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Park Chanyeol jamás fue una persona valiente. Desde que tiene memoria, siempre fue un gran cobarde. A los 3 años le aterraban las tormentas, a los 5 las monjas, a los 8 y medio dormir frente una pared, a los 10 el mar; y por último, lo que le hizo mojar las sábanas durante toda su preadolescencia: los fantasmas.

Sí algo de verdad odiaba Chanyeol eran aquellos seres que aún en otro plano existencial le jodían la estabilidad mental por completo. Justo como esa madrugada.


Chanyeol respira irregularmente, con el miedo calando en sus huesos. Había despertado por décima ocasión en lo que iba de la semana; sudaba frío y estrujaba con fuerza sus sábanas. Todo había comenzado como siempre, con un sueño, un sueño que no era capaz de entender. En el siempre había un chico, el mismo que atormentaba su mente desde hace años: pidiendo ayuda, agonizando, sonriendo, llorando. Sin embargo, era ahí cuando el sueño se volvía pesadilla, porque un grito desgarrador sonaba y lo último que Chanyeol veía antes de despertar aterrado era como la vida salía poco a poco de sus ojos.

Y aunque Chanyeol aprieta los párpados y quiere pensar que no pasa nada, que aquel grito fue sólo su imaginación, la verdad es que no es así. Y él lo sabe.


Su corazón late salvajemente cuando aquel grito vuelve con más fuerza, esta vez acompañado por débiles golpes. Chanyeol cubre su cuerpo con sus sábanas, tarareando entre sollozos la canción que su madre solía cantarle cuando tenía una pesadilla durante la madrugada.


Porque débil siempre cae como castillo de naipes.



Cuando el verso final se acercó, y aquellos dolorosos gritos bajaron de tono hasta desaparecer, la noche se sintió vacía y triste, amarga y solitaria. Poco a poco sus ojos comenzaron a pesar.

Y ambos cayeron rendidos en un largo sueño.


Una mirada de esperanza, labios partidos y una piel pálida llena de heridas fue lo último que Chanyeol vio antes de lograr despertar al día siguiente. Cuando abrió los ojos y se incorporó de golpe, su frente estaba bañada en sudor, sus labios estaban resecos y se sentía mareado.


—Sehun —fue lo último que susurró antes de caer agotado.

desaparecido ; chanhunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora