『VII』

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Levantó la cabeza tan sólo para encontrarse con la imagen más dolorosa de su vida

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Levantó la cabeza tan sólo para encontrarse con la imagen más dolorosa de su vida.

La sirena lo miraba con el miedo escrito tanto en sus facciones como en el azul crepitante que se fue extendiendo sobre sus iris como tinta sobre el agua. Negaba con la cabeza casi imperceptiblemente, y su labio inferior temblaba a la espera de una negativa por parte de Taehyung. Al no obtener más que un silencio cargado de tensión, los ojos se le anegaron en lágrimas.

Jungkook parecía más asustado incluso que aquel día en el puerto.

—¿Voy a morir? —preguntó con un hilo de voz, y Taehyung juraría que jamás había escuchado tanto dolor escondido en una frase.

—No. —se apresuró a contestar nada más encontrar su propia voz. Afianzó con rapidez su agarre en la cintura de Jungkook cuando este trató de retorcerse. Clavó los dedos en su piel con tanta fuerza que probablemente dejaría marcas. —No, Jungkook. Dios. No vas a morir. No vas a morir. No va a pasar nada.

Pero la sirena negó con la cabeza y apretó los dientes, tratando de calmar el llanto que pujaba visiblemente por salir. Trató de saltar de nuevo hacia la protección inquebrantable del agua, pero Taehyung lo sujetó con fuerza contra la roca.

Entendía que el instinto de Jungkook lo impulsaba a salir de allí cuanto antes pero, si saltaba, perdería la cola. El instinto era lo que más había tenido en cuenta a la hora de crear la trampa. Había sido asquerosamente exacto y se había documentado cruelmente sobre los instintos de un animal asustado.

Era imposible que Jungkook saliese de allí o bien sin ayuda, o bien con cola.

Le dolía. Le dolía físicamente verle así y más sabiendo que era por su culpa. Un dolor palpable que rasgó sus entrañas y tiró de su alma para que sangra se junto a él. Quizás, así, estaría pagando lo que debía. Su sangre derramada a cambio de toda la que habían perdido las sirenas.

O quizás el mundo era lo suficientemente justo como para arrebatarle a Jungkook a cambio de todo lo que había ocasionado su invento.

Le habría cambiado el puesto sin pensarlo. Si pudiera, habría sacado de allí a Jungkook y él mismo se habría puesto en su lugar. No le importaba. De todas formas, se lo merecía. ¿Cuántas sirenas tan asustadas como Jungkook habrían perdido la cola y luego muerto desangradas? Solas, sin que él ni nadie estuviesen allí para hacer nada o, como mínimo, para acompañarlas en sus últimos momentos. ¿Y para qué? ¿Para conseguir una aleta más que exponer en alguna casa?

No iba a dejar que ninguna aleta blanca reposase jamás junto a la orgullosa sonrisa de algún millonario.

—¡Taehyung! —gritó la sirena, perdiéndose en un sollozo desgarrado y roto que deshizo su autocontrol y la hizo doblarse hacia delante. Las lágrimas comenzaron a caer con tanta fuerza por su rostro que dejó de distinguir cuáles eran reales y cuáles goteras de su pelo mojado.

The white beauty 『TaeKook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora