TRASTORNO

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28 de marzo de 2003 Oakland Ca

Sonaba el timbre de salida en la escuela y todos los niños se apresuran a salir de la última clase, tomas su mochila con rapidez y se lanzan casi corriendo hacia la puerta de salida para no volver hasta el siguiente lunes por la mañana, todos emocionado por un fin de semana más, sin tareas sin preocupaciones. Robert tomo su mochila con su trapo amarrado entre la mano para evitar tocar la sucia superficie de su mochila, salió del salón de clases y vio la salida, pero se dirigió al lado contrario, a otro cubículo ah donde asistía diariamente, la doctora Harding había mudado de escuela para así quedarse con una mejor plaza, pero le preocupaba muchísimo el trastorno que sufría Robert, evolucionaba de forma rápida y constante cuando no se le daba tratamiento necesario, era como si tuviera viva propia y aprovechara cada pequeña oportunidad para evolucionar y no retroceder más, las terapias ayudaban a que no se desarrollara más, pero no a que disminuyera como tal. Los padres de Robert no estuvieron de acuerdo con el cambio de residencia y de estado en un principio, pero la doctora hiso cambiar su parecer, ayudándolos incluso económicamente para conseguir un nuevo hogar en el estado de Oakland, y aunque cambiaran de estado ambos padres seguían viviendo de la misma manera, no cambiaron sus rutinas, el padre trabajando casi 13 horas diarias, y la madre haciéndose cargo del hogar como antes, no prestaban mucha atención a su hijo, era lo último en lo que pensaban al final del día, totalmente distraídos tratando de hacer lo posible por pagar las terapias y las deudas, enfocándose solo en el hogar, lo último que podrían preguntarse es ¿Cómo esta nuestro hijo?.

Empujando la puerta Robert entraba al consultorio de la doctora Harding, que estaba sentada en un sillón negro acolchonado, y frente a ella otro sillón negro igual de acolchonado- Hola Robert, toma asiento- tomo asiento y una vez sentado reclino ligeramente su sillón para quedar en una posición más cómoda, un poco recostado, la doctora pregunto- ¿qué tal Robert, como te sientes?, ¿qué tal el día?

-Fue un día bueno, muy productivo, no ha habido incidentes hasta hoy con el día de ahora ya son 4 días al hilo sin incidentes-dijo con una ligera sonrisa en su rostro dejando al descubierto parte de sus blancos dientes.

-Eso es excelente, pero enfoquémonos más en los otros puntos, por ahora el tema del trastorno no debe ser tocado con mucha frecuencia a menos que lo amerite.

-Si entiendo está bien, ¿quiere que le hable sobre la escuela? ¿O sobre qué?

-Mmmh, sería bueno si habláramos sobre tus padres- se produjo un silencio incómodo.

-¿Qué tienen mis padres?

-Bueno, la relación entre padres eh hijo es indispensable para una mejoría considerable.

-Yo realmente no quisiera...

-Por favor Robert, por favor- insistió la doctora.

-Está bien- echo un suspiro- mis padres... ellos realmente no me apoyan cuando y como lo necesito, ellos solo hacen lo que les toca, trabajan, están en casa, hacen la comida, y cuando llego o cuando me ven si preguntan por mí, como me fue, que tal me fue en el día y todo eso, pero no van más allá de eso, a veces quisiera que fueran un poco más interesados en mi yo no quiero decírselos, no quiero decirles nada de cómo me siento o que es lo que veo por qué no tengo esa confianza con ellos porque no lo entienden, se quedan atónitos y luego me tratan como si estuviera loco cuidando cada paso que doy. Usted es la única persona en quien realmente puedo contarle algo sin miedo a ser juzgado.- y miro directamente a los ojos de la doctora, quien lo observo por unos pequeños instantes y después le dijo:

-Siempre contaras conmigo- y sonrió.

Pasaron unos instantes cuando la doctora quiso hacer aun otra pregunta – Robert hay algo que aún tenemos pendiente, y creo que es hora de darle la importancia que necesita, para el bien de ambos.

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