•[Capítulo 16]•

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Si les digo que un argentino se puede enamorar de un inglés, ¿Me creerías?

Argentina seguía en su habitación encerrado, aún sonrojado e impactado del hecho del maldito beso que le dejó Inglaterra en sus dulces labios. Hasta llegó a llamar a su fiel amigo México, pero el mismo latino no contestó la llamada, en si ya ese día la estaba pasando mal, con Francia molestando, el beso que lo dejó loco, y que ninguno de sus amigos le llamó para desearle un feliz cumpleaños, al menos un mensaje, pero nada. Solo no lloriqueó por eso porque estaba concentrado en tratar de olvidar el juego de la boda y el beso de Inglaterra, lo tenía muy confundido todo.

–¿Por qué mierda sigo pensando en eso? Ya está ya pasó, si total no significaba nada, él mismo lo dijo– río nervioso y ya cansado de su actitud inmadura ante esa antigua situación, no obstante, al decir aquello de "No significaba nada" se quedó algo perplejo, si no era nada eso, ¿Por qué le daba tanta importancia? Porque recordaba la escena, y el tocar de sus labios contra el otro.. "¡Uagh! Qué cursi" pensó al instante luego de esos flashback tiernos

–Mejor voy a buscar algo de tomar.. me estoy volviendo re putón– se reincorporó el portador de sol y se levantó de la antes mencionada cama, en eso acomodó un poco todo antes de salir y abrió la puerta en busca de un refresco para.. despejarse por así decirlo.

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Al llegar al sector de la cocina, el latino buscó en una gran y moderna heladera cualquier cosa para que pudiese tomar, en eso encontró una botella de jugo de naranja, aunque en si beber algo era una escusa para si mismo relajarse, o eso pensaba, ni siquiera sabía qué hacer en esos momentos críticos de sentimientos confusos. Cuando volcó el jugo en un vaso transparente, empezó a tomar mientras apoyaba su cuerpo en la mesada de allí cerca. En el trascurso, escucha como Malvinas se acercaba corriendo en el lugar con su mejor amiga, haciendo exaltar al argentino de su llegada repentina

–Yo creo que deberíamos... ¡Hey! Hola papá– saludó la hija del mayor que dejaba aún lado lo que tomaba después de ver a las jóvenes

–Hola Malvi, hola Texas. Ya ordenaron todo el quilombo de afuera, ¿No?– miró serio a las pequeñas sin tanta expresión, bueno, estaba serio

–Sí, limpiamos hace rato con ayuda del señor Inglaterra– confirmó la tejana que se encontraba alado de Malvinas

–Ah, piola, ¿y qué hacen acá ustedes?– entabló otro nuevo tema de conversación el sudamericano mientras las niñas le miraban con atención a su pregunta

–Estabámos aquí solo para buscar un postre para Texas, es que dentro de unos minutos debe irse... Y al menos darle un regalo antes de que se vaya, se me ocurrió– sonrió para luego dejar su sonrisa atrás, ya que saber que no volvería a ver a su amiga de nuevo le puso triste, quería estar más tiempo con el otro ente femenino

–Eu, no te pongás mal Malvi..– trató de alegrar a su pequeña hija, pero algo le distrajo de lo que estaba a continuación de decir, la razón fue que Inglaterra ingresó al lugar donde estaban charlando los tres entes, haciendo poner algo nervioso al argento con solo saber de su presencia está allí con él.
Ambos países se miraron, y uno de ellos desvío la mirada con un pequeño sonrojo apenas notable, era obvio que ese fue Argentina

–Hola. Umm, Malvinas, ya apúrate con el regalo de Texas u lo que sea, Francia debe irse– apuró a la menor hija que estaba allí, lo cual ambas niñas se dieron media vuelta enseguida para verle al europeo

–Papá.. pero... ¿Puedo ir con Texas? ¡Solo hasta mañana! Luego vuelvo, necesito estar un rato más con ella.. te lo suplico padre– insistió la de moño bordó tratando de convencer a su mayor con súplicas, ella estaba triste de saber que la amiga se retiraba ya, era bastante tarde y se hacía de noche, por ende se iban las dos mujeres.

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