte justo ahora?

—No lo creo, se nota que viene a verme muy a su pesar. Ya sabes, es soltera y libertina.

Daphne ríe.

—Creo que en el futuro seré como ella—se pone de pie y se estira un poco—. Creo que voy a caminar un rato.

—Te acompaño.

—Mejor quédate repasando, no quiero que hagas el ridículo el día de la obra.

Giro los ojos con una sonrisa.

El príncipe caníbalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora