『VIII』

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—Cuando era pequeño siempre pasaba por aquí para ir al colegio

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—Cuando era pequeño siempre pasaba por aquí para ir al colegio. —comenzó, tratando saliva al ver cómo Jungkook dejaba caer el plano y caminaba despacio por la habitación, como si tratase de entender qué significaba cada símbolo matemático o para qué servía cada pieza. Sólo le veía la espalda cubierta por la camiseta y las piernas desnudas desde la mitad del muslo hacia abajo. —Mis padres no tenían dinero para comprarse un coche ni nada por el estilo, así que yo caminaba un par de kilómetros para ir y luego otros para volver. Por el camino, solía parar para ver el mar. Recuerdo que este sitio me traía mucha paz. Muchísima. Por eso me prometí vivir aquí cuando fuese mayor, construir mi propia casa e ir a la playa todos los días. —Negó con una sonrisa agridulce al recordar el rostro cansado de su madre cuando se lo dijo. La forma triste en la que sonrió y le dio un abrazo. Un dolor inamovible que no pudo entender hasta años más tarde. —Con el tiempo me di cuenta de que no teníamos dinero ni para comer tres veces al día, y que así sería imposible cumplir mi sueño. Así que me propuse algo más sencillo, más... a mi alcance. Decidí hacer algo que ayudase al mundo y que, además, me diese muchos beneficios. De esa forma podría ayudar a mis padres para que no tuviesen que trabajar tantas horas a cambio de tan poco dinero. Mamá cayó enferma, así que yo tuve que cuidarla. Si hubiésemos sido de clase media habríamos tenido dinero suficiente como para curarla, pero... Simplemente no lo éramos. —Suspiró, dejando la hoja que Jungkook había leído antes sobre la mesa. —Yo cada vez tenía más ganas de tener dinero, de ser como mis compañeros de clase y como mis amigos. Mi padre me dijo que, si quería ganar mucho dinero, tendría que inventar algo que nadie hubiese hecho antes. Algo original que nadie hubiese pensado y mucha gente necesitase. Él cazaba ballenas, así que pensé: "oye, ¿por qué no?" y me pasé años construyendo algo que ayudase a mi padre. Creo que se me olvidó todo eso de conseguir mucho dinero y vivir aquí. Tan sólo quería ayudar a papá y que pasase más tiempo en casa, conmigo y con mi madre. —Se encogió de hombros y cerró los ojos un momento, recordando una mirada clara que lo observaba con cariño y y a voz amorosa que le llevaba comida a su estudio cuando se le olvidaba que debía comer. —El invento funcionó, pero mi madre murió al cabo de unos meses y mi padre se deprimió irremediablemente. Yo tenía diecinueve años por aquel entonces, y de pronto me encontré al cuidado de un padre recientemente alcohólico y con una vida rota. —Escuchó a Jungkook coger aire para hablar, así que se apresuró a terminar su relato. —Unos hombres vinieron un día a mi casa. Me dijeron que habían visto lo bien que mi máquina funcionaba en el puerto y que me pagarían muchísimo dinero por ella. Acepté. ¿Qué otra cosa iba a hacer? Era joven, no sabía nada sobre negocios y todo lo que conocía era la pobreza. Años más tarde me enteré de que habían re diseñado mi invento para cazar sirenas, no ballenas. Pero no le di importancia. De todas formas ya la había vendido y no me pertenecía. Le di las mejores atenciones a mi padre, contraté los mejores médicos y psicólogos del país y aun así... Dios, es que él estaba tan mal desde que mamá murió. Al final..., el alcohol pudo con él. Se fue con mamá y yo me compré la casa que siempre quise, edificada sobre nuestra antigua choza. Supongo que el resto de la historia ya la conoces. —Subió la manga de su camiseta y sacó a la luz una cicatriz en forma de media luna a lo ancho de su brazo, incapaz de mirar a Jungkook estuviese donde estuviese. —He desactivado treinta y dos máquinas desde que te conocí. Una... me dejó un recordatorio. Pero no importa. Me siento mejor desde que me dedico a esto.

The white beauty 『TaeKook』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora