-Sabes que me amas.-dijo arrogantemente.
Rodee los ojos. -Ya es hora que te quites eso de la cabeza.
-No lo vas a ocultar por mucho tiempo.- dijo, mostrándome sus dientes blancos y rectos.-Después vendrás a rogarme que te lleve a mi cama y te...- pero no siguió más, pues, rápidamente mi mano choco con su mejilla.
-Auuu.- dijo, frotándose su mejilla, sin dejar su sonrisa que ya me está molestando demasiado.- Eso solo demuestra de que estas enamorada de mí.
-Que me excite tu cuerpo no significa que…- me tape rápidamente la boca con la mano, dándome cuenta de que estaba hablando de más.-Solo…-sentí mis mejillas arder- Olvida lo que dije, ¿quieres?
En eso nuestras miradas se chocaron, y ay, era hermosa su mirada. Con solo mirarlo me hervía la sangre, pero, esta vez me sentía... bueno me sentía… ¡Hay ni siquiera sé cómo me siento! Sentí que poco a poco me perdía en su mirada. Nuestros rostros se fueron juntando poco a poco, hasta que sentí su respiración. Mi mente se encontraba en blanco. No pensaba en nada, solamente en él, solo él. Mis ojos se fueron cerrando poco a poco cuando…
-¡Ahh…!- grite al oír la alarma de mi despertador. Mierda, todo eso fue un sueño. Tuve que saberlo. Pero, ¿Qué hacia el en mi sueño? Y, ¿Por qué casi lo beso? Menos mal fue un sueño, porque… Simplemente hubiera sido muy incómodo besar a un imbécil que acabo de conocer. ¡Lo acabo de conocer!, porque piensa que puedo sentir algo por el si lo acabo de conocer. Frote mi sien con mi mano para poder pensar más claro. Me dolía la cabeza. Solté un gruñido. ¿¡Porque me duele la cabeza!? Sera porque él está habitándola. Me fije en la hora 7:30 de la mañana. Todavía es temprano. Quizá pueda llamar a Sadie, si creo que si lo tengo que hacer. No hable con ella desde la mudanza. Cuando le conté que me mudaba, le cayó como un balde de agua fría.
-Hola, mona.-dijo, dando saltitos mientras se acercaba a donde me encontraba. Su cabello se encontraba recogido en 2 colitas. Su piel era de un tono muy clarito. Sus ojos de un color miel. Lucía un lindo vestido color blanco, con unas botas negras que le llegaban a por debajo de las rodillas. Se veía tan mona. Y solo pensar que hace 2 meses se quejaba de su cuerpo, que no le entraba nada. Y ahora, su cuerpo era perfecto, hasta mucho mejor que el mío, el cual, parece de una tabla de planchar.
-Hola gordita- dije después de darle un beso.
Arqueo una ceja.-Pero si ya no estoy gorda, ¿Por qué me sigues llamando así?
-Aunque estés así de delgada, jamás te dejare de llamar con tu apodo que te di desde el principio.
Y era así, jamás la dejaría de llamar gorda. Pues, siempre fue y será mi gordita. Aquella que me defendido de los abusos de la puta de Alexia, y su sequito Jody. Esas putas… cuando las vuelva a ver sí que me la iban a pagar todas, jamás les voy a perdonar lo que me hicieron a mí, y lo que le hicieron a Sadie por defenderme.
-Y dime ¿Para qué me has llamado?
Justamente la había llamado para contarle que me mudaba a Washington DC, que así lo había decidido mi mamá, y que me iba mañana en la mañana.
-¿Por qué no damos una vuelta antes de que te lo diga?
-Sabes que no me gusta los misterios.- dijo, algo disgustada, pero al final, termino aceptando.
Paseamos un momento. Luego nos decidimos por tomar un helado. Y al final nos dimos por ir a su casa. Ya hay me arme de valor para decírselo y…
-Mañana por la mañana nos vamos yo y mi mamá.
-¿A dónde? ¿De vacaciones?
-No, de vacaciones no
-No entiendo
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¿Tú bajo mi piel? ¡Ja! No resistirías
Lãng mạnSi crees que tu vida apesta, entonces compárala con la de Sabine. Ella sí que tiene una vida de locos. Que con solo 16 años, su vida le jugara bien feo, y la hará hacer cosas aun peor. Los cuales Sadie, aunque la distancia las separe, siempre estará...