Llegamos a aquel campamento después de unas cinco horas en el coche. Bajé mis maletas y mi hermana hizo lo mismo con las suyas. Mi padre saludó a algún compañero suyo y nos abrió la cancela. Arrastré mi equipaje por aquel asfalto negro con dificultad por las grandes ondulaciones que este poseía. Paré cuando choqué con una robusta y alta mujer que me cortaba el paso. Miré hacia arriba y me encontré con unos grandes ojos.
-¿Es usted del campamento? -preguntó y me sorprendí al escuchar aquella grave voz salir de una mujer.
-S-sí -asentí nerviosa.
-Está bien -la mujer se apartó de la puerta para dejarme paso.
Anduve por el largo y ancho pasillo hasta llegar a una pequeña “recepción”, dónde se hallaba otra mujer-ésta un poco más menuda-que me miró por encima de sus gafas.
-¿Necesita algo? -preguntó.
-Emm...No...Yo sólo...
-¡Sarah! -gritó mi hermana arrastrando sus maletas mientras corría hacia mí- creo que te has olvidado esto -me tendió mi móvil.
La señora nos miraba atenta.
-Hola -saludó mi hermana – somos hijas de Justin Fischer.
-Oh, es un placer conoceros -se levantó y nos dio la mano a cada una.
-Creo que mi padre solicitó dos plazas para nosotras.
-Diganme sus nombres, por favor -sacó una lista con nombres.
-Sarah y Charlotte Fischer -dije.
-Efectivamente, aquí están, ya pueden entrar -nos dedicó una sonrisa.
Cogí de nuevo las maletas que hace unos minutos dejé en el suelo y anduve con Charlotte por aquel edificio.